Poco después de graduarme en la
Escuela Secundaria, me rodeé de personas que realmente no conocía. Mi amigo y
yo habíamos ido a pasar el rato con ellos en el apartamento de un amigo. Tenía
sólo18 años y no debería haber estado donde estaba y mucho menos, bebiendo, ya
que no tenía la edad suficiente. Pero a menudo a esta edad, tomamos decisiones
impulsivamente que condicionan nuestra vida para siempre.
Todavía era virgen y, a pesar de
estar en 1970 y en plena efervescencia el movimiento de amor libre, yo había
decidido esperar al matrimonio para tener relaciones sexuales. A pesar de los
planes que hice, beber con extraños los descarriló.
Al llegar allí, un hombre mayor
me sirvió una copa de vino. Había flirteado con la bebida un par de veces en mi
último año de la escuela secundaria, por lo que tomar una copa de vino no
parecía ser un gran problema. Era una buena manera de adormecer mi mente de
algunas cosas que estaban sucediendo en casa, además de que era
"divertido". Nunca pensé que alguien pudiera echar algo en mi bebida.
Cuando se agotaron las pilas de
la radio y ésta no produjo las melodías que queríamos escuchar, el chico mayor
envió a mi amigo y otro chico caminando a la tienda a comprar una nueva
batería, quedándome sola con él. Cuando se fueron, parece ser que me desmayé.
Mi amigo, al volver, me encontró desnuda en el suelo del baño. Me habían
violado y no sabía realmente lo que había sucedido. Trató de averiguar qué me
había ocurrido pero mi discurso fue confuso.
Pasaron varios meses y llevaba
tiempo sin tener el periodo. Sin embargo, había un problema mayor: Mi papá, que
sufría problemas cardíacos, tenía programada una cirugía a corazón abierto, así
que no quise contar nada. Mi madre, que era diabética, no sabía nada del miedo
y la vergüenza con la que estaba lidiando. Fui a visitar a mi abuela y primos
fuera del estado poco después de la violación. Mi abuela fue muy amorosa y
amable ... mi prima también me apoyó mucho. Les conté a ambas lo que había
sucedido. Mi abuela quería que me quedase con ella, pero con la próxima cirugía
de mi padre, decidí irme a casa.
Poco después de llegar a casa,
cumplí 19 años. Me había inscrito en el Jr. College con la ayuda de mi padre y
viví como si nada hubiera cambiado. Cuatro días después de mi cumpleaños, mi
papá fue operado y al día siguiente murió.
Otro amigo se ofreció a llevarme
a Planned Parenthood para que me
hicieran una prueba de embarazo la semana después de que mi padre fuera
enterrado. No hace falta decir que la prueba de embarazo dio positivo. Lo
primero que me ofreció PP fue una forma de "resolver mi problema". Me
dijeron que, si tenía el dinero, podrían enviarme a California para que
abortase. Nunca preguntaron si se había denunciado la violación. Aunque no
sabía mucho sobre el aborto, no sonaba bien.
Mi hermano estaba conmigo cuando
se lo conté a mi mamá. Fue un gran shock para ella, pero nunca me abandonó. Su
amor y apoyo me ayudaron a pasar este momento tan difícil en mi vida.
La única opción que tuve fue la
de ir al Hospital del Condado para recibir atención prenatal. Me rechazaron ya
que debido a mi edad y como estudiante, mis padres eran responsables. Lloré y
sentí que quería morir ... ¿por qué no fui yo, en lugar de mi padre?
Mi madre conocía a una mujer de
la iglesia que estaba en la Junta directiva o trabajaba en la clínica de St.
Elizabeth of Hungary. Ella le habló de mi situación. Creo que su nombre era
Helen ... ella fue una respuesta a la oración.
St. Elizabeth ofrecía atención
médica para aquellos que no eran aptos para la asistencia del condado, no
tenían seguro o el dinero. Ése era mi caso.
En la clínica St. Elizabeth me
ofrecieron atención y asesoramiento prenatal. Asesoría REAL, que me ayudó a
darme cuenta de que no fue mi culpa y que, incluso si no pudiera cuidar a un
bebé, alguien más podría amarlo con todo su corazón. Por menos de lo que
hubiera costado abortar, tuve la mejor atención y di a luz a la niña en un
hospital católico local. Mi plan era dejar a mi niña en adopción, tal como lo
hicieron muchas otras chicas en ese momento. Me aconsejaron y me sentí feliz al
entregar a mi bebé a una pareja amorosa.
El día después de que ella
viniera al mundo, se suponía que debía firmar los documentos de adopción, pero
primero pedí verla. Después de abrazarla y hablar con mi madre, cambié de
opinión y decidí quedarme con ella. Mi madre me apoyó mucho y dijo que
aceptaría lo que yo decidiera. Miré a los ojos a mi bebé y dije: "No sé
cómo lo haremos, pero lo haremos juntas".
Han pasado 42 años. Gracias a esa
niña, pude ingresar en un programa de enfermería que se estableció para madres
solteras y se convirtió en una LPN. Trabajé en el mismo Hospital del Condado
que no podía ayudarme, donde finalmente conocí a mi esposo actual. Mi niña
tenía 10 años cuando nos conocimos y él ha sido su padre desde entonces.
Plantar una semilla no hace a
alguien padre. Un hombre que ama y cuida a un niño, se sienta con él cuando
está enfermo, lo acompaña a todos los partidos de béisbol y lo ayuda a comprar
su primer auto, el hombre que cuida y hace crecer al niño, ése es su padre.
Mi niña ahora tiene 2 hijos. Ella
ha hecho una diferencia en este mundo, en su carrera en el servicio público. No
puedo imaginar la vida sin ella o sin nuestros nietos. Nunca me arrepentí de mi
decisión de mantener a mi bebé, concebido en una violación. Cada vida es
preciosa. Cada persona tiene un potencial dado por Dios, único para ellos.
Elegir la vida nunca es una decisión equivocada.
Dieciséis años después del
nacimiento de mi primer bebé, tuve otra niña. Les amo a los dos igual, al igual
que mi esposo los ama a los dos. No hay diferencia en nuestro amor por ellos.
"Debes recordar: Amar a la
gente y usar las cosas, en lugar de amar las cosas y usar a la gente". Fulton
J. Sheen
Nota: Christina escribió este testimonio para poder ser compartido. Por motivos personales prefiere no ofrecer una fotografía suya ni su apellido.