Corría el verano de 1957. Tenía
17 años y cursaba mi último año de
estudios. Estaba en un salón de baile con un grupo de amigos. Mis padres me
habían puesto hora para volver, así que necesitaba llegar a casa, pero mis
amigos que tenían coche querían quedarse.
Un joven que era unos años mayor que yo y cuyo hermano vivía al otro lado de la
calle se ofreció a llevarme a casa.
Realmente, no lo conocía, pero su familia era muy amable y parecía una oferta
amable.
Pasó por delante de la casa en la
que yo vivía y se lo dije de inmediato, pero él insistió en que tenía otra
manera de llegar allí. Fue a una calle trasera donde no había nadie, ni casas
ni nada. Sabía que algo andaba mal, aunque él dijo que sólo quería hablar
conmigo. Le supliqué que me llevara a casa, pero él me violentó. Luché contra
él pero me violó.
Regresé a casa, me lavé, pero no
le conté a nadie lo que había sucedido. Nunca antes había experimentado algo
así. Estaba asustada y no podía entender por qué alguien querría lastimarme
así. Tenía un hermano mayor, siempre me había sentida protegida. Como su
hermano vivía al otro lado de la calle, frecuentaba la zona e intentó venir a
mi casa para disculparse, pero le cerré la puerta. Afortunadamente, nos
estábamos mudando y no tendría que verlo mucho tiempo más.
Al final del verano, tuve un
accidente automovilístico. Terminé en el consultorio de un médico quejándome de
que me dolía el estómago. Me examinaron
y me preguntaron si había alguna posibilidad de que estuviera embarazada y sólo
dije que no lo sabía porque no tenía idea de estas cosas. Cuando me dieron los resultados de que estaba embarazada,
quedé en estado de shock.
En este punto, le conté a mi
madre la violación. Mi madre se ofreció
a criar al bebé, pero yo dije: "No, éste es mi hijo". El médico me
preguntó si quería un aborto y le dije: "¡Absolutamente no! El bebé está
en mi útero, Dios tiene una razón y es mi bebé también". Sabía qué era el aborto, y sabía que el aborto mata
a un bebé. Estoy agradecida por la educación católica que me enseñó el valor de la vida.
La escuela estaba comenzando,
pero no pude asistir a mi último año porque estaba embarazada y eso no estaba
permitido. Después de tener a mi bebé, las reglas cambiaron. Aún así, el aborto
nunca habría sido una opción.
Durante mi embarazo, conocí a mi
futuro esposo y le dije que esperaba un hijo concebido en una violación. Fue
muy amable, gentil y compasivo. Niel me dijo que quería salir conmigo. Antes de
que mi bebé naciera, él me propuso matrimonio. Se lo dije a mi madre, pero me
aconsejó que esperara hasta después de que naciera el bebé para asegurarse de
que Niel realmente quería al bebé. Niel le dio a mi hijo su nombre, Peter, y me
casé con él después de que nació Peter y él lo crió como a su propio hijo.
Cuando nació mi hijo, pesaba 8 lbs, 7 onzas, un bebé grande. Desde el primer
momento en que vi a Peter, lo amé. Él era hermoso. Nunca vi al violador en él.
Él era mi bebé.
Creo que Dios trajo a mi esposo a
mi vida cuando necesitaba un padre para mi bebé. Yo había orado y le pedí a
Dios que trajera uno, y él lo hizo. Tuvimos seis hijos más, pero dos murieron
durante el embarazo. Sé lo que es estar tumbada en una camilla en un hospital
perdiendo un bebé.
No fue sino hasta que mi hijo
tenía 40 años cuando le conté la difícil historia de su concepción. Había un
miembro de la familia que había insinuado que se lo iban a contar, así que me
aseguré de que lo supiera por mí. Le dije: "Te amo con todo mi corazón y
toda mi alma, pero te he ocultado algo y tengo que decírtelo". Después de
contarle la historia, me dijo: "Me amabas tanto que no me hubieras podido
abortar", y luego me abrazó.
Hoy tengo una agencia cristiana
desde hace 12 años llamada a Helping Hands Caring Heart. La monté para ayudar a mujeres que están teniendo hijos en
soledad o situaciones difíciles. Muchas de ellas han sido violadas. Las ayudo
para que no estén sin hogar y no aborten a sus bebés. Les doy ropa y pañales y
les consigo trabajos. Las ayudo a encontrar apartamentos. Es una organización
sin fines de lucro y está ubicada en Nueva York.
Utilizo mi testimonio para ayudar
a otros a darse cuenta de que no están solos y para que sepan agradecerle a
Dios que tiene un plan para ellas y sus hijos.
BIO: El esposo de Pat murió
cuando lo atropelló un camión mientras iba por la calle hace unos años y Pat es
viuda desde entonces. Pat es madre de 5 hijos, abuela y madre adoptiva, además
de directora de Helping Hands Caring Heart y, ahora, bloguera de Salvar El 1.