por Aimee Kidd
El 3 de Marzo de 2016 me enteré de que estaba embarazada, pero eso
no fue lo único. También descubrí que me habían violado y así había quedado
embarazada. Después de un mes de haber estado muy cansada y enferma, busqué
ayuda médica, y ahí fue cuando me hicieron las pruebas de embarazo y me dieron
estos sorprendentes resultados.
Sin duda, sabía que había sido
violada el 30 de Enero porque a la
mañana siguiente al
levantarme notaba que algo no
estaba bien. Estaba desnuda de la cintura para abajo, tenía un dolor de cabeza
muy fuerte como nunca antes, y me dolía todo el cuerpo. Nada tenía sentido. No
recordaba cómo había llegado a casa, cómo me había quitado la ropa o porqué me
sentía tan mal. Me quedé en la cama todo el día.
Yo no hice nada “malo”. Salí con dos
amigas y regresé a mi propia cama. Mi último recuerdo de lo que pasó esa noche
fue que no me sentía muy bien, estaba muy cansada y mareada. Me metí en la cama
con mi niño pequeño y me dormí. No me vestí provocativamente. No bebí en
exceso. No manejé el coche. No hice nada “mal”. Aun así, un hombre vio la
oportunidad de poner algo en mi bebida y arrebatarme algo que yo no quería dar:
mi cuerpo.
No estoy segura si hubiese sido peor
recordar la violación o vivir, día tras día, como lo estoy haciendo,
imaginándome lo que este hombre me hizo mientras yo estaba como una muerta en
mi propia cama, en mi propia casa, con mi niñito pequeño durmiendo en mis
brazos. No sé si es una bendición o una maldición no saber qué me hicieron.
Nada más me puedo imaginar lo que me hicieron, y todos los días son como una
pesadilla porque no sé lo que ocurrió.
Desde que me enteré de que estaba
embarazada, he dado testimonio a seis policías desconocidos y he compartido mi
historia con enfermeras, mi doctor,
amigos, mi familia, y hasta con mis preciosos e inocentes hijos. Lo
mejor que le supe contar a mis cinco hijos de edades entre dos y quince, como
explicación fue: “Mami va a tener un bebé. Vais a tener un nuevo hermanito.
Hubo un hombre que hizo las cosas mal y puso este bebé en mi barriga, pero
nosotros vamos a amar a este bebé”.
Y después vinieron las preguntas de
mis hijos: “¿Quién
era ese hombre malvado? ¿Nos va a herir? ¿Va a tratar de quitarnos nuestro bebé? Mami, ¿vas a morir
porque se supone que no podías tener más bebés? ¿El hombre malvado fue a la
cárcel? ¿Por
qué no?”
Te pregunto a ti ahora: ¿qué respuestas
debía darles?
Durante mi embarazo, estuve enferma. Gasté cientos de
dólares en medicinas para controlar mis
náuseas y vómitos. Vomité sangre. Me perdí días, semanas y meses de trabajo
porque estaba enferma. Yo soy la única en mi casa que trabaja porque soy madre
soltera. No llegaba a pagar mis gastos mensuales. Para poner gasolina en el coche
y comida en la mesa, tuve que vender mis cosas en Internet y en el jardín de mi casa. Cuando pude recomponerme y controlar el vómito, regresé al trabajo y pude pagar todos los
gastos. Para Septiembre ya habían desaparecido los números rojos.
Durante mi embarazo, la gente me preguntó muchas veces si
iba a dar a mi bebé en adopción. He descubierto que la adopción es lo que la
sociedad espera que se haga con un bebé concebido en una violación. Casi era
tabú que me quedara con mi bebé y lo criase. También he tenido que sufrir el juicio de la gente por esa decisión. En mi situación, la gente considera
que criar a mi bebé supone una tragedia en vez de una acción de amor o un acto
noble.
He querido reirme cuando alguien me ha preguntado, con un dedo
apuntado a mi barriga, “¿Tú todavía no sabes lo que causa eso?”. Me he sentido
humillada y avergonzada porque he estado embarazada y sin esposo. He pasado por
la vergüenza de explicarle a la gente mi historia. He tenido que contener mis
lágrimas y rabia cuando la gente me pregunta sobre el papá. Ni siquiera me
puedo imaginar el bochorno y el dolor que han pasado o van a pasar mis hijos
cuando les pregunten quién es el papá del bebé.
He tratado de prepararme para la venida de mi bebé, pero
todavía mis emociones me superan y he terminado llorando desoladamente cuando
he visto ropa de bebé que decía: “La nena de papi” o “La princesita de papá”. He
sentido asco, ira y tristeza cuando en medio de una tienda, mis emociones
afloran aunque no quiera.
En las noches, he tocado mi barriga acariciando a mi hija
y le he dicho cuánto la amo. Le he dicho que ella es hermosa, inocente y una
preciosa bendición para mí, y para sus hermanos y hermanas. He tratado de encontrar las palabras que
posiblemente podré emplear para explicarle cómo fue concebida. Me imagino que
algún día a lo mejor se lo diré porque sé que me preguntará quién es su papá y
dónde está.
Si, yo quedé embarazada tras una violación, y sí, ¡estoy agradecida por este bebé! ¡Pero ésa no fue mi primera reacción! ¿Y sabes qué? ¡Es normal!
