Saturday, February 24, 2018

A pesar de que fui concebida en una violación, mi vida no es una excepción, por Heather Ann


"Tu vida es una ‘excepción’, no deberías haber nacido".

Suena duro, ¿verdad?

¿Te imaginas acercarte a otro ser humano y decirle que no tiene derecho a vivir? Es impensable que haya personas que sean capaces de mirar a los ojos a otro ser humano creado a la imagen de Dios, y decirle que no debería haber nacido.

Si eres pro-vida, probablemente ahora estés asintiendo con la cabeza.

Heather Ann, de niña

¿Pero qué ocurre con la protección de los bebés concebidos en una violación? ¿No deberíamos también exigir con el mismo ímpetu que protejan sus vidas?

Yo soy uno de esos bebés concebidos en una violación. Y sólo por la gracia de Dios, sobreviví para contar mi historia.

Mi madre biológica decidió no abortar, pero también decidió no quedarse conmigo. De hecho, cuando ella me trajo a este mundo, el hospital apenas le permitió abrazarme, por miedo a que ella se apegara a mí.

Ni siquiera me dieron un nombre.

Así que ahí estaba yo, un bebé sin nombre concebido en las circunstancias más horribles, sin hogar. Afortunadamente, ella me dio en adopción, y a los dos meses fui adoptada por unos padres amorosos. Como era una adopción cerrada, me dijeron que nunca podría conocer a mi madre biológica. Pero a través de voluntarios que me ayudaron conseguí encajar las pocas cosas que sabía sobre mi historia y cuando tenía 19 años, la conocí.

Ella no estaba sorprendida de que la hubiera encontrado. Mencionó que yo me parecía un poco a ella y que sabía que algún día la encontraría. Mirando atrás, ahora veo que fue la mano de Dios quien orquestó todo.

Mientras hablábamos, ella comenzó a llenar los vacíos que había en mi vida. Más importante aún, respondió a la pregunta que me había hecho durante toda mi vida: "¿Por qué no me quisieron? ¿Por qué me dieron en adopción?".

Pero nada podría haberme preparado para su respuesta.

Cuando mi madre biológica tenía 19 años, fue drogada y violada.

Mientras la escuchaba contar la historia, sentía como si me estuvieran cortando con un vidrio, me sentí aturdida y mi ritmo cardíaco aumentó al escuchar cómo me trajeron a este mundo.

Yo era la hija de un violador.

Continuó diciéndome que ella era joven y sabía que no podía cuidarme. Quería que tuviera el mejor hogar posible con dos padres, por lo que me dio en adopción para darme la oportunidad de prosperar y tener éxito en la vida, como efectivamente ha sido.

Le agradezco que lo hiciera, pero la vergüenza inherente que sentí respecto a cómo fui concebida se arraigó y permaneció conmigo durante muchos años.

En ese momento, yo sabía de Jesús, pero realmente no lo conocía. Y aprovechando esa falta de trato, el enemigo se valió de mi dolor y mi vergüenza para atormentarme.

Pero 10 años después, acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador y mi vida cambió para siempre. El Señor recogió los pedazos destrozados de mi pasado y, de las cenizas, creó belleza.

Ahora comprendo que mi madre biológica me dio en adopción porque me amaba y quería lo mejor para mí, no porque fuera un bebé no deseado. Y hoy lo sé, soy una hija del Rey, y mi identidad está en Cristo.

Estoy agradecida de que Dios salvara mi vida, y ahora quiero hacer lo que esté en mi mano para ayudar a otros bebés que aún no tienen voz para luchar por sí mismos.

Heather Ann en la marcha por la Vida, Washington 2017

Pero, si fuera por la mayoría de los políticos, yo no hubiera nacido. Me considerarían una excepción y me condenarían a morir, simplemente, por la forma en que fui concebida.

Así que, si eres pro-vida, quiero proponerte un desafío. Hay bebés que están siendo asesinados, sin tener culpa. Ser un mero espectador es fácil. Es cómodo. No causa muchas molestias. Pero no estamos llamados a vivir vidas cómodas. Estamos llamados a hablar por los que no tienen voz, los abatidos, los huérfanos. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién?

