Por Martina D. Flores
Soy Martina y tengo 30 años. Me enfermé cuando tenía 13 años de cáncer de colon y leucemia. Los médicos dijeron que sólo había que esperar mi fallecimiento que no sería más tarde de los 18 años. Pero fue en aquel momento cuando clamé a un Dios desconocido y Él se reveló y presentó en mi vida realizando un milagro en mí. Sané (un milagro de Dios), comencé a conocer a Dios y a participar en la iglesia evangélica, me entregué a Dios totalmente y sólo vivía para Él. Tomé una decisión en ese entonces y fue guardar mi vida en completa santidad y llegar virgen a mi matrimonio.
El año 2013 conocí a Lorenzo de quien me enamoré y a quien amé desde el primer día. Todo fue hermoso, maravilloso, como aquellos cuentos de princesa en que llega el príncipe azul y todo cambia...
Soy de la ciudad de Concepción y me mudé a la ciudad de Santiago pues Lorenzo era de allá y también por temas laborales y de iglesia. Comenzamos nuestra relación. Lorenzo tenía en aquel entonces 30 años, estaba separado y con una hija de 1 año y algunos meses. Esto me complicó al inicio de nuestra relación pero fui comprendiendo y aceptando con el tiempo.
Nuestra relación era hermosa, disfrutábamos juntos: conversar, reir, era como si nos hubiéramos conocido hace años. Él un caballero, tierno, preocupado, detallista, romántico, amante en todo tiempo.
Participábamos en la iglesia y nos relacionábamos laboralmente. Todo marchaba bien y avanzábamos en una vida juntos y con propósito.
Hasta el día que tomamos malas decisiones y tuvimos relaciones sexuales. Yo quedé embarazada.
Soy de la ciudad de Concepción y me mudé a la ciudad de Santiago pues Lorenzo era de allá y también por temas laborales y de iglesia. Comenzamos nuestra relación. Lorenzo tenía en aquel entonces 30 años, estaba separado y con una hija de 1 año y algunos meses. Esto me complicó al inicio de nuestra relación pero fui comprendiendo y aceptando con el tiempo.
Nuestra relación era hermosa, disfrutábamos juntos: conversar, reir, era como si nos hubiéramos conocido hace años. Él un caballero, tierno, preocupado, detallista, romántico, amante en todo tiempo.
Participábamos en la iglesia y nos relacionábamos laboralmente. Todo marchaba bien y avanzábamos en una vida juntos y con propósito.
Hasta el día que tomamos malas decisiones y tuvimos relaciones sexuales. Yo quedé embarazada.
Supe que estaba embarazada cuando ya tenia 12 semanas y fue la sensación mas extraña de mi vida. Por un lado estaba con el hombre que amaba y soñaba una vida junto a él, tenía un bebé dentro de mí que era resultado de nuestro amor y de estar juntos y, a su vez, pensaba en mis padres y familia, la gran decepción para ellos y para la iglesia donde participábamos y éramos referente para otros.
Mi primera reacción fue quedar en shock y la de Lorenzo, felicidad. Yo tenía un bebé y él sería padre.
Pasé noches imaginando como sería y le hablaba a mi guatita. Le compré ropita y muchas cositas. Recuerdo el día de la primera ecografía cuando escuché los latidos de su corazón. De ese día, jamás olvidaré cada detalle y los sueños y esperanza que nunca vi cumplir.
Pero me sentía presionada por todo el entorno, estaba ciega, nublada y pensé que lo mejor sería que ese bebé no naciera. Pues Lorenzo tomo una posición en que no me sentía respaldada por él y eso causó dolor en mí. Aun estando juntos para él no era prioridad. Iba sola al médico, exámenes, etc.. y eso me causó daño y me sentí sola y desolada.
Fue ahí donde tomé la peor decisión de mi vida y fue abortar y llevé a cabo aquello sin decir nada a nadie y fue espantoso lo que viví, quise haber muerto ahí mismo junto a mi bebé. Cuando todo acabó, era como si me hubiesen desgarrado el alma. Me quitaron la vida dentro de mí y no pude levantar cabeza. Me inundó la amargura, soledad, culpa, dolor, desolación. No tendría a mi bebé en mis brazos y caminaba viendo bebés y madres y eso me destrozaba. No tenía esperanza y ante Dios no podía estar. El entorno asumió que tuve un aborto espontáneo porque tenía placenta previa y estaba pasando un muy mal embarazo. Todo terminó ese día, la vida de mi hijo y mi vida junto a él. Recuerdo a Lorenzo diciéndome: "yo sabía que ese bebé no nacería". Eso me partió aún más el corazón y dije: "Estuvo bien lo que hice" (Lorenzo nunca supo lo sucedido, realmente). La culpa y el dolor me consumieron por dentro y quería morir y volver el tiempo atrás pero era imposible. Caí en depresión y nada me podía sacar de ese estado.
