Saturday, December 28, 2019

Historia de mi embarazo


Por Kristi Kollar


Tenía 17 años cuando quedé embarazada. El hombre que me violó era mi amigo, pero resultó ser un manipulador del que no me podía deshacer. Era el tipo de persona que amenazaba con suicidarse y le echaba la culpa a los demás por no hacer cosas por él. Vivir esta situación da miedo. Cuando me sujetaba del cuello en la parte trasera de su camioneta, le decía que no, pero eso no lo detenía. Recuerdo la lucha y el llanto. No se detenía hasta que yo estaba hiperventilando tanto que mi cuerpo se estremecía fuera de mi control.

Kristi y su hija Abby

Quizá pienses que doy demasiados detalles - pero créeme que no lo hago. Comparto esto para demostrar la severidad de la violación. Cómo te afecta en todos sentidos -emocional, mental, física y hasta espiritualmente.

 Estudiaba en el último año de preparatoria en Montana y acababa de ser aceptada en la universidad de mis sueños en Nueva York. Un año antes del ataque, mi papá y yo habíamos sobrevivido el incendio de nuestra casa, nos habíamos quedado sin hogar, entrábamos y salíamos de hospitales, tuvimos emergencias familiares y muertes, y habíamos debutado en una película donde dábamos nuestro testimonio (crecí en un hogar lleno de abusos, antes de que mi papá ganara mi custodia a los 7 años y ambos fuéramos salvados).

Si existía un momento en que fuera el tiempo “equivocado” para quedar embarazada, era éste. ¿Cómo podía poner más carga sobre mi papá cuando ya estaba lidiando con tanto? ¿Qué pasaría con la universidad?

Estaba muy involucrada en una escuela cristiana privada - tomaba cualquier actividad extra curricular que podía y tenía a muchas chicas menores que yo que me admiraban. ¿Qué pasaría con la iglesia? ¿Se irían mis amigas? ¿Me creerían? ¿Qué me haría él si lo contaba?

Todos estos pensamientos me acosaban todos los días durante los 7 meses en los que escondí mi embarazo. Pero uno de ellos resonaba más fuerte que todos: Tenía una pequeña persona viviendo en mí. Una vida. Dios me encomendó a ayudarlo a crear un bebé humano. Y nada de esto era su culpa.

Kristi durante su embarazo

Siempre he sido provida, pero no dejaba de darle vueltas a mi cabeza. ¿Era conveniente abortar y olvidarme de todo? Seguir con mi vida, graduarme y mudarme a Nueva York. Estaba tan cerca de lograrlo... No teníamos el dinero para criar un bebé- especialmente después de todos los acontecimientos que mencioné antes. Tenía que cuidar mi reputación.


Pero nunca fue una opción real para mí. ¿Podía escoger ganar el mundo entero a cambio de perder un alma? ¿Realmente mataría un bebé sólo porque ella no era parte del plan que yo tenía?

Recuerdo escribir un ensayo provida (como lo hacía cada año) cuando estaba de 20 semanas de embarazo. Recuerdo sus pequeños piecitos pateándome y su hipo mientras escribía. De pronto me detuve y me di cuenta que en ese punto de mi embarazo aún es legal terminar con su vida. Ni siquiera podía imaginármelo- sentir una vida preciosa tan activa dentro de mí y aún negar su legitimidad.

Mi plan era llegar a la graduación y luego contárselo a mi papá y a unos pocos más. Yo tenía una complexión tan pequeña que esconder el embarazo no era difícil. Sin embargo, la gente empezó a darse cuenta.

Tres semanas antes de mi graduación, mi pastor llamó a mi papá y yo sabía que él se había dado cuenta. Estaba aterrada. Recuerdo que él entró y empezó a decirme cuánto me amaba y lo orgulloso que estaba de mí. Entonces me preguntó si estaba embarazada y le conté lo que sucedió. De inmediato pidió una cita con el doctor y una junta con mi escuela y la iglesia.

Fueron muy corteses en mi escuela. El doctor dijo que todo se veía muy bien, a pesar de haber eludido todas las citas prenatales. Estaba esperando una niña.

Siguió la iglesia. El lugar en el que esperaba encontrar la mayor gracia y seguridad, pero en vez de eso recibí mucha confusión y rechazo. Los padres de mi agresor también iban a nuestra iglesia y ellos, mi agresor y los pastores, mi papá y yo, tuvimos una reunión para decidir qué haríamos. Él admitió lo que me hizo frente a todos. No hicieron nada. De hecho, trataron de presionarnos para que nos casáramos. Era claro que querían esconder todo para no perturbar la iglesia. Cuando yo no accedí, me pidieron que me fuera.