Una manifestación en favor de la vida es algo maravilloso. Es genial relacionarse con activistas pro-vida en todo el país.

Pero no es suficiente.

En la foto de izquierda a derecha: Yohanka Reyes, madre tras una violación y Directora Ejecutiva del Centro Mary para Embarazadas en Crisis; Heather Ann, concebida en violación y escritora pro-vida, y Rebecca Kiessling, concebida en violación, Presidente y fundadora de Salvar el 1.

Una vez que acabe la manifestación por la vida, te pido que mantengas esa misma pasión que tienes por proteger a los bebés y canalices tu energía para asegurarte de que los políticos que votas aprobarán unas leyes pro-vida, sin excepción en casos de violación.

Y para aquellos de ustedes involucrados en política que tienen el poder de hacer el bien, háganlo. No cedan. No se vendan. No apoyen legislaciones que incluyan excepciones en caso de violación.

Los bebés concebidos en una violación igual son bebés.

Es hora de despertar. No podemos seguir matando bebés inocentes, ni considerar ciertas vidas más valiosas que otras.

Así que pro-vida, si eres realmente pro-vida, hay que serlo hasta el fin. Lucha por ello. No cedas con la vida. Se inequívocamente pro-vida, sin ceder, y sin excepción.

Como Mateo 25:40 dice "El Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis”.



BIO: Heather Ann es Gerente de Operaciones de una organización sin fines de lucro que ofrece cuidado para niños con discapacidades. También es escritora independiente para varias organizaciones, incluyendo Salvar el 1. Heather es una gran defensora de los bebés no nacidos y defiende que cada bebé tiene derecho a nacer, independientemente de cómo hayan sido concebidos. 

Su testimonio en Inglés

Saturday, February 17, 2018

Todo el mundo animaba a mis padres a que me abortaran, por Stephen Johnson


Me llamo Stephen Johnson. Nací en la India pero me eduqué en Kuwait, en Asia Central. Estoy casado con una hermosa mujer llamada Rinku. Ambos servimos al Señor allá donde nos lleva Su voluntad. Quiero compartir mi testimonio de cómo Dios obró un milagro en mi vida y me convirtió en la persona que ahora soy.


Tuve el privilegio de nacer en una familia cristiana, concretamente, en una familia de tradición cristiana desde hace cinco generaciones. Tengo dos hermanos, ambos mayores. Mi hermana que es la mayor, estudió Medicina y se ha establecido en Canadá. Mi otro hermano es ingeniero y piloto; vive en Australia. Yo estudié ingeniería de sonido.

Mi madre tomaba pastillas anticonceptivas cuando empezó a  sentir movimientos dentro de su abdomen que continuaron durante meses. Visitó a tres médicos y ninguno le dijo que había algo anómalo o preocupante. Consultó a otro doctor y éste le dijo que estaba embarazada. Para estar segura, fue a un último doctor quien le confirmó que estaba esperando un bebé – a mí.

De esta manera mis padres supieron de mi existencia y las noticias que iban a recibir de los médicos no iban a ser muy alentadoras. Dijeron que el bebé venía en una posición anormal para las semanas de  gestación que tenía. Mis padres estaban devastados, no sabían cómo reaccionar.

Entonces, hablaron del diagnóstico médico con su familia, su iglesia y otros parientes. No recibieron, en general, una buena respuesta por  parte de todos ellos. Unánimemente, les dijeron que debían abortar aquel bebé porque ya tenían un niño y una niña: “¿Por qué quieren un tercer hijo?”. Mis padres estaban terriblemente confundidos, no sabían que hacer ante una decisión tan importante.

Un día, mientras mis padres estaban en su habitación, sintieron la presencia de Dios que les decía: “No maten a este niño porque yo voy a enviarlo a las naciones para proclamar la buena nueva”. Ambos oyeron la voz de Dios y desde ese día tuvieron claro que, pasara lo que pasara, harían caso omiso a los consejos recibidos por sus allegados e iban a preservar mi vida. Desde ese instante, me consagraron a Dios y a su ministerio pastoral.


