Saturday, March 30, 2019

Tras ser violada supe que estaba embarazada, pero el aborto jamás pasó por mi mente



Durante las vacaciones de Navidad de mi segundo año de estudios, a los 16 años, me quedé con mi prima de 24 años. Una noche, ella invitó a un chico de 19 años que había conocido en una sala de chat. Todos estaban bebiendo, y creo que nuestras bebidas habían sido drogadas. Durante unos segundos, me desperté en el sótano mientras el tipo me estaba violando y luego creo que me volví a desmayar. Cuando desperté, estaba sola. Corrí escaleras arriba para buscar a mi prima, pero el tipo seguía allí y yo estaba congelada. Una vez que tuve la oportunidad de hablar con mi prima, le pregunté lo que había sucedido, pero ella no recordaba nada tampoco.



Las próximas semanas después de ser violadas fueron bastante desastrosas. Me había prometido no decírselo a nadie. Me sentía basura. Me sentía asquerosa. Sentí que lo merecía, y que nadie me creería.

Un par de semanas más tarde, después de darme cuenta de que no tenía mi período, decidí hacerme una prueba de embarazo. La prueba de embarazo fue inmediatamente positiva. Yo no me lo creía. Me sentía avergonzada y enferma, ya que el padre de mi hijo era un violador. No era sexualmente activa, así que sabía que estaba embarazada de una violación.

El aborto nunca pasó por mi mente. Tuve una educación cristiana y siempre me enseñaron que los niños son una bendición, así que a pesar de que estaba embarazada por violación, en realidad me entusiasmaba tener un bebé. Sin embargo, cuando le dije a mi prima que estaba embarazada, ella inmediatamente me dijo que tenía que abortar.

Mis padres estaban molestos, por supuesto. Nunca había visto llorar a mi padre hasta que le dije que había sido violada y que estaba embarazada. Lloró como un bebé, luego pasó por un período de enojo. Me llevó a la oficina de policía y allí dijeron que era demasiado tarde para un kit de violación y que no podían hacer nada.

En el transcurso de mi embarazo, especialmente durante el verano de 2004 previo al nacimiento de mi hijo, me llamaron por teléfono y me preguntaron si entregaría a mi hijo en adopción. Mi mamá contestaba el teléfono y respondía con "El bebé no está en adopción". " Mis padres y yo nunca hablamos sobre la adopción, se suponía que criaría a mi hijo.


Después de un largo trabajo de parto sin medicamentos para el dolor, di a luz a mi hijo el lunes 27 de septiembre a las 2:57 pm. El proceso del nacimiento fue a la vez alegre y aterrador. Mi hermana me sostuvo una mano y mi madre la otra cuando di a luz a mi hijo. Instantáneamente sentí que él era parte de mí, él era hermoso y lo amaba.

Mientras estaba en el hospital, llamé a mi abuela y al abuelo y recuerdo que simplemente lloré y que mi abuela me preguntó por qué lloraba. Le dije que sentía que los había decepcionado, todavía culpándome por haber sido violada.

Cuando llegué a casa del hospital, la vida transcurrió de la manera más normal, tan normal como podría ser, siendo una madre adolescente. Las primeras semanas de ser mamá fueron geniales, pero una vez que volví a la escuela, se volvió mucho más duro. Tenía que trabajar a tiempo completo, ser madre a tiempo completo e ir a la escuela a tiempo parcial.       
               
Cuando volví a la escuela y supe que tenía que encontrar una guardería para mi hijo, solicité asistencia para la guardería, así como cupones de alimentos. En enero de 2005, debido a que estaba recibiendo asistencia estatal y ahora tenía más de 18 años, el estado de Wisconsin me obligó a buscar la manutención por parte del padre de mi hijo. ¡Estaba absolutamente aterrorizada! Me dijeron que él tenía tanto derecho a mi hijo como a cualquier otro padre soltero y no iban a tratar nuestro caso como un caso de violación.

Le rogué y le rogué que renunciaría a la ayuda estatal, pero me dijeron que incluso si optaba por interrumpir la ayuda estatal, él todavía tenía derechos.

Decidí hacer lo que estuviera en mi mano para proteger a mi hijo. Estaba tan asustada y preocupada de que si me pasaba algo el violador obtendría todos los derechos sobre mi hijo... También, a menudo, temía que él tratara de secuestrarlo así que vigilé a mi hijo como un halcón y me aseguré de que todos en la guardería supieran quién podía recoger a mi hijo.

A principios de 2007, los tribunales finalmente me obligaron a compartir la custodia con el padre biológico de mi hijo. Bajo una orden judicial, tuve que encontrarme con el hombre que me violó en Portage, WI, en el edificio de Servicios Humanos y de Salud del Condado de Columbia por mediación supervisada por el tribunal, donde me forzaron a diseñar un plan de crianza con mi violador, ya que se le otorgó la custodia conjunta. El objetivo declarado era conseguir la custodia del niño a partes iguales. El mediador estuvo de acuerdo con mis súplicas de que comenzáramos lentamente y luego desarrollar gradualmente una relación entre mi hijo y mi violador. En la reunión inicial, me horroricé porque tuvimos que intercambiar números de teléfono y correos electrónicos. 

Durante las próximas semanas, el violador y yo conversábamos por Yahoo Messenger, junto con algunas llamadas telefónicas. Hasta el día de hoy, todavía no puedo creer que el Tribunal de Justicia no me haya protegido de él. Siento que el sistema de justicia me falló y que incluso no consideró que fui violada. No hubo absolutamente ninguna audiencia ante el Tribunal sobre este asunto.

