"Tu vida es una ‘excepción’, no
deberías haber nacido".
Suena duro, ¿verdad?
¿Te imaginas acercarte a otro ser humano y
decirle que no tiene derecho a vivir? Es impensable que haya personas que sean
capaces de mirar a los ojos a otro ser humano creado a la imagen de Dios, y
decirle que no debería haber nacido.
Si eres pro-vida, probablemente ahora estés
asintiendo con la cabeza.
Heather Ann, de niña
¿Pero qué ocurre con la protección de los
bebés concebidos en una violación? ¿No deberíamos también exigir con el mismo
ímpetu que protejan sus vidas?
Yo soy uno de esos bebés concebidos en una
violación. Y sólo por la gracia de Dios, sobreviví para contar mi historia.
Mi madre biológica decidió no abortar, pero
también decidió no quedarse conmigo. De hecho, cuando ella me trajo a este
mundo, el hospital apenas le permitió abrazarme, por miedo a que ella se
apegara a mí.
Ni siquiera me dieron un nombre.
Así que ahí estaba yo, un bebé sin nombre
concebido en las circunstancias más horribles, sin hogar. Afortunadamente, ella me dio en adopción, y
a los dos meses fui adoptada por unos padres amorosos. Como era una adopción
cerrada, me dijeron que nunca podría conocer a mi madre biológica. Pero a
través de voluntarios que me ayudaron conseguí encajar las pocas cosas que
sabía sobre mi historia y cuando tenía 19 años, la conocí.
Ella no estaba sorprendida de que la
hubiera encontrado. Mencionó que yo me parecía un poco a ella y que sabía que
algún día la encontraría. Mirando atrás, ahora veo que fue la mano de Dios
quien orquestó todo.
Mientras hablábamos, ella comenzó a llenar
los vacíos que había en mi vida. Más importante aún, respondió a la pregunta
que me había hecho durante toda mi vida: "¿Por qué no me quisieron? ¿Por
qué me dieron en adopción?".
Pero nada podría haberme preparado para su
respuesta.
Cuando mi madre biológica tenía 19 años,
fue drogada y violada.
Mientras la escuchaba contar la historia,
sentía como si me estuvieran cortando con un vidrio, me sentí aturdida y mi
ritmo cardíaco aumentó al escuchar cómo me trajeron a este mundo.
Yo era la hija de un violador.
Continuó diciéndome que ella era joven y
sabía que no podía cuidarme. Quería que tuviera el mejor hogar posible con dos
padres, por lo que me dio en adopción para darme la oportunidad de prosperar y
tener éxito en la vida, como efectivamente ha sido.
Le agradezco que lo hiciera, pero la vergüenza
inherente que sentí respecto a cómo fui concebida se arraigó y permaneció
conmigo durante muchos años.
En ese momento, yo sabía de Jesús, pero
realmente no lo conocía. Y aprovechando esa falta de trato, el enemigo se valió
de mi dolor y mi vergüenza para atormentarme.
Pero 10 años después, acepté a Jesucristo
como mi Señor y Salvador y mi vida cambió para siempre. El Señor recogió los
pedazos destrozados de mi pasado y, de las cenizas, creó belleza.
Ahora comprendo que mi madre biológica me
dio en adopción porque me amaba y quería lo mejor para mí, no porque fuera un
bebé no deseado. Y hoy lo sé, soy una hija del Rey, y mi identidad está en
Cristo.
Estoy agradecida de que Dios salvara mi
vida, y ahora quiero hacer lo que esté en mi mano para ayudar a otros bebés que
aún no tienen voz para luchar por sí mismos.
Heather Ann en la marcha por la Vida, Washington 2017
Pero, si fuera por la mayoría de los
políticos, yo no hubiera nacido. Me considerarían una excepción y me
condenarían a morir, simplemente, por la forma en que fui concebida.
Así que, si eres pro-vida, quiero
proponerte un desafío. Hay bebés que están siendo asesinados, sin tener culpa.
Ser un mero espectador es fácil. Es cómodo. No causa muchas molestias. Pero no
estamos llamados a vivir vidas cómodas. Estamos llamados a hablar por los que
no tienen voz, los abatidos, los huérfanos. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién?
Una manifestación en favor de la vida es
algo maravilloso. Es genial relacionarse con activistas pro-vida en todo el
país.
Pero no es suficiente.
En la foto de izquierda a derecha: Yohanka Reyes, madre tras una violación y Directora Ejecutiva del Centro Mary para Embarazadas en Crisis; Heather Ann, concebida en violación y escritora pro-vida, y Rebecca Kiessling, concebida en violación, Presidente y fundadora de Salvar el 1.
Una vez que acabe la manifestación por la
vida, te pido que mantengas esa misma pasión que tienes por proteger a los
bebés y canalices tu energía para asegurarte de que los políticos que votas
aprobarán unas leyes pro-vida, sin excepción en casos de violación.
Y para aquellos de ustedes involucrados en
política que tienen el poder de hacer el bien, háganlo. No cedan. No se vendan.
No apoyen legislaciones que incluyan excepciones en caso de violación.
Los bebés concebidos en una violación igual
son bebés.
Es hora de despertar. No podemos seguir
matando bebés inocentes, ni considerar ciertas vidas más valiosas que otras.
Así que pro-vida, si
eres realmente pro-vida, hay que serlo hasta el fin. Lucha por ello. No cedas con
la vida. Se inequívocamente pro-vida, sin ceder, y sin excepción.
Como Mateo 25:40 dice "El Rey les
dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun
a los más pequeños, a mí lo hicisteis”.
BIO: Heather Ann es Gerente de Operaciones
de una organización sin fines de lucro que ofrece cuidado para niños con
discapacidades. También es escritora independiente para varias organizaciones,
incluyendo Salvar el 1. Heather es una gran defensora de los bebés no nacidos y
defiende que cada bebé tiene derecho a nacer, independientemente de cómo hayan
sido concebidos.
Su testimonio en Inglés
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