Nadie piensa que vaya a ser
violada, y mucho menos que vas a
concebir un hijo de la violación. Yo nunca lo pensé.
Yo era una de esas personas que decía que en caso de
violación, podía entender que la víctima abortase. Nunca entendí este
sentimiento y cómo dolía hasta que fui yo la que quedé embarazada por una
violación. Mi violador ha disfrutado de su vida. Él ha podido trabajar y ha
podido pagar sus gastos mensuales. Él ha podido disfrutar su vida y su familia
cómodamente. Y si el violador ha tenido todas esas cosas, ¿por qué mi bebé no debería
tener acceso a los mismos lujos, a disfrutar su vida?
Yo no necesitaba o quería un aborto. Yo quería y deseaba
ayuda real, y le doy gracias a Dios por la gente con la que Él me ha bendecido,
que me han ayudado a mí y a mi bebé después de nacer. Lo que quiero y busco es
justicia. No quiero manutención para mi hija de un violador que debe estar en
la cárcel en vez de pasearse libre por la calle, ganándose la vida. Yo deseo y
necesito que mi hija y yo seamos protegidas por la ley y evitar que el violador
tenga acceso a derechos parentales.
Déjame explicarte
algo para que entiendas mejor: Cada día es como una pesadilla. Vivir con la
violación es un trauma emocional muy grande. Vivir con un embarazo que resultó
de una violación es muy difícil. Pero el hecho de saber que tu violador está en
la calle libre y abusando de otras mujeres mientras la justicia no hace nada es
exasperante.
Me siento orgullosa de poder compartir mi historia. Y lo seguiré
haciendo una y otra vez. ¿Por qué? Porque la mayoría de las mujeres no lo
hacen. Creo que Dios me dio esta verborrea y
una personalidad abierta por alguna razón. A lo mejor esa razón es que sea la voz de las mujeres que han pasado
o pasarán por una situación similar.
Cuando descubrí que estaba
enbarazada y cuando vi que había sido
violada, quería enterrarme en un hoyo. Yo quería que alguien me golpeara, me
sacaran a este bebé y levantarme de la cama como si todo hubiese sido una
pesadilla. Nunca pensé que tuviera el valor para contar mi historia. En
realidad, cuando las palabras salieron de mi boca, yo no lo podía creer. Me
sentía fuera de la realidad, pero incluso este sentimiento no describía lo que sentía.
Como ya dije, nadie piensa que esto le pueda pasar.
Ahora, con el tiempo, veo todo esto como una gran oportunidad. Estoy criando a mis hijas e hijos.
Yo quiero que mis hijos sepan que lo que me pasó a mí está mal. Nunca debería
ser tolerado. Quiero que mis hijas aprendan de esto y que tomen las precauciones para prevenir que esto les
pase a ellas. También espero que mis hijas aconsejen a sus amigas y que salgan
todas juntas, no solas. Así nunca ellas ni sus amigas tendrán que experimentar
nada de esto.
Veo todo lo que me ha pasado como una oportunidad para mostrar a otras mujeres
que han pasado por situaciones horripilantes similares, que sepan que ellas
pueden estar asustadas o abochornadas, pero que estén convencidas que no han
hecho nada malo y es bueno que hablen de sus experiencias.
También es una oportunidad para mostrar que el sistema judicial
y el cumplimiento de la ley no funcionan adecuadamente.
Es una oportunidad, finalmente, para que las mujeres
violadas vean que es posible sobrevivir a una violación, incluso quedar embarazada, dar luz a ese bebé y amarlo porque sabes que es tuyo.
¿Estoy
feliz con el bebé? Sí. ¿Estoy enojada? ¿Estoy disgustada? Sí. ¿Estoy frustrada
con lo que este bebé supone en mi vida y en mi economía? Sí.
Al principio, no quería que nadie supiera que la criatura
que llevaba en mi vientre fue concebida por violación. No quería que mi hija
sintiera vergüenza. Ahora, quiero que toda persona que quiera escuchar sepa mi
verdad. Ahora, quiero que mi hija lo sepa; quiero que ella sepa que fue una
decisión de amor. Su vida tiene el mismo valor que la mía. Quiero que sepa cuanto la amo a pesar
del enojo que supuso haberla concebido sin mi permiso o conocimiento. Quiero que sepa que no tiene la culpa de haber sido engendrada así y de lo
que pasó esa noche. Quiero decirle que nunca debe sentirse avergonzada y que
crezca sabiendo que una vida hermosa es posible aunque las circunstancias de su
concepción sean horribles.
A lo mejor un día, cuando una mujer que
haya sufrido violación y tenga los mismos sentimientos que yo sentí cuando me
enteré que estaba embarazada, pueda mirar a mi hermosa hija y saber que puede
superar ese embarazo difícil porque también ella va a ser recompensada con un
hermoso ser humano.
Pues ahí lo tienes. No permaneceré callada. Voy a tratar de que la
gente escuche y entienda. Voy a continuar peleando por nuestro fallido sistema
de justicia. Voy a continuar siendo voz para las mujeres y seguiré luchando para
los bebés concebidos en violación. No voy a cejar en mi empeño...
BIO: Aimee Kidd tiene 6 hijos y vive
en Casper, Wyoming (USA). Colabora con Salvar El 1 y da su permiso para que su
testimonio sea compartido y pueda ayudar a muchas otras mujeres que pasen por
algo parecido.