Tuve que verme cara a cara con el violador, y comenzaron las visitas. Después de aproximadamente 10 de estas visitas, algo cambió en mi vida que hizo que el violador diera marcha atrás: me comprometí. No estoy segura exactamente de lo que sucedió, pero él detuvo todas las visitas después de que le dije en nuestra última mediación en marzo de 2006 que estaba comprometido. Tal vez se dio cuenta de que él no sería capaz de manipular o controlarme porque ahora había otro hombre involucrado. Tal vez sólo había tenido curiosidad por conocer a su hijo biológico. Tal vez sus padres habían sido los que presionaban para las visitas. No lo sé, pero me sentí aliviada cuando cesó.
Sin embargo, el sistema judicial me falló. No debería haberle dicho que estaba comprometida. Debería haber estado protegida por el tribunal de justicia. ¡Fui violada! Siento que protegieron al violador mejor que a mí. 10 años después, todavía me lleno de pánico pensando que me vi obligada a interactuar con él.

Debido a la violación, el trauma de tener que lidiar con el 'padre biológico' de mi hijo, ahora sufro de trastorno de estrés postraumático. Me ocupo de mi trauma a diario. Va más allá de ser violada. La interacción que me forzaron a tener con el violador, no sólo me afectó a mí, también afectó a mi hijo. Afortunadamente, mi esposo ha sido un buen padre para mi hijo, y mi hijo no tiene recuerdo de las visitas al hombre que me violó.

Estoy compartiendo mi historia ahora porque me he inspirado en una historia reciente de San Luis de otra mujer que quedó embarazada por violación. En primer lugar, quiero que la gente sepa que un niño concebido en violación es una bendición y es digno de amor. En segundo lugar, quiero concienciar sobre la difícil situación de las mujeres que son violadas y eligen criar a sus hijos. La ley necesita ser cambiada en Wisconsin. Ninguna mujer debe ser obligada a tratar con su violador si decide criar a su hijo. Quiero estar disponible para testificar ante las legislaturas para asegurarme de que esto nunca vuelva a pasarle a otra mujer.

Nota: Ashley Beal es madre y especialista en vida independiente / Servicios para jóvenes, que reside en el área de Madison, Wisconsin y oradora y bloguera provida de Save The 1 . Ella es la Directora de Save the 1 para el proyecto de Ley de Custodia de Sobrevivientes de violación

Saturday, March 23, 2019

Un diagnóstico médico con muy mal pronóstico



Hoy me atrevo a contarles mi historia que se terminó convirtiendo en un testimonio y espero con él poder llegar a muchas personas. Es la historia de mis gemelos que se aferraron a la vida.


Hace casi un año quede embarazada. Para mí fue muy difícil aceptarlo porque sólo tenía 20 años, estaba empezando un nuevo trabajo y, para serles honesta, no tenía idea de qué iba a hacer. Me pasaban mil cosas por la mente entre ellas la posibilidad de perder mi trabajo y ahora sí, no tendría como mantener al bebé en camino.

Con el apoyo de mi mamá, logré aceptar que estaba embarazada y que mi vida cambiaría pero que estaba en mis manos hacer que nuestro futuro fuera diferente en el buen sentido.

Los mareos y los vómitos empezaron. Pasaron algunas semanas y queríamos conocer el sexo del bebé. Para nuestra sorpresa no era un bebe sino dos. Ese día no mostraron el sexo porque estaban jugando y les juro que fue lo más hermoso que vi. El ultrasonido lo hicimos por privado. El doctor no nos dijo absolutamente nada más que eran dos y que estaban en dos bolsas.

Los vómitos aumentaron a tal punto que perdí mucho peso y tuve que recurrir al gobierno porque ya me era imposible trabajar y necesitaba incapacitarme a ver si las cosas mejoraban.  Tuve la primera cita en medicina general y ahí ellos me dejaron un ultrasonido para la siguiente semana, yo no creía que mi vida iba a cambiar en tan solo una semana…

Llegó esa semana y la especialista (perinatología) me dijo: "Mira, mamá tenés dos varones, están en dos bolsas, pero en una placenta (mono-bi). Vamos a ser sinceras, te voy a explicar lo que está pasando. Uno de los gemelos es realmente pequeño hay un 30% de diferencia uno del otro. Aparte, el más pequeño tiene una arteria umbilical única, esto es lo que va a pasar: 1) se mueren al hacer una transfusión feto a feto, 2) se muere el más pequeño, 3) el más grande queda con parálisis cerebral. Ahora nos queda esperar una de estas cosas, te vamos a ver cada semana a ver cuándo te interrumpimos el embarazo…

Ese día mi vida cambió. Sentí que el mundo se me venía encima y sólo necesitaba un milagro; yo lloré y le supliqué a Dios que no me abandonara.

Pasaron las semanas y tuve que pasar muchas cosas entre ellas. La hiperémesis gravídica, una parálisis facial, un internamiento a la semana 26 con la colocación de un pesario porque los gemelos ya querían nacer, entre muchas cosas más que superé de la mano de Dios.

Entre una semana y otra había noticias buenas y otras malas. En medio hubo fe y muchas personas orando.


Llegó la semana 34, fue un viernes, y tenía control (como todos los viernes desde hacía meses) y el doctor me dijo que trataríamos que los gemelos aguantaran un poco más por el peso. La diferencia ese día era del 38%. El bebé más pequeño pesaba 1500 g según el ultrasonido y el otro 2350g… También me dijo que era posible que el más pequeño, si es que sobrevivía, quedara con “problemitas".

Resulta que ese día me fui a mi casa y en la madrugada rompí fuente. Llegamos al hospital, me quitaron el pesario y empecé a dilatar muy rápido. Los dolores eran intensos y decidieron hacerme una cesárea de emergencia.

El 17 de noviembre del 2018 nació Deikel Samuel Gordon C pesando 1530 gramos a las 8:29 am; a las 8:31 am llegaría Denzel Kenai Gordon c. pesando 2330g.