Pasaron los meses y el diagnóstico en las sucesivas revisiones médicas no variaba. Les decían que yo estaba creciendo de modo anormal, incluso “si nace, no tendrá brazos ni piernas”, o también que “el bebé nacerá sin algunas partes de su cuerpo”. Llegaron a decirles que sería ciego. Lo intentaron todo para que me abortaran. Por supuesto que todo aquello inquietaba a mis padres, pero sabían que Dios obra milagros y confiaban en su amor providente.

Por fin, mi mamá me dio a luz y nací perfectamente sano, como un bebé normal. Todo lo que habían pronosticado los médicos se fue al traste: Dios le había dado la vuelta por completo y me había bendecido con plenitud de vida. Tenía una visión perfecta, ambas piernas y brazos. No presentaba ningún tipo de discapacidad.

Sin embargo, con el tiempo mis padres notaron que yo me comportaba de modo muy pasivo y que apenas interactuaba con nadie, tampoco con ellos. Intentaban comunicarse conmigo, pero yo no era capaz de responder. Pasaron los meses, los primeros años y pensaron que yo había nacido mudo. No podía pronunciar una sola palabra. No podía llamar ‘papá’ y ‘mamá’ a mis padres. Cuando se cercioraron de este hecho, se hundieron.


Cuando la gente se enteró de lo que ocurría, empezó a burlarse de mis padres de nuevo, diciendo: “Deberían haber matado a este bebé. Ahora sufren viendo que no puede hablar”. Pero mis padres recordaban la voz de Dios y confiaban en Él. Empezaron un tiempo de oración y ayuno por mí.

Una noche, tuvo lugar un encuentro religioso de gran magnitud en Kuwait. Mis padres nos dejaron a mis hermanos y a mí en casa. Antes de que la reunión terminara, el pastor que la presidía preguntó si algún asistente estaba necesitado de sanación. Pidió que levantara la mano e implorara con fe el poder sanador del Señor. Así fue: mis padres levantaron ambas manos y oraron por mí. En ese encuentro muchos consiguieron ese don. Mis padres estaban felices porque pensaba que yo también había recibido aquella gracia. Regresaron a casa esperanzados, pero en cuanto empezaron a hablarme, vi como sus rostros se entristecían porque seguía como siempre. Dios no me había curado aquel día. Sin embargo, ellos se arrodillaron y empezaron a rezar con renovadas fuerzas.

Al día siguiente, a su vuelta del trabajo, oyeron una voz que nunca antes habían oído en casa. Se preguntaban cuál de mis hermanos podía ser el responsable, pero ellos estaban jugando alegremente con sus juguetes. Entonces, me buscaron y me encontraron escondido detrás de una puerta: estaba cantando una canción de Navidad. Al instante, supieron que la gracia de Dios me había tocado y me había sanado. Tenía cuatro años y medio. Desde entonces, Dios nunca ha dejado de protegerme.

Dios pudo haberme curado cuando nací, pero no lo hizo porque quería probar la fe y obediencia de mis padres. Quiso que vieran con sus propios ojos que, cuando confiamos plenamente en Él, siempre soluciona las cosas.




BIO: Stephen Johson, está casado, es misionero y bloguero de Salvar El 1. Stephen y su esposa Rinku desempeñan su labor evangelizadora en África y en el Norte de India. Pueden ponerse en contacto con él a  través de  Facebook, Instagram y YouTube.
Para leer su testimonio en Inglés (Save The 1)

Sunday, February 11, 2018

EL AMOR ERA MÁS FUERTE QUE EL TRAUMA DE MI VIOLACIÓN, por Louise McLean



Me llamo Louise McLean, soy originaria de Terranova y viví en las Cataratas Bishop hasta los 10 años, cuando mi padre consiguió un trabajo fuera de la provincia y mi familia tuvo que mudarse a British Columbia (Canadá). Soy madre por violación.