Fue ahí donde tomé la peor decisión de mi vida y fue abortar y llevé a cabo aquello sin decir nada a nadie y fue espantoso lo que viví, quise haber muerto ahí mismo junto a mi bebé. Cuando todo acabó, era como si me hubiesen desgarrado el alma. Me quitaron la vida dentro de mí y no pude levantar cabeza. Me inundó la amargura, soledad, culpa, dolor, desolación. No tendría a mi bebé en mis brazos y caminaba viendo bebés y madres y eso me destrozaba. No tenía esperanza y ante Dios no podía estar. El entorno asumió que tuve un aborto espontáneo porque tenía placenta previa y estaba pasando un muy mal embarazo. Todo terminó ese día, la vida de mi hijo y mi vida junto a él. Recuerdo a Lorenzo diciéndome: "yo sabía que ese bebé no nacería". Eso me partió aún más el corazón y dije: "Estuvo bien lo que hice" (Lorenzo nunca supo lo sucedido, realmente). La culpa y el dolor me consumieron por dentro y quería morir y volver el tiempo atrás pero era imposible. Caí en depresión y nada me podía sacar de ese estado.
Tras unos meses, Lorenzo me pidió matrimonio y para mí fue el sueño y la esperanza de que volvería a tener a mi hijo en mí. Que Dios me daba una oportunidad de volver a soñar y empezar nuevamente. Pero esto no fue así. Aunque con Lorenzo continuamos nuestra relación manteniendo relaciones sexuales, fue doloroso pues él siempre estaba preocupado de que yo me cuidara previniendo un embarazo y comencé a sentirme sólo como un objeto sexual que él usaba como quería. No tenía identidad alguna en mí y sentía, de alguna forma, que él me amaba así. Y vivía una irrealidad creyendo que así formaríamos una familia pero estábamos muy lejos de ello. Al cabo del tiempo, Lorenzo me dejó y se fue, me fue infiel y yo quedé aún peor y destrozada con una culpabilidad inmensa por lo que había hecho y porque el hombre al que amaba me dejara. Quería hablar con él decirle la verdad de lo sucedido y no fue posible.
Esta vez pensé que no saldría adelante. Continué en depresión pero todo se focalizaba una y otra vez en mi hijo al que no permití nacer. Pasé noches y meses en vela sin dormir, llorando, y esperando casi un milagro de vida que era imposible. Desde hace dos meses estoy saliendo de mi depresión y comencé a sonreír nuevamente, tener esperanza y volver a soñar. Me perdoné y he vuelto a Dios. Ha sido un proceso y un tiempo difícil.
Pues mi corazón se partió y fue desgarrado. Perdí a mi hijo y a Lorenzo.
Hay días que puedo pasar bien, normales, pero al momento recuerdo y esa amargura inunda mi ser y exploto en llanto.
Hoy veo como pude ser feliz y plenamente, pero lo perdí y destruí todo.
Es por ello que quiero llegar y dar mi testimonio a muchas jóvenes para que ellas no lo hagan. Tal vez ellas piensan que se quitan un problema, pero luego el dolor y sufrimiento es peor. Yo anhelo haber podido tener entre mis brazos a mi hijo y luchar por él. Fui medrosa y cobarde y vivo las consecuencias de ello. Es más que estar en contra de una ley que, por cierto, estoy. Sé que se debe crear conciencia en los jóvenes y no tan jóvenes de que nuestros actos traerán consecuencias y resultados. De toda relación sexual o práctica sexual puede salir una vida, un nuevo ser. ¿De qué nos sirve que una ley se apruebe o no si no tenemos conciencia de nuestros actos de antemano y no entendemos que la vida la da Dios? Si luchamos para que no exista el aborto, comprendamos también que el Matrimonio es lo correcto para estar el hombre con mujer y formar una familia.
Si actuáramos en conciencia y orden nada de esto existiría. Espero que mi testimonio sea de ayuda. Bendición a otras chicas y, si alguien requiere mi ayuda, estoy dispuesta a servir. No quiero que nadie más pase por aquel dolor y sufrimiento.
Porque no muere tan solo el bebé sino que muere la madre juntamente con él.
Es por ello que quiero llegar y dar mi testimonio a muchas jóvenes para que ellas no lo hagan. Tal vez ellas piensan que se quitan un problema, pero luego el dolor y sufrimiento es peor. Yo anhelo haber podido tener entre mis brazos a mi hijo y luchar por él. Fui medrosa y cobarde y vivo las consecuencias de ello. Es más que estar en contra de una ley que, por cierto, estoy. Sé que se debe crear conciencia en los jóvenes y no tan jóvenes de que nuestros actos traerán consecuencias y resultados. De toda relación sexual o práctica sexual puede salir una vida, un nuevo ser. ¿De qué nos sirve que una ley se apruebe o no si no tenemos conciencia de nuestros actos de antemano y no entendemos que la vida la da Dios? Si luchamos para que no exista el aborto, comprendamos también que el Matrimonio es lo correcto para estar el hombre con mujer y formar una familia.
Si actuáramos en conciencia y orden nada de esto existiría. Espero que mi testimonio sea de ayuda. Bendición a otras chicas y, si alguien requiere mi ayuda, estoy dispuesta a servir. No quiero que nadie más pase por aquel dolor y sufrimiento.
Porque no muere tan solo el bebé sino que muere la madre juntamente con él.
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