Nuestra historia de fe aún no estaba terminada ya que Deikel, mi pequeñín, nació súper bien y no necesitó oxígeno.  Pasaría de Neonatos al área de Prematuros para aumentar peso. Pasaron dos semanas y tuvo problemas con la respiración al ser tan pequeñito; al cabo de 4 semanas Deik ya pesaba 1900g y era hora de ir a casa. Colocamos las máquinas de oxígeno y ya todo estaba listo. Deikel duró 1 semana con oxígeno porque Deikel es hijo de un Dios de milagros y con nuestro amor sus pulmones maduraron……Ahora mi hermoso gordito Denzel a pesar de que nació con un peso excelente ocupó asistencia respiratoria y paso 13 días en cuidados intensivos, otra vez le creímos a Dios y al cabo de dos semanas está en casa con mis abuelitos y tías …

Hemos pasado muchas cosas, pero nos aferramos a la vida. En algún momento, Deikel pesó 1200g  y Denzel 2000g. Estamos a la espera de una cirugía de una hernia para Deik pero creemos en hemos pasado tanto y seguimos nuestro camino de fe con dos niños sanos, sin secuelas. Los doctores de asombran de todo lo que hacen a tan corta edad.

Nota: Nancy Chinchilla es de Costa Rica, tiene 21 años, es madre de dos gemelos y ha escrito su testimonio para Salvar El 1.

Saturday, March 16, 2019

Mi madre no dudó en tenerme a pesar de los terribles augurios. Sin embargo, yo aborté y ahora me arrepiento.



Kristina Lynch

Corría el año 1969. Mi mamá y mi papá llevaban casados ​​ 15 años y tenían una hija de 12 años. Habían decidido que no querían tener más hijos. Mi madre fue a ver a su médico por lo que pensó que podría ser la gripe, pero resultó que estaba embarazada de mí. A los 44 años de edad, se consideraba que era bastante mayor para estar embarazada, especialmente en aquel entonces. Como se puede imaginar, fui una gran sorpresa para ellos.


La doctora le habló de muchas posibles complicaciones y le aseguró que si continuaba con el embarazo tendría un “bebé con Síndrome de Down”. El personal médico le recomendó a que me abortara. Pero ella no tenía ninguna duda de que me tendría sin importar el diagnóstico del médico.

Cómo me gustaría que todavía estuviera aquí para responder a mis preguntas, pero falleció hace dos años a la edad de 91 años, el 19 de enero de 2017. Pero siempre dijo que yo era un regalo de Dios y que estaba agradecida de que le diera un bebé doce años después de tener a su primera hija, mi hermana Robin. Imagínate, doce años, no hay control de la natalidad, no hay tratamientos de fertilidad, sólo el tiempo de Dios. Eso es lo que falta en estos días: una gratitud y admiración por Dios nuestro Creador. Por eso es tan fácil para las mujeres subirse al carro de la "elección".

A pesar de que crecí oyendo explicar mi propia historia de nacimiento, no heredé la fuerza de carácter de mi madre cuando quedé embarazada a la edad de 19 años. Soltera, vivía con mi primer novio que me dijo que pagaría el aborto. Estaba confundida, aterrorizada e insegura sobre qué hacer. Mis padres nunca me enseñaron realmente que estaba mal vivir con mi novio, y nunca me juzgaron por eso; sin embargo, en lo que respecta a este embarazo, me avergonzaba y temía decírselo a mis padres. Aparte de mi propia historia, mis padres nunca hablaron realmente sobre el aborto.

En mi círculo de amigos, se consideraba que el aborto no era algo bueno, pero estaba allí si lo necesitabas. En ese momento, realmente no sabía qué pensaba sobre el aborto, pero definitivamente me había influido creer que poder elegir era lo mejor. Mi mejor amiga que ya había abortado me llevó a la clínica.

La primera vez que entré, me hicieron otra prueba de embarazo para confirmar los resultados y luego me programaron para el aborto. Recuerdo que estaba muy confundida porque todo sucedió en un día. Durante la espera, estaba bastante callada, bebiendo y fumando mucho, y adormeciéndome. Mi novio y yo realmente no hablamos y nos mantuvimos alejados el uno del otro.

Llegó el día. Mi amiga que me llevó a la clínica la primera vez me acompañó de nuevo. Aparcamos lejos de la clínica y cuando entramos, había mujeres en fila pidiéndome que no entrara. No habían estado allí en mi primera visita y fue impactante y aterrador verlas llorando y gritándome, porque me sentí culpable. Había una parte de mí que no quería hacerlo. Me educaron en la fe católica y una parte de mí sabía que estaba mal, pero había otros a mi alrededor que me decían que estaba bien. Mi amiga ciertamente no estaba lista para lidiar con su propio aborto y no le gustaba verlos allí, así que corrimos a las puertas de la clínica tan rápido como pudimos para evitar a estas mujeres.

Una vez dentro de la clínica de abortos, el personal era robótico y frío, pero el médico estaba alegre como si disfrutara de lo que hacía. Parece tan sádico ahora. En la camilla, me metieron en una habitación grande donde podía escuchar a otras mujeres cerca, separadas por cortinas. Podía oírlas hablar, podía oírlas llorar.

Cuando el sedante se disipó, me levanté y comencé a reír. Había otras chicas despertándose también en la misma habitación. La risa es un efecto secundario del sedante. Mirando hacia atrás y con la sabiduría que Dios me ha dado ahora, era maldad e influencia demoníaca, diría yo. Busca la palabra Pharmakeia. Significa "brujería relacionada con las drogas, como la práctica de las artes mágicas". Eso me parece una descripción más adecuada.

Tras el aborto, me hundí en una profunda depresión. Poco después del aborto, mi novio y yo terminamos y me mudé con mis padres. No les dije a mis padres lo que había hecho y no hablé con mis amigos al respecto porque sólo quería olvidar. Pero sentí una oscuridad que lo abarca todo. Nunca me había sentido tan mal. Tenía mucho odio a mí misma. Mi madre vio mi nivel de depresión y me sugirió que viera a mi médico.

