Alba, Argentina. Madre por una violación. Dio a su hijo en adopción.
Soy
Alba y tengo 26 años. Mi niñez fue muy difícil y dolorosa. Sufrí violaciones desde
los siete años, no iba a la escuela y pasé mucha hambre. Yo sabía que eso que me
hacían era malo. Cuando cumplí los diez años, quedé embarazada, pero, a tan
temprana edad, no entendía los cambios que mi cuerpo estaba experimentando.
Mi
padre me llevó a una señora para que me practicara un aborto. En ese momento,
comprendí que estaba esperando un hijo y no permití que lo realizara.
Me
escapé. Salí corriendo y me refugié en casa de mi querida abuela ¡Pobre mi
abuela! Recibió una fuerte golpiza en las piernas que le impidió caminar y así
no pudo hacer la denuncia ante las autoridades. Pero dentro de sus escasas
posibilidades, ella me ayudó y me contuvo.
Pasaron
los meses de embarazo y cuando cumplí los once años nació mi hija.
Desde
el Hospital Rawson hicieron la denuncia e intervino la Justicia de Menores. La
jueza me sacó de mi familia de origen y mi hija y yo fuimos recibidas en una familia
de los Hogares de Belén.
Entregué
a mi hija en adopción y hoy, con la perspectiva que da el tiempo y la
distancia, sé que hice lo correcto.
Le doy
gracias a Dios porque tuve una segunda oportunidad de tener una familia, mamá,
papá y unos hermanos que me ayudaron a crecer y a darme cuenta de que la vida
es linda, a pensar que podía formar una familia, tener hijos, sentirme segura
de mi misma. Fui a la escuela, empecé la Primaria casi a los 12 años y cursé el
Secundario de adultos. Al terminar, estudié cocina y hoy tengo mi propio
emprendimiento.
Sé que
mi hija está creciendo en una buena familia rodeada de amor y de valores.
Hoy
comprendo que con once años no podía criarla, era yo la que necesitaba que me
criasen y tomé conciencia de la importancia de tener una familia.
Gracias
a que no permití que me hicieran un aborto y dije sí a la vida, mi hija nació y
su nacimiento delató los abusos y la situación de maltrato que sufría.
Gracias
a que el Hospital hizo la denuncia e intervino la Justicia de Menores pude
salir del infierno en que vivía y hoy soy feliz.
Señores
legisladores, les dejo esta reflexión: ¿Por qué no transforman esos hijos no
deseados, fruto de la barbarie, productos de violación en hijos deseados y
amados a través del vínculo de la adopción? Un mal no se remedia con otro mal.
Yo,
con diez años y analfabeta, defendí la vida de mi hija. Hoy les pido a ustedes
que tienen el deber de legislar que defiendan la vida desde el momento de la
concepción. Legislen desde el amor y no desde la cultura de la muerte.
Nota
del Editor: El testimonio de Alba llega desde San Juan, Argentina, Juzgado de
Menores Dra. Estela Zorrilla y se ha trabajado conjuntamente con el Servicio
Hogares de Belén.
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