Cuando tenía 16 años, tuve mi primer novio “serio”.  Después de 3 meses de relación, él abusó de mí.  Nosotros no teníamos relaciones sexuales, pero una noche a pesar de mucha resistencia e insistencia para que parara, lo hizo a la fuerza.

Louise y su hija

Un par de meses después fui al doctor y escuché las palabras: "estás embarazada". Me llené de alegría y una sonrisa inundó mi rostro. Trataba de contener lo que sentía porque en mi mente no podía comprender cómo era posible sentirme feliz por estar embarazada tras una violación, pero mi corazón ganó la batalla. 

Mi doctor me dijo que existía la opción de abortar pero que él no lo realizaría el aborto y le dije que me parecía bien y que de todas formas no quería hacerlo.

Hace 40 años, el embarazo adolescente, las relaciones premaritales y la violación tenían demasiados estigmas negativos alrededor.  Por esto, no quería contarles nada a mis padres porque tenía miedo de que ellos pensaran que el pequeño bebé que crecía dentro de mí era “algo” de lo que debían “hacerse cargo”.  Mi inocente hija pudo haber sido concebida en violación, pero no merecía menos protección y amor por tal razón.  Así que la mejor forma de protegerla era ocultar el hecho de que estaba embarazada y las circunstancias bajo las cuales había sido su concepción.

Durante ese tiempo fui a Planned Parenthood, como me había sugerido una amiga y la enfermera de la escuela.  Primero, no quería ir porque pensaba que ellos solamente efectuaban abortos, pero me aseguraron que me aconsejarían y ayudarían a decidir lo mejor para mí. Así que fui. Tenía 16 años y estaba atemorizada. Me senté en la sala de espera mientras leía los panfletos con los servicios que ofrecían, pero no veía nada que promoviera el quedarme con mi bebé y respetar su vida.

Me dirigí a la mujer que se encontraba en la recepción y le dije que deseaba hablar con alguien de cómo poder llevar mi embarazo a término y que me habían contado que ellos tenían un servicio de asesoramiento para ayudar a jóvenes que se encontraban en mi situación.

Para mi asombro, ella me preguntó si yo no estaba allí para abortar.  ¡Me quedé sin palabras!, no podía creerlo en absoluto y dije: “No, nunca podría hacer eso”. 

Cuando supo que no quería abortar, me dijo que ellos realizaban únicamente abortos y que, si no quería uno, no les interesaba hablar conmigo.  Me fui de allí sin poder creerlo.

Mi embarazo se mantuvo en secreto hasta los 6 meses de gestación y, entonces, mi madre me preguntó qué quería hacer.  Para su sorpresa, le dije que mi plan era terminar la escuela y tener a mi bebé. No era fácil para una soltera adolescente embarazada poder realizar actividades normales sin que hubiera comentarios malintencionados. La gente decía que yo no me tendría  que haber acostado con nadie, que era una desgracia y un mal ejemplo para las jovencitas; que debería estar apenada y avergonzada y evitar andar caminando y sonriendo por la calle.  Pero lo que más me lastimaba era oír decir que debía abortar.  No podía soportar que las personas me odiaran a mí y a mi bebé.

Mi fecha prevista para el parto era el 26 de noviembre de 1976.  Exactamente 2 semanas antes de ese día, estaba en la escuela y, de repente, mi vientre hizo algo asombroso que llamó mi atención y la de mis compañeros.  Era el final de la hora del almuerzo y unos compañeros me acompañaron a la clase de cocina mientras otros buscaban a la maestra y a la enfermera de la escuela.  Ambas vieron mi vientre y me dijeron que el bebé se había encajado y me explicaron que en las siguientes 2 semanas nacería.

Pude sentir sus contracciones durante las siguientes semanas. El doctor que me atendía regularmente estaba de vacaciones.  Cuando visité a mi nueva doctora, no podía creer que mi fecha de parto era el 26 de noviembre y me decía que las chicas jóvenes como yo no sabían cuándo habían quedado embarazadas, aún y cuando le dije que yo sabía el día, la hora y el minuto.  Para entonces, no se cuestionaba a los doctores, así que le hice caso a ella en lugar de a la enfermera de la escuela que me había dicho que podía tener al bebé cualquier día.