Todavía avergonzada, ni siquiera le dije a mi médico que había abortado así que no tenía idea de lo que realmente estaba pasando. Me recetaron Prozac y medicamentos para ayudarme a dormir. Nada ayudó y la oscuridad sólo me envolvió más y más. Sola en mi habitación contándolas una a una, tomé 30 pastillas para dormir de una vez.

Por alguna razón, llamé a mi mejor amiga para decirle adiós. Ella me escuchó arrastrarme e inmediatamente se puso en contacto con mi madre y me enviaron una ambulancia. En la sala de emergencias, me dieron carbón activado para inducir el vómito. Es un sabor horrible y debes beberlo si no quieres que te bombeen el estómago. Me ingresaron en el hospital un par de días y, nuevamente, no le conté a nadie el aborto, a pesar de que me hicieron las preguntas habituales sobre si hubo algún cambio reciente en mi vida.

Durante los siguientes 13 años, peleé con esos demonios, tomé medicinas, drogas y alcohol.

En agosto de 2001, viajé con un amigo a la ciudad de Nueva York. Unas pocas semanas después, sucedió el atentado del 11 de septiembre. Fue impactante y surrealista. No pude entender cómo sucedió ni por qué hay maldad en el mundo.

Una recepcionista de la oficina en la que trabajaba me había estado invitando a la iglesia, así que comencé a hacerle preguntas. Hicimos planes para reunirnos para tomar el té al otro lado de una librería "espiritual". Un día fui con tiempo y compré un libro sobre cada religión. Estaba buscando una respuesta a mis grandes preguntas.

Cuando se los enseñé, mi compañera de trabajo me preguntó si había comprado una Biblia. ¡Sí! Estaba en el maletero de mi coche. Ese mismo día, había ido a hacer un recado para mi jefe a Costco y vi las Biblias apiladas, así que cogí una. Esta compañera de trabajo me dijo que devolviera todos los otros libros y que todo lo que necesitaba era la Biblia. Recuerdo que me sorprendió que dijera eso, y no devolví los otros libros porque quería descubrir estas cosas por mí misma.

Sin embargo, durante las siguientes semanas, me encontré leyendo la Biblia. Una noche, sentándome tarde, comencé a ver un programa de televisión que me llamó la atención. Era un hombre hablando en un gran estadio. Su nombre es Greg Laurie y fue un evento llamado Harvest Crusade. Él hablaba de Jesús y yo me preguntaba: "¿Quién es Jesús?" ¿Cómo me criaron en la fe católica y no me enseñaron quién es Jesús?

Una vez más me puse en contacto con la recepcionista que ahora era mi amiga y le hice más preguntas. Sugirió unirse a un estudio bíblico para mujeres. Finalmente, lo hice. Hubo varios estudios diferentes que llevaron a recibir el bautismo. Luego llega un punto en el que escribes todos tus pecados y puedes compartirlos con otra persona si así lo deseas, pero el propósito del ejercicio fue ayudarnos a comprender qué es el pecado y darnos cuenta de que los pecados han sido perdonados.

No necesitaba que nadie me dijera que el aborto era un pecado. Ya lo sabía. Por primera vez, escribí este pecado mío en un pedazo de papel y lo compartí con la mujer con la que me asociaron para el estudio. Sentí alivio al sacarlo. Ella respondió con amabilidad. Oramos juntas. No hubo condena, simplemente, "¿no es sorprendente que podamos ser perdonados?"

Poco después de ser bautizada, tuve una conversación con otra joven que también había sido bautizada, y me sorprendió escucharla decir que sentía que el aborto era una decisión de la mujer. Me sorprendió que ella pensara así después de todo lo que acabábamos de oír, que fuimos hechos a la imagen de Dios, y tras haber recibido el Bautismo.

Ahora soy una mujer distinta que emplea su voz para decir a las jóvenes que están viviendo una terrible mentira. El aborto nunca debe ser una opción. Es una cosa horrible animar a las mujeres a hacerlo. Arruinará tu vida en muchos niveles. También estoy aquí para decirles que, si ya han cometido ese error, hay alguien que traerá el perdón, y su nombre es Jesús.

Todavía había una persona más a la que necesitaba confesar mi aborto: mi madre. Entré en su habitación, pregunté si podíamos hablar y le dije que tenía algo importante que decirle. Lloramos, nos abrazamos y le pregunté si pensaba que Dios me perdonaría y me dijo: "Sí". Ella era muy indulgente, cariñosa y amable. Fue un momento tierno y no del todo lo que había temido durante tantos años.

Estoy muy agradecida de que mi madre no escuchara a los médicos y que me diera vida. Aunque yo no hice la misma elección en mi vida e hice algo tan horrible como abortar, mi madre me amaba y me apoyaba. Ahora cuento mi historia porque veo lo importante que es para las mujeres jóvenes entender el valor de la vida, como lo valoro hoy en día y lo destructiva que es la decisión de abortar tanto para el bebé como para la madre.