Después de esto, luché contra la depresión y la confusión espiritual. Perdí muchos amigos y ahora también la iglesia donde crecí. Sentía que yo no tenía perdón. Después de todo, me corrieron de la iglesia que fue mi hogar durante 9 años.

El 27 de Julio de 2018, nació Adeline Marie Kollar. Todo salió increíblemente bien. En el momento en el que la vi, todo el dolor previo de los 9 meses desapareció completamente. Realmente creo que, si no tuviera a Abby, no habría podido sanar de las agresiones. Ella era y es la luz y el propósito de mi vida.

Su padre no quería involucrarse y yo no me sentía segura cerca de él, así que me vino muy bien. Viví con mucha culpa durante un tiempo, ya que mi iglesia me había presionado diciéndome que Abby crecería sin su padre, pero le doy gracias a Dios por ser verdaderamente el Padre de Abby y jamás le hará falta un papá porque Dios es fiel.

 También tenía el apoyo de mi increíble papá. Él alentó el sueño de mi universidad y mi vida en Nueva York. Se mudó conmigo a la ciudad para poder cuidar a Adeline mientras yo estudiaba.

Ahora, soy estudiante de actuación de tiempo completo y una madre soltera joven, así como activista provida. He creado un ministerio personal para la defensa de la vida en todas las etapas - desde la concepción hasta la muerte natural. He ayudado en centros de embarazo, tengo una plataforma en redes sociales y me piden que hable en eventos públicos. Guío y atiendo a jovencitas y puedo ayudar en frentes más personales como el lidiar con asuntos como el abuso sexual, prevención de suicidio y embarazo de adolescentes. Mi historia es una de muchas.

Quiero señalar que la maternidad no mata los sueños y no se limita a cierta edad, siempre hay apoyo, aunque no venga de la familia o de los más cercanos. Hay centros, así como otras organizaciones y personas voluntarias que quieren hacer cualquier cosa para ayudar. No tiene que haber circunstancias perfectas. El aborto jamás es la mejor opción.

Bio: Kristi Kollar es una joven soltera, madre como resultado de una violación. Es estudiante universitaria de tiempo completo y oradora y activista provida. Ella aborda temas como el abuso sexual, el embarazo en adolescentes y la maternidad, prevención del suicidio y el empoderamiento de la mujer.

Sunday, December 8, 2019

Me obligaron a abortar para que mi padre continuara violándonos a mi hermana gemela y a mí



Por Frida Halliday

Escribo mi historia para ayudar a las personas a valorar la vida, sin excepción y para alentar a otras que están pasando situaciones difíciles. Sepan que hay personas que se preocupan por ellos y que Dios nunca los olvida.



Nací en 1961 y me crié en un vecindario en el oeste de San José, California. Era una de las dos gemelas en una familia de siete. En mi casa había alcoholismo e incesto. Mis padres eran miembros de la Orden de los Rosacruces y asistían a sus reuniones, pero mi padre se declaró ateo, mientras que nuestra madre nos llevó a la escuela dominical en una iglesia metodista desde que éramos muy pequeños. Tanto mi madre como mi padre eran alcohólicos violentos. Nos maltrataron a los niños de todas las formas en que un niño puede ser maltratado, física, sexual y emocionalmente.

Mi padre comenzó a abusar de mí cuando tenía cinco años, mientras mi gemela y yo dormíamos. Me despertaba aterrorizada sintiendo qué me hacía. Sin saber cómo responder, sólo fingía que todavía estaba durmiendo, y recuerdo haber rezado a Dios para que detuviera el dolor porque realmente me estaba lastimando. Durante toda mi infancia, nadie me explicó qué era la violación, y mi hermana y yo nunca hablamos de eso.


Para agravar las circunstancias, mi hermana gemela y yo fuimos objeto de experimentación en el Instituto de Investigación de Stanford dentro de un programa llamado MK-Ultra, realizando experimentos de control mental basados ​​en  el trauma y  patrocinados por la CIA. Ochenta grandes universidades e instituciones estuvieron involucradas en estos experimentos durante la Guerra Fría. Mi hermana y yo estuvimos encerradas en Stanford durante seis meses completos cada año durante los primeros siete años de nuestras vidas. El propósito del trauma y la tortura era romper nuestras mentes y ver si podían inducir la disociación y las múltiples personalidades. Luego, su intención era programar cada parte para hacer las cosas que querían que hicieras y fuimos víctimas de la trata sexual.