Finalmente, el viernes 17 de diciembre fui a ver a otro doctor y me preguntó si podía sentir las contracciones.  Le pregunté cuánto tiempo se sentían antes de nacer el bebé y me dijo que un par de días antes de que el bebé encajara. Asombrada, le informé que eso había ocurrido hace unas semanas. Él inmediatamente ordenó rayos x, reposo en cama y con base a los resultados fui admitida el domingo para realizarme una cesárea de emergencia y me explicó que tenía placenta previa y no había dilatado nada.  El doctor me preguntó que si ocurría algo durante el parto a quién debía salvar, a mí o al bebé, a lo cual respondí: “Por supuesto al bebé”.

Ese lunes, hace 40 años, le di la bienvenida a este mundo a mi querida hija Dianalee.  Según el doctor mi bebé había nacido con la piel en estado de descomposición debido a la larga duración del parto.  Me dijo que dejó registrado el nacimiento de mi hija como “milagroso” e inexplicable.

A sus 40 años de vida, Dianalee NUNCA me ha recordado el abuso por parte de mi violador. Ha sido un gran placer verla crecer y convertirse en la buena mujer que es ahora. Ella y su esposo Brian, están involucrados en trabajos de caridad y usan su testimonio para hablar de esperanza para la vida de los demás.  También me han bendecido con 2 nietos, no podría imaginarme la vida sin ellos. Tengo 7 nietos en total.

Las personas necesitan esperanza.  Necesitan saber que no están solas y que es posible hacer todo, que muchas mujeres lo han hecho antes y otras lo harán después de ellas.  Soy solamente una del 75-85% de mujeres embarazadas por violación que acepta la vida de sus hijos, ya sea siendo madres de crianza o madres biológicas.  Habló para ofrecer ánimo a las víctimas de violación embarazadas.  Tu bebé importa, más no la forma de su concepción. ¡Resiste, tú puedes lograrlo!


Testimonio traducido de Secular Pro Life

Sunday, February 4, 2018

Mi madre fue concebida en una violación y mi padre en un incesto, por Van Atkins



No hay duda de que nuestro Divino Salvador sabe perfectamente qué sucedió, está sucediendo y sucederá en nuestras vidas. Pero para nosotros, las razones por las que nuestra vida ha transcurrido de la manera concreta en que lo ha hecho sólo comienza a tomar sentido cuando nos permitimos mirar hacia atrás y ver cómo Nuestro Señor caminaba con nosotros en todo momento.

Van Atkins y su esposa Maureen

Recientemente, durante el 50 aniversario del precioso sacramento matrimonial entre mi amada Maureen y yo tuve la gran oportunidad de reflexionar sobre mi paso por este mundo. Cada día veo con más claridad cómo, incluso el mismo momento de mi concepción, fue tan inoportuno que sólo pudo haber sido parte de la misteriosa voluntad de Dios y la divina providencia.

Mi padre fue el resultado de un incesto y mi madre fruto de una violación. El hecho de que ambos ocurrieran en la primera parte del siglo pasado, cuando tales situaciones eran "tratadas" a través del encubrimiento o manteniéndolas en secreto, en lugar de la ahora omnipresente solución del aborto, fue ciertamente una bendición providencial disfrazada.

A lo largo de mis más de 7 décadas, me he maravillado de las numerosas bendiciones que Dios me ha otorgado, pero también he sido muy consciente de que casi todas las personas creen que en las circunstancias de la concepción de mis progenitores se puede asesinar en el vientre de su madre antes de nacer. Así que con el caso doble que hay en mi familia, alabado sea el Señor, aquí estoy y también aquí están 4 hijos, 7 nietos; una hermana; 7 sobrinas y sobrinos; y 6 sobrinas y sobrinos nietos, los cuales son, sin duda, intensamente pro vida y trabajan para el bien del Cuerpo de Cristo. Estoy agradecido de que Dios me haya amado tanto y de que tuviese un lugar para mí en su plan de salvación. Pero también es una gran lección de humildad acompañada por la pregunta: "¿Por qué yo?". Es difícil aceptar que fui elegido para nacer cuando tantas otras decenas de millones de personas fueron descartadas.