BIO: Kristina Lynch es dueña de una pequeña empresa. Reside en la costa central de California con su esposo, dos gatos y un pollo. Sus intereses incluyen la búsqueda de tesoros para su negocio de reventa, hacer manualidades y pasar tiempo en su jardín y caminar por el paseo marítimo. Es voluntaria en el Colectivo Juvenil local de niños de secundaria y preparatoria, así como en el Club de Buenas Noticias que enseña a los niños de primaria quién es Jesús. y ahora también es bloguera provida de Save The 1 http://www.savethe1.com (Salvar El 1)

Saturday, March 9, 2019

Mató a mi familia en el lugar más seguro, como hacen los abortistas


Ya han pasado casi 8 años desde que mi hermano Lloyd, mi cuñada Dixie y mi sobrino de 22 años, Steven, fueran brutalmente asesinados en su casa, exactamente el Día del Padre del año 2011.  Lloyd y Dixie estaban casados desde que eran adolescentes, tenían dos hijas ya emancipadas que están casadas y tienen sus propias familias y a Steven que fue adoptado por Lloyd y Dixie cuando era tan sólo un niño. Cuando llegó a su casa venía de un orfelinato y pertenecía a los llamados "niños agitados" y ya sabían que iba a precisar cuidados especiales toda su vida. De hecho, los doctores dijeron a mi hermano y mi cuñada que Steven jamás andaría o hablaría, pero ellos lo adoptaron a sabiendas de que sería siempre una persona dependiente. Este hecho pone de manifiesto las personas amorosas que eran. Steven aprendió a andar, con lentitud con una sola extremidad porque en el lado derecho de su cuerpo tenía una movilidad muy reducida e incluso se graduó en la escuela superior. Y logró ir en bicicleta con cuatro ruedas con mucha soltura a pesar de sus serías limitaciones.



Ellos eran personas muy participativas en la vida de su comunidad y todo el mundo los apreciaba mucho y admiraban su generosidad. Lloyd colocaba azulejos de diseño y había sido un artesano toda su vida. Mucha de su actividad profesional la había desarrollado en Santa Fe en casas que costaban millones de dólares. Le encantaba pescar y disfrutaba con su esposa de cualquier actividad al aire libre. Dixie era voluntaria en una casa cuna y era la incansable abogada de su hijo Steven.  Ambos, Lloyd and Dixie, eran muy organizados, algo que tenían en común.

La noche en que fueron asesinados, mi hermano debió de oir al intruso, se levantó de la cama sin vestirse y vió qué estaba ocurriendo. Salió al exterior y allí fue atacado y asesinado con un pico. Tenía morados y heridas en sus brazos que le hicieron cuanto intentaba protegerse de los golpes. Es extremadamente duro para mí imaginar la escena que tuvo lugar allí.

El asesino, entonces, entró en la casa por la puerta trasera que mi hermano había dejado abierta cuando salió y se dispuso a entrar en la habitación de matrimonio donde mi cuñada aún estaba durmiendo. La mató con el mismo pico golpeándola directamente en la cabeza. La encontraron así, con la cabeza sobre la almohada.

Deducimos que mi sobrino debió oír algo. El asesino también lo atacó y lo asesinó en la cocina con la misma arma, pensamos que, mientras intentaba llegar al dormitorio de sus padres.

Recuerdo contestar al teléfono el Día del Padre con la noticia de que Dixie, Lloyd y Steven habían muerto y mi primer pensamiento fue: "¿En un accidente de tráfico?". Pero en lugar de eso me explicaron la horrible historia de cómo habían muerto. En aquel momento, aún no sabíamos quién había sido el artífice. El único camino que conseguí encontrar para afrontar la tragedia que acababa de ocurrir y el consiguiente proceso, fue perdonar a la persona o personas que lo habían hecho.

Dyanne y su hermano Lloyd

Gracias a este perdón, me sentí en paz y vi que Dios me mostraba cómo este acto macabro de acabar con la vida de alguien en el que debería haber sido el lugar más seguro -su hogar, en la calidez y seguridad de su lecho, descansando tranquilamente en mitad de la noche- es exactamente lo mismo que ocurre con un niño por nacer que es asesinado violentamente en la seguridad y tranquilidad que debería ser el seno de su madre, para él el lugar con más garantías de protección y amor...

Como es protocolo en los casos de homicidios, llamaron a la policía y empezaron las investigaciones. Tristemente, cuando los bebés son abortados la policía no recibe ninguna llamada ni se tramita una investigación para determinar la muerte.

La mayoría de la gente no se plantea nada acerca de la Justicia hasta que ocurre algo así con ellos mismos o sus seres queridos y muchos provida, incluso cristianos, no se involucran en los movimientos de defensa de la vida hasta que algo les sucede, les agita el corazón y es el detonante.  La falta y carencia que cometen estas personas es la de no implicarse y yo también fui uno de ellos y tuve que solventarlo.


Soy la única mujer de 10 hermanos y fui educada dentro de la Iglesia. De hecho, fui catequista de niños, pero no siempre recordé el tema del aborto.  Cuando tenía 16 años, todavía era muy niña, me quedé embarazada de un hombre de 23 años con el que salía. El aborto era algo implanteable, algo que jamás habría pasado por nuestras mentes. Cuando una chica se quedaba embarazada asumía la responsabilidad de sus actos así que me casé con el muchacho un mes después de cumplir mis 17 años, 5 meses antes de que naciera mi hijo.

Estuve casada con él tres años en los que abusó de mí en todos los sentidos que pueda haber. Incluso me violaba continuamente pero jamás he visto en mi hijo el recuerdo de ese abusador. Tras tres años, supe que jamás se había divorciado de su primera esposa así que tramité una nulidad. Me dieron la custodia total de nuestro hijo y el abusador eludió cualquier responsabilidad sobre él aunque periódicamente me amenazaba con raptarlo y ocultarlo en el lugar más recóndito de México. Criar a mi hijo sola, sin ningún apoyo gubernamental ni ayuda a la Infancia me convirtió en una mujer más fuerte y moldeó mi carácter y no me arrepiento en absoluto de haber dado a luz a mi hijo.  Sí yo pude hacerlo, entonces cualquiera lo puede hacer, también.

 A pesar de que yo misma era depositaria de un bello testimonio de vida, aunque no fuera consciente, no estaba tan identificada con la realidad del aborto como para implicarme hasta que ocurrió la tragedia de mi familia y Dios me dio esas luces para ver la analogía con el asesinato de los bebés inocentes. Desde entonces, mi militancia provida se ha activado y no hay nadie que, a estas alturas, pueda silenciarme.