Debido a que estábamos traumatizadas en Stanford durante nuestros años de formación, nos disociamos y aprendimos a ignorar el abuso. Lo llaman "la mirada de mil yardas" y este fue nuestro mecanismo de supervivencia.

A los 9 años, mi hermana tuvo un ataque de nervios y fue ingresada en el Stanford Children's Hospital. Cada año, mi madre la llevaba allí pues siguió sufriendo ataques de nervios y resultó ser un lugar seguro para ella. La primera vez que regresó del hospital, le pregunté dónde había estado y ella dijo: "No es tan malo, no es tan malo como nuestro hospital de tortura". Y esa es la única vez que hablamos remotamente de nuestro abuso infantil.


La mayor parte del tiempo, pude evadirme de lo que estaba sucediendo, pero a la edad de 12 años, recuerdo haberme despertado escuchando a mi hermana gemela gritar y vi a mi padre encima de ella. Me tapé la cabeza con las mantas, me tapé las orejas, contuve el aliento y recuerdo que sentía que mi corazón explotaba en mi pecho.

Como resultado de que mi padre abusó sexualmente de mí, quedé embarazada de él en 1973. Tenía 12 años y Roe v. Wade acababa de convertirse en ley. Mi madre fue al pediatra para pedirle una derivación a una clínica de abortos, pero él se negó a darle una derivación por razones morales.

Años más tarde, fui a este pediatra para preguntarle sobre mi embarazo a los 12 años, y él me dijo que su negativa a derivarme para que me hicieran un aborto causó una separación entre mi madre y él. Me dio una copia de mi historial médico donde se detallaban todas mis lesiones infantiles y se disculpó por no haber informado nunca. Los médicos no estaban preparados en ese entonces para hacerlo. Me afectó tanto leer este archivo que lo quemé muy disgustada.

Sin embargo, mi madre rápidamente encontró un médico que la remitió a una clínica de abortos y cogió cita para mi aborto. Lo único que me dijeron es que tenía que ir al médico y que mi madre me llevaría allí para realizarme un procedimiento quirúrgico. No sabía que estaba embarazada en ese momento.

Al final resultó que la clínica de abortos estaba ubicada a un par de cuadras de nuestra casa. El día de mi aborto, mi madre y yo fuimos juntas en el coche. Una vez que llegamos al estacionamiento, mi madre me indicó que esperara dentro del coche mientras entraba a la clínica para ver si estaban listos. Debí haber entrado en pánico porque después de que ella se fue, me encerré dentro del auto. Cuando mi madre regresó unos minutos después, no le permití abrir la puerta. Cada vez que giraba la llave dentro del ojo de la cerradura presionaba el botón de cierre. Aunque estaba aterrorizada porque mi madre era muy abusiva me sobrepuse a ese miedo porque sabía que ella no estaba haciendo nada bueno. No perdió la calma porque había otras personas alrededor y no quería mostrar que no era una buena madre.

Regresó a la clínica de abortos y volvió unos minutos después con otras dos mujeres que intentaban distraerme mientras mi madre intentaba abrir la puerta del auto. Las contuve todo el tiempo que pude, pero mi madre finalmente logró desbloquear y abrir la puerta del asiento del conductor.

Fui escoltada rápidamente a la clínica de abortos por un pasillo hacia una sala quirúrgica donde me entregaron una bata quirúrgica y me ordenaron que me desnudara. Mi madre se quedó conmigo en la habitación, supongo, para asegurarse de que no intentara escapar.

Después de ponerme la bata quirúrgica, me subí a la mesa para esperar al médico. Nunca nadie me mencionó las palabras aborto o embarazo y no tenía idea de qué me harían. Mientras estaba sentada allí, noté lo que parecía ser una gran caja cuadrada de vidrio o plástico sobre el mostrador del fregadero. Era completamente transparente, así que podía ver el interior y recuerdo preguntarme qué era.

Un hombre que llevaba una bata blanca de laboratorio entró en la habitación. Supuse que era médico. Me indicó que me acostara boca arriba con las piernas dobladas por las rodillas y los pies separados. El doctor insertó algo dentro de mí, y luego se encendió una máquina. Recuerdo que sonaba como una aspiradora. Sentí terror al ver mi sangre y tejido salpicar dentro de esa gran caja de vidrio o plástico.

En mi mente de 12 años, al ver que esto era sangre y tejido saliendo de mí, aterrorizada, pensé que me estaban chupando todos mis órganos internos y estaba convencida de que estaban tratando de matarme. Me desmayé. Cuando volví en sí, el procedimiento había terminado y mi madre estaba sujetando una compresa a mi ropa interior.