Sin embargo, como sé que sin lugar a dudas existo gracias a la Voluntad de Dios, he solucionado con paz mi conflicto interno de culpabilidad. Y esa resolución me ha dado el valor de comprometerme y ser considerado en todas partes (lugar de trabajo, vecindario, amigos, familia extensa, parroquia) como 100% pro-vida, sin excepciones.

La filosofía de "Salvemos el 1" echó raíces profundas en mi viaje espiritual. Hay personas que viven gracias a que compartimos con sus padres confundidos y asustados, la belleza y la santidad de cada niño concebido.

Nunca he podido comprender como aquellos con autoridad piensan que pueden jugar el papel de Dios con las vidas de sus preciosos hijos. Lo que anuncian como un "bien" maravilloso para la sociedad parece ser tan claramente un estruendo de muerte para la sociedad. Y luego está ese eslogan casi universal: "excepto en los casos de incesto y violación, o peligro de la salud de la madre" que es usado sin pensar especialmente por aquellos que pretenden ser pro-vida, pero en realidad dicen: "yo elijo qué vida es más importante".

Cada vez que oigo esa frase, me siento mal: "¿Y yo qué?  ¿Cómo llegué a sobrevivir?".

¿Cómo lidiaron mamá y papá con las circunstancias de sus nacimientos? Papá sabía que había nacido en un área rural llamada Gopher Valley. Entonces, cuando él necesitó un certificado de nacimiento para ir con el ejército a Panamá a fines de la década de 1930, no se sorprendió de que el registro local no tuviera el suyo. Pudo obtener algunas declaraciones de nacimiento notariadas del médico y familiares, y no pensó más al respecto.

Pero luego, más adelante en su vida de civil, consiguió un trabajo en Marruecos y surgió la necesidad de un acta de nacimiento para sacar su pasaporte Americano. A través de ese proceso, los viejos rumores familiares que él siempre había ignorado de que algún "granjero" había estado involucrado en su nacimiento, comenzaron a resurgir. Papá era un hombre que vivía en el presente y miraba hacia el futuro. Pero las dudas sobre su origen lo hicieron más introspectivo y reflexivo.

El padre de Van Atkins


Él no era católico. Pero a partir de entonces, se interesó realmente en las perspectivas católicas (¡Cuidado de interrumpirlo mientras miraba su programa favorito, del Obispo Fulton Sheen!) Y llegó al punto de defender los dogmas católicos, incluso sobre temas de la vida, mejor que la mayoría de los católicos bautizados. Y, efectivamente, en su lecho de muerte, solicitó el bautismo y fue recibido en la Iglesia Católica, donde sintió que había encontrado a su verdadero Padre.

Después de que falleció, las pruebas de ADN realizadas por mí, en relación con mi afición a la genealogía, probaron los rumores, y el “granjero” resultó ser su tío abuelo materno, en cuya casa había nacido.

La revelación sobre el nacimiento de mamá fue más bien una sorpresa repentina. El mudarnos a Marruecos significaba que también ella necesitaba un pasaporte. Eso hizo que su madre le dijera, por primera vez, que ella no era la hija natural de sus padres. De hecho, ella nunca había sido formalmente adoptada.

Sus padres habían perdido un bebé y estaban visitando Dakota del Norte. Oyeron hablar de una niña que había sido abandonada en el hospital católico local. Un agricultor local había traído a su hija embarazada de 13 años que había sido violada por un trabajador a ese hospital para pedir ayuda a las monjas ya que no existían instalaciones en el condado para manejar tales circunstancias.

Las monjas la acogieron y fue un nacimiento muy prematuro, una sentencia de muerte casi segura en aquellos días. Como la bebita se estaba muriendo, las monjas la bautizaron como católica. (Hasta hoy sigue siendo la única católica en el linaje de su madre biológica). Pero sobrevivió milagrosamente (¡el plan de Dios volvió a funcionar!)  Y finalmente los padres de mamá decidieron llevarse a la bebé cuando regresaran a Oregón.