En mi pequeña ciudad no hay ninguna clínica de abortos, pero doy conferencias en mi iglesia y manifiesto mi oposición y descontento en lugares distintos a las clínicas abortistas. He estado en el Capitolio estatal de California y soy editora de numerosas páginas provida entre las que se incluyen Save the 1 (Salvar El 1). También he participado en la Manifestación por la Vida de Washington, D.C con colegas de Save the 1. Aunque no me quedé embarazada tras sufrir una violación sé que es que te viole el padre de tu hijo biológico y me siento claramente identificada con todas esas mujeres que lo han sufrido.

Dyanne y su esposo Robert

Aunque estuve flirteando con el movimiento provida cinco años, era de las personas que defendían "excepto en casos de violación". Yo insistía en esta retórica sin haberlo pensado detenidamente porque era lo que oía continuamente del entorno. Y, en este momento, me presentaron a Rebecca Kiessling y escuché su historia. Empecé a seguirla en Facebook y me di cuenta de lo equivocada que estaba al pensar que un niño engendrado tras una violación era menos valioso por ese modo concreto en que había sido concebido. Y entonces, acudí a oírla hablar, estuvimos charlado un rato y empezamos a planear la estrategia de las no concesiones. Nuevamente, no podía creer que hubiese podido creer en la discriminación y devaluación de una vida proveniente de una violación convencida de que, lo correcto, era despreciarlas.

El 13 de febrero de 2015, supuso un punto y aparte en el caso sangriento de mi familia y hubo un arresto. Él chico tenía sólo 16 años en el momento del crimen que costó la vida a mis familiares. Era un conocido de la familia, aunque no íntimo. Nicolás Ortiz asesinó por dinero exactamente igual que hace un abortista. Con dos cómplices más, planeaban robar en la casa mientras mi familia dormía. Lo único que cambió para mí tras el arresto fue que, a partir de ahora, tendría un nombre concreto a quien dirigir mi perdón.

El 17 de mayo 2016 tuvo lugar el juicio. Entendí que tendría que luchar mucho para ofrecer mi perdón a ese muchacho. Fue una dura prueba para mí y para los miembros de mi familia; lo pasamos muy mal sentados ante el Tribunal durante el tiempo que duró el proceso. El perdón es una elección. Yo escogí el perdón para no vivir amargada, resentida y llena de odio y rencor. Por Voluntad propia elegí perdonar lo que en modo alguno quería decir que no deseaba que se hiciera justicia y que cayera sobre los asesinos todo el peso de la ley. Quería que los autores del crimen recibieran su merecido castigo y que los encerraran a buen recaudo. Pero yo, por mi parte, los perdonaba encarecidamente.

Algunos de mis familiares no me comprendían, no entendían que quisiera perdonar, al igual que nuestra sociedad. Y esto me recordó cuando participé en la Marcha por la vida con mis amigos de Save The 1.  Al final de la Marcha, en la Corte Suprema, nos manifestamos con nuestros carteles -en algunos de ellos se leía, "Concebido en una violación, amo mi vida" o "Madre tras una violación, amo a mi hijo" y también "Madre que abortó, añoro a mi bebé". Como mi marido hizo fotos del grupo, pude observar la reacción de los manifestantes-algunos eran adolescentes, pero también los adultos tenían el mismo semblante. Para mí fue muy significativo porque ellos estaban muy identificados con la Marcha, exhibiendo eslóganes provida. Pero, cuando vieron los nuestros, sus rostros manifestaban asombro y supe que, para algunos de ellos, se les habían abierto los ojos ante una realidad nueva. Ante ellos, ahora, había emergido la realidad de las excepciones, algo que nunca ante habían visto u oído.

Estamos llamados al perdón, sin excepción, y estamos llamados al amor y a procurar el cuidado, sin excepción, como Dios nos perdona y nos ama sin concesiones ni excepciones. Estos últimos 8 años de mi vida han sido con diferencia los más difíciles para mí. Pero quiero decir esto: ¡Dios ha sido mi principal fuente de esperanza en estos 8 años!

En diciembre de 2016 Nicolás Ortiz fue declarado culpable de asesinar a los tres miembros de mi familia. Estará un mínimo de 99 años en prisión. Este fue el segundo juicio por asesinato. El primero tuvo lugar en junio, y resultó  8-4 a favor de una condena por asesinato. El alivio que sentimos no puede ser explicado con palabras. Se había hecho justicia y el mundo era un lugar más seguro con Nicolás Ortiz tras las rejas.

Sin embargo, seis meses después de la condena, el tribunal de primera instancia dictaminó que hubo un error en una de las instrucciones del jurado, y el caso se apeló, aunque Nicolás Ortiz permaneció en la cárcel del condado durante este tiempo.

Finalmente, en febrero de 2019, la Corte Suprema de Nuevo México restableció la condena por triple asesinato. Ahora el caso se enviaba de vuelta al Tribunal del Distrito para que se restablezca el veredicto y se cumpla la sentencia.

Estoy de acuerdo con mi sobrina, Angela Ortiz, que dice: "No nos los devolverán, pero nos dará una base para seguir adelante". Fue muy frustrante porque nuestra familia sintió que el sistema judicial daba pie a una revisión y necesitamos todos un punto y final para este capítulo para que podamos avanzar y sanar en este libro abierto que llamamos vida.

Pare leer el testimonio en Inglés 
[http://savethe1.blogspot.com.es/2016/05/he-killed-my-family-in-safest-place.html]

BIO:  Dyanne Gonzales es esposa y madre, editora de diversas páginas pro vida, incluyendo A Voice For Unborn Babies, Salvar El 1, and for Save The 1.  Miembro del comité directivo de SaveThe1.


Mucha gente me hizo presión para que abortara


Hola, me llamo Patricia y me siento muy cercana a la causa provida. Primero, por mi fe ya que creo en un Dios todopoderoso autor de la vida y, como tal, el único dueño de interrumpirla y soy firme defensora de que el respeto al derecho ajeno constituye la paz.  También porque pienso que mi derecho termina donde comienza el tuyo.

