Hola, me llamo Joselyn, soy mejicana y quiero contar
mi historia.
Mi mamá vivía con un novio que, desde
mis 7 años, me violaba asiduamente y así hasta que cumplí los 13. En ese
momento, me peleé con él porque la situación que vivía era insostenible. Mi
mamá se puso de su parte y me quería obligar a pedirle perdón de rodillas, pero
yo no me doblegué así que me fui de la casa y como no tenía a dónde ir fui con
un amigo a vivir.
Por dos largos meses estuve
viviendo con él y cada día que pasaba me obligaba a tener relaciones y cuando
no quería o no tenía ánimo me violaba a tal grado que me rompió las costillas
de tanto que me pegaba.
Después de que mi mamá dejó a su novio,
me buscó, quiso reencontrarme y volví con ella con tal de no estar en casa de
mi amigo. Dos meses después de regresar con ella, nos dimos cuenta que no
me bajaba el periodo.
Fuimos a una clínica y me dijeron que
estaba embarazada de 17 semanas. No supe qué hacer y mi mamá quería que
abortara. Pero preferí que me odiara a abortar a ese hijo y fui madre
fruto de esas violaciones a los 14 años. Mi mamá hoy en día no me habla ni la
quiero ver ni recordar cómo fue todo.
En estos últimos meses he estado mucho
mejor porque he encontrado a alguien que me aceptó por mí y no sólo me quiso
usar. Me ha apoyado en todos los sentidos, me ha hecho la mujer más feliz del
mundo y hace mucho que no recuerdo ese pasado.
Sí, hay momentos en los que mi hija
me recuerda todo lo que viví pero me tranquilizo y pienso que
mi niña es la única razón por la cual cada día en las mañanas me levanto con
ganas de seguir viviendo. El bebé nunca tiene la culpa de lo que ha
pasado ni del modo en que llegase a este mundo y es el regalo más grande.
Joselyn escribió este breve testimonio para compartirlo y poder a otras muchas mujeres que pasan por un situación semejante. Ninguna niña o adolescente, tampoco ninguna mujer, debería sufrir la crueldad de una violación. Ella, a pesar de todo en contra, amó a ese bebé concebido y le regaló su derecho más preciado: la vida.