Terminé de vestirme y luego mi madre me llevó a casa.

No sé cómo supe esto, pero desde ese día en adelante tuve la intuición de que tenía un bebé en mi vientre y que me lo habían quitado. No conocía ni entendía la parte logística, pero sabía que alguien me había quitado a mi bebé. Tal vez el Espíritu Santo me lo había dicho, pero a partir de entonces me lamenté por la pérdida de mi bebé.

Durante los siguientes dos años después de mi aborto, sufrí una depresión profunda. Mis notas en la escuela bajaron. Mi maestra de sexto grado no podía entender por qué no podía resolver mis problemas de matemáticas.

La primera vez que escuché la palabra "aborto" fue un par de años después. Llegué a casa y le pregunté a mi madre qué era un aborto y ella me dijo que es cuando una mujer no quiere tener a su bebé, por lo que le quitan el contenido del útero. Me sorprendió cuando dijo eso, porque pensé: "¿Cómo puede ser que alguien no quiera tener un bebé?".

Todavía no me había dado cuenta en ese momento que me habían practicado un aborto. No fue hasta años después que mis recuerdos escondidos volvieron a raíz  de una conversación con mi pediatra y la  visita a esa clínica de abortos cerca de la casa de mi infancia en Williams Rd en San José, California. Entré en el edificio y pregunté: "¿Es esta una clínica de aborto?". Y confirmaron estos recuerdos de 18 años atrás. Soy una persona que ama la verdad, incluso si es difícil y fue la confirmación de lo que me hicieron.

Estos trabajadores de la clínica de abortos no tenían idea de cómo habían permitido mi abuso sexual. Estoy segura de que mi madre les mintió y dijo que tenía novio o algo así, pero como mi hijo fue abortado y la evidencia de la violación fue destruida, mi padre pudo seguir abusando sexualmente de nosotras hasta que cumplimos 19 años y nos emancipamos.

Desde la edad de tres años, recuerdo haber pensado que de alguna manera había muerto he ido al Infierno y esta vida que estaba viviendo era en realidad el Infierno bíblico y estaba siendo castigada por algo. Cuando lo piensas, mi vida realmente era el infierno en la tierra. Entonces, a la edad de 30 años, comencé a reconocer que había una voz muy amable y amorosa dentro de mi corazón que me había hablado durante toda mi vida y no tenía forma de saber que éste era nuestro Salvador. Había estado yendo y viniendo a la iglesia a lo largo de los años, pero sentía que no era capaz conocer a Dios. Pero una vez que mi curación comenzó a los 30 años, finalmente supe de quién era esa voz y que Dios nunca me había abandonado.

Creo que mi bebé abortado es una niña. Ella vive en el cielo y me perdona, entiende que no elegí abortarla y que me lo impusieron. Creo que ella sabe que, si me hubieran dado la opción, habría elegido su vida En 2016, le escribí una carta, diciéndole que la amo y que me alegro de que esté en un lugar donde no sufre. Incluso ahora, al hablar de esto, me pongo a llorar.

El aborto nunca es la respuesta. Es un asesinato. Cuando eres una futura madre y eliges el aborto o se te impone, nunca vuelves a ser la misma. Nadie que pasa por un aborto queda igual que antes. Si una mujer no se inmuta y no siente remordimiento, entonces su conciencia está muerta.

Puedo decir estas cosas con toda naturalidad porque tuve dos abortos más cuando era adulta: a los 19 años cuando estaba embarazada de mi prometido e insistió en que abortara, y luego a los 21 años cuando me diagnosticaron un embarazo ectópico. El doctor dijo que debía abortar o moriría. Ni siquiera sé qué creer sobre eso, pero sí sé que a mi generación se le vendieron un montón de mentiras. Para empezar, nunca me sentí bien, tenía mucha depresión y pensamientos suicidas después de cada aborto. El aborto no es un error que se puede remediar sino una pérdida permanente de vidas.

Si alguien me hubiera explicado a la edad de 12 años exactamente qué era el aborto, sé que hubiera elegido tener el bebé, a pesar de que venía de una violación / incesto. El aborto terminó agregando más trauma a la vida de una niña de 12 años. Mi bebé podría haber sido el comienzo de mi curación, pero en cambio, el aborto me envió a una depresión más profunda y oscura. No puedes olvidarlo. ¿Cómo puedes olvidar a tu bebé?



BIO: Frida Halliday es madre postaborto por violación incestuosa, madre de una hija de 35 años y abuela de un nieto de 2 años. Ella vive en el estado de Washington y ahora es bloguera de Salvar el 1.