Tengo 30 años, nací con espina bífida condición que no se descubrió hasta que cumplí diez años y ahí mismo se reveló que mi papá y mi abuela paterna también tienen esta anomalía.


Los tres hemos podido llevar una vida normal, ocasionalmente nos duele la espalda al subir de peso pero fuera de eso no hemos sido infelices ni estamos postrados en cama. Me espanta pensar que en la actualidad asesinan bebés por nacer sólo por tener esta mal formación.

Salí embarazada de mi hija porque la planificación falló. Nuestra economía familiar no podía permitirse un bebé, estábamos muy mal económicamente y no alcanzaba para mantener un bebé. Mi carrera profesional no me dejaba tiempo para ser madre (acababa de ascender y estaba en un momento en el cual era imprescindible que trabajara compulsivamente ya que estaban presionándome muchísimo y, si no cumplía, me despedían). Mi esposo y yo acabábamos de retomar la Universidad y con un enorme sacrificio nos habíamos inscrito en una prestigiosa y cara Universidad para coronar nuestras carreras y tener la llave del éxito económico y profesional que necesitábamos para cumplir nuestro sueño de tener hijos. El nivel de estrés que yo manejada me había provocado sobrepeso e hipertensión además de pre diabetes, por lo tanto, ni mi salud, mi cuerpo y mis finanzas estaban listas para tener un bebé.

Pero pasó, salí embarazada y al inicio padecí dos amenazas de aborto por malas praxis de la ginecóloga que me atendía. 

En la primera amenaza de aborto no me dejaron tomarme la incapacidad, pero a la segunda amenaza de aborto me pusieron una acción de personal por una falta que yo no cometí, me bajaron de puesto, me quitaron la cartera de clientes que me había costado casi un año y mucho esfuerzo y se la dieron a otra persona a la cual no le había costado trabajo y para rematar me quitaron el beneficio de comisiones (USD$ 1000 mensuales) de las que mi familia dependía para salir adelante económicamente. 


Me hicieron decir que mi embarazo era de alto riesgo para hacer estos atropellos, aunque ningún médico respaldó este diagnóstico ya que yo superé las amenazas de aborto y logré llevar un embarazo normal. A partir del cuarto mes nunca más me incapacité. 

Estaba destrozada, estaba siendo víctima de discriminación laboral por estar embarazada y legalmente no podía hacer nada ya que no podía pagar un abogado para un juicio que no sabía si iba a ganar. 

En medio de todo ese desastre financiero y maltrato laboral durante la segunda amenaza de aborto la ginecóloga me derivó a un hospital del sistema público de salud ya que yo no podía pagar atención privada. En ese hospital me atendió un ginecólogo que me dijo que por la cantidad de sangrado yo ya había perdido el embarazo, que no había nada que hacer y que me tenía que practicar un legrado. 

Yo me opuse al legrado ya que no había una ultra que respaldara que el corazón de mi bebé de nueve semanas de gestación se había detenido. Mi instinto de madre me decía que mi bebé aún estaba vivo, que tenía que tener una ultra para diagnosticar aborto espontáneo.

El mal llamado médico me dijo: “yo no voy a gastar recursos en hacer una ultra por un feto muerto. Si usted se quiere engañar y hacerse falsas ilusiones gaste su dinero en una ultra en algún hospital privado, pero aquí no se la haré porque usted ya perdió el embarazo y está en estado de negación”.

 Me levanté, me vestí y salí de ahí. Me hice la ultra (mi madre que fue mi ángel me prestó el dinero) y en la ultra claramente se veía a mi bebé con su corazoncito latiendo, sus manitas unidas, su cabecita... ¡un bebé! No era un feto para mí, era mi bebé. Me endeudé, pero jamás regresé a ese hospital. Preferí endeudarme hasta con lo que no tenía. pero mi control lo llevé con un ginecólogo maravilloso, provida y de los más excelentes de mi país. 

Mi ángel bello, mi bebé del cielo, mi tesoro que Dios me mando nació perfecta, completa, sanita a las 40 semanas, con muchos cuidados, pero sin mayores complicaciones para mi salud. Defendí a mi hija de un ginecólogo que me mal diagnosticó y Dios me bendijo con una bebé sana a pesar de todo el sufrimiento que me provocó el maltrato laboral y discriminación durante mi embarazo. 

Dios no me desamparó, no tengo bonanza económica, pero he ido pagando mis deudas y aunque financieramente estamos mal, nunca me ha faltado trabajo ni a mí ni a mi esposo para darle de comer a mi hija, comprarle medicina cuando está enferma, comprarle ropa cuando la necesita y no hemos padecido hambre ni frío. No tenemos lujos ni abundancia, pero nos llueven bendiciones cada día y puedo ver la mano de Dios. 

Soy provida porque mucha gente me dijo e hizo presión para que abortara esgrimiendo que  perdería mi trabajo, porque tenía y sigo teniendo problemas económicos. Me presionaban a abortar porque decían que arruinaría mi vida, perdería mi carrera profesional y mis sueños se harían añicos. Me presionaron a abortar diciéndome que arruinaría los sueños de mi esposo y su futuro profesional y académico. Pero defendí la vida y ahora mi esposo y yo tenemos nuevas fuerzas, ahora tenemos el doble de motivación y aunque nos tome más tiempo, hemos ido cumpliendo nuestras metas a paso lento pero seguro con una hermosa bebita que nos llena de amor, ternura y una dulce sonrisa. Natalia Sofía es mi mayor bendición, mi renuncia a mi egoísmo, a vivir sólo para mí y por mí. Su nombre, Natalia significa nacimiento y Sofía, sabiduría.