Después de que mamá se enteró de las circunstancias de su nacimiento, se esforzó por localizar a su madre biológica. Estaba enormemente agradecida y maravillada de que una niña tan joven fuera tan valiente para dar a luz. Especialmente cuando el mundo, en los últimos años de mi madre, comenzó a ver tal valentía como una tontería, y a los bebés concebidos en estas circunstancias como "tragedias".

La madre de Van Atkins

Mamá comenzó a reconocer y aceptar el plan de Dios en su vida. Su vida tan longeva (vivió hasta los 96), sólo podía ser parte del plan que Dios tenía para ella. Cuando mamá murió, ella había pasado por 3 matrimonios, 2 divorcios y mucho dolor físico, pero murió en comunión con la Iglesia, recibiendo todos los sacramentos, y reverenciada como un pilar de su parroquia.

Incluso la vida de la madre biológica de mi madre se vio claramente afectada por el hecho de ser violada y elegir tener a su hija a una edad tan temprana.  La violación la hizo incapaz de tener otro hijo y se convirtió en la mentora y consejera favorita de todos en la familia lejana de su hermano. Cuando la familia descubrió que la hija de su amada tía había sido encontrada, hubo un derramamiento increíble de alegría y amor por parte de ellos.

Y, difícil de creer, pero todavía hay otro aspecto notable en la historia de nuestra familia: a la madre de mi esposa Maureen le diagnosticaron cáncer terminal, pero se negó a recibir tratamiento para poder dar a luz a Maureen, a expensas de su propia vida. El gran sacrificio de su madre ha estado presente durante toda su vida y fortaleció su fe católica en todo momento. Ha sido parte integral de su conciencia y crecimiento espiritual y ha desempeñado el papel principal de líder en la fe de nuestra familia.

Mientras humildemente miro hacia atrás en la vida que Dios me ha dado hasta ahora, diariamente le agradezco que mi familia desempeñara un papel en su plan. Me rompe el corazón cuando aquellos que desprecian despreocupadamente la santidad de la vida comienzan sus argumentos delirantes y autocomplacientes de "mi cuerpo" - que es realmente "mi evasión de las consecuencias de mis actos". ¡Mal! El plan de Dios para poblar su reino con almas preciosas que él saca de su amor perfecto no tiene excepciones.

Cuando nuestro egoísmo y falta de confianza nos lleva a tomar una pequeña vida que es de Dios, es una tragedia mucho más grande que la terrible pérdida de esa vida. Es una completa negación del amor de Dios y del papel absolutamente necesario de ese niño en el plan de Dios para la felicidad de todos nosotros.
Van Atkins y buena parte de su familia

Comencé mi pasatiempo de genealogía y creé nuestro árbol genealógico para que mi familia inmediata y mi familia lejana y todos los que vienen después de nosotros siempre sepamos y podamos reflexionar sobre el heroísmo de muchos de nuestros antepasados, pero más especialmente de mamá y papá, abuela y abuelo, y bisabuela. Estas queridas almas creían que toda vida era preciosa y valiosa, sin importar cómo llegó a ser o lo que cueste, y se sacrificaron voluntariamente para que pudiéramos disfrutar el regalo de la vida de Dios.

Les pido que nunca sean olvidados porque, sin su amor desinteresado, no estaríamos aquí, y sinceramente creo que el mundo sería un lugar incompleto. Nuestras vidas serán mucho más de Dios si también podemos tener, como ellos lo hicieron, al menos un momento de anteponer los demás a nosotros. ¡Gracias a ellos!


Biografía: Van ha estado casado 50 años con su amada Maureen. Es padre de 4 hijos y abuelo de 7 nietos. Él y Maureen actualmente sirven como coordinadores de RICA en su parroquia. Además, poseen un próspero programa de coaching de salud especializado en áreas de mejora de la salud: peso, nutrición, suplementos, dieta, seguridad y desintoxicación del hogar, estrés, ejercicio y sueño.