Me dijeron que primero era mi vida que mi hija, me dijeron que traería a mi hija a aguantar hambre, me dijeron que arruinaría mi futuro, me dijeron que ya vendrían otros bebés. Me dijeron que no fuera retrógrada, me dijeron que no desperdiciara mi dinero... Pero lo que no me dijeron es que, si abortaba, me iba a perder su sonrisa, su amor y un acercarmiento a mi Dios y Padre Celestial. Por eso y mil razones más, decidí no abortar, porque quería abrazarla, porque si Dios me permitió ser su mamá y ella, mi bebé, no iba a renunciar a esa bendición.

Patricia Galdámez de Martínez, El Salvador

Sunday, March 3, 2019

Jennifer quedó embarazada tras una violación y la obligaron a abortar. Ella es de Wichita, Kansas.


Estoy escribiendo esto en el 21 aniversario de mi aborto y me cuesta creer que haya pasado tanto tiempo. Gracias al Proyecto Raquel y algunas largas charlas con Dios estoy mucho mejor y he solucionado la mayoría de mis problemas. 

Cuando tenía 15 años, en Michigan, tuve una relación sentimental con un profesor de Secundaria que tenía más del doble de mi edad y estaba casado. De hecho, tenía hijos de mi misma edad. Era muy joven y pensé que estaba enamorada. Cuando tenía 16 años, me quedé embarazada.
Mi mamá se enteró cuando la enfermera del doctor la llamó y le dio los resultados de mi prueba de embarazo. Ella se dispuso a averiguar quién era el padre siguiéndome. 
Cuando lo descubrió, lo amenazó con la pérdida de su trabajo, su familia y su libertad. Luego me comunicó que me había pedido cita para abortar. Dije: "¡No!"  y me marché a casa de una familia donde ayudé a cuidar a sus cuatro hijos y seguí asistiendo a la escuela
Mi madre presionó al padre de mi hijo y me hicieron mi primera cita de obstetricia / ginecología en la clínica del Dr. Hodari en Southgate. Pensando que iba a una revisión prenatal, fui y llené algunos papeles, aunque no un formulario de consentimiento porque sabía que no quería un aborto. Hablé allí con una asesora y le dije que yo no quería abortar. Ella me dio información sobre el control de la natalidad y nada más. Entonces me dijeron que necesitaba un ultrasonido. La pantalla se mantuvo alejada de mí y me dijeron que estaba de 7 - 8 semanas. 
Jennifer McCoy y su familia
Se suponía que la siguiente parte era el examen, que era una rutina, según me dijeron. Cuando aquel hombre entró en la habitación y le dije que estaba lista para un examen, masculló algo. De repente, sentí un dolor insoportable y escuché un ruido como de vacío. Intenté levantarme y él me empujó hacia abajo.
Estaba llorando y él dijo: "Terminará en cinco minutos y puedes continuar con tu vida". Si te mueves, podrías morir". Estaba aterrorizada y todo lo que podía hacer en ese momento era llorar. Tenía miedo y estaba sola en esa habitación. Sentí que me estaban arrancando algo dentro de mí y no había nada que pudiera hacer. El hombre que me dejó embarazada estaba en la sala de espera.
¡Estaba enojada porque nadie me ayudaba! Sabían en la clínica que este hombre mayor era el responsable de embarazarme, pero nadie dijo una palabra. El aborto iba a encubrir su delito, ocultando el hecho de haber tenido relaciones sexuales con una menor. Por eso los violadores aman el aborto, porque borra toda huella de sus crímenes.
No había nadie en la calle, ningún pro-vida rezando fuera porque sé que si una sola persona me hubiera alertado de que entraba en un abortorio y no en un consultorio de obstetricia / ginecología, entonces yo nunca habría entrado.
Algunas semanas después, llevé a este hombre a juicio y su abogado presentó los documentos en los que afirmaba que mi madre había firmado los documentos necesarios para que pudiera hacerme el aborto sin mi consentimiento. Me sentí completamente traicionada y el bebé que tanto deseaba estaba muerto. Sé que era un niño, así que años más tarde, después de décadas de no estar bien y no poder ni levantarme de la cama, asistí a un retiro del Proyecto Raquel y lo llamé Austin Christopher.
Mi madre todavía vive en Michigan y hoy nuestra relación es buena. Después del aborto, había querido morir. Luego, en 1994, fui al Proyecto Raquel y fue la primera vez que realmente lidié con mi aborto y con las relaciones rotas que éste había provocado, incluída mi madre. Aunque tenemos creencias completamente diferentes, ella sostiene que tomó las decisiones correctas así que, por respeto a ella, hemos decidido no hablar más del asunto. Ella siente que tenemos una buena relación y yo estoy de acuerdo. Pero costó años y pasar por el proyecto Raquel para llegar a ella.
Comencé a ir a las clínicas de abortos como voluntaria en 1991. Desde entonces, sentí que Dios me llamaba a estar allí, en primera fila donde a las niñas y jóvenes que van a abortar deben saber que hay ayuda para ellas y su bebé, que no están solas y que hay gente que se preocupa por ellas.
Mis hijos asisten a la escuela católica. En Secundaria una de las clases de moralidad incluía tres historias de niñas que iban a abortar. Los estudiantes debían elegir una y debatir qué se podía hacer para tratar de disuadirlas. ¿Qué les dirían a la niña? Cuando la tarea terminó, mi hija dijo que ésa era mi historia. Ella está en el décimo grado. Hemos ido juntas a las clínicas de abortos durante años. Cuando una de mis hijas tenía ocho años, fue a hablar con una joven sobre el aborto y esa joven le puso a su bebé el nombre de mi hija. Estoy muy contenta de que mis hijos "lo entiendan" y de ahorrarles el dolor que yo soporté.

Jennifer McCoy escribió este testimonio para Salvar El 1. Lo comparte para que pueda ayudar a otras mujeres que se encuentren en una situación parecida.