Wednesday, May 20, 2015

Crystal Blount
Me quedé embarazada a los 14 años, después de una violación. Si alguien piensa que debería haber abortado, que considere esto.
 via Lifenews.com



Fui madre biológica como consecuencia de un acto de violación. Sé lo que mucha gente piensa sobre el aborto en casos de violación, y quiero compartir mi historia para ofrecer un punto de vista alternativo que invite a la reflexión.
Entiendo cómo este problema puede afectar a la persona y lo duro que es afrontar el hecho de llevar adelante un embarazo después de haber sufrido una violación, algo que  parece imposible de comprender. Solía pensar que era la única en el mundo a quien le había sucedido. Pero no estoy sola y ahora tengo muchas amigas que han pasado por lo mismo y todas hemos salido adelante.
Yo era una muchacha joven. Tenía 14 años, era estudiante de primer año en el instituto, virgen, practicante, inteligente. Fui violada en el campus de la escuela secundaria por un chico de clase alta con el que apenas tenía trato.  Lo conocí en una clase de matemáticas de nivel superior y me convenció para ir con él al departamento de música,  donde me llevó a una habitación oscura, y me violó. No se lo dije a nadie durante casi tres meses, hasta que ya no pude ocultar que estaba embarazada. Yo era la niña mimada de mi pade y estaba destrozada porque había perdido mi virginidad, algo sagrado que esperaba guardar hasta el matrimonio. No podía soportar la idea de decepcionarlo.
Concerté dos citas en un centro de abortos; una para  que mi padre no se enterase y, la segunda, porque mi propio padre insistió, al sentirse avergonzado por haber fracasado en lo que él entendía que era protegerme y para salvaguardar el buen nombre de la familia. Me sentí avergonzada y triste por haberle fallado y asustada de destrozar a mi familia.
Pero entonces, algo hizo cambiar todo. De camino a la segunda cita supe que Dios me hablaba y me decía que la sangre de ese bebé que llevaba en mi seno era inocente y que confiara en Él, que iba a llevarme de la mano. Le pedí a mi padre que detuviera el coche y le dije que no sabía qué iba a hacer (mantener al bebé o darlo en adopción), pero que iba a  llevar a término el embarazo  y que quería que aquella niña inocente viviera. Me sentí con el deber de proteger esa vida indefensa que crecía dentro de mí. Yo había visto el latido de su corazón. Supe, al instante, sentada en el coche, que no era culpa suya, no importaba quién la había engendrado, aunque fuera un violador. Entonces, supe que era mi deber y Dios, de alguna manera, me daría la fuerza para traerla al mundo.

Hice exactamente eso y  elegí la adopción para mi hija. Escogí a sus padres, una pareja casada que llevaban  siete años intentando formar una familia. Mi hija ha sido una buena estudiante y se graduó con muy buenas notas en el instituto. Ha sido aceptada en cuatro universidades y quiere convertirse en cirujano traumatólogo.

Mi familia es genial y las dificultades por las que pasamos con mi embarazo nos hicieron más fuertes. De hecho, mis padres llevan más de 30 años de casados. Mi padre me ha pedido disculpas, y dice que está orgulloso de que confiase en Dios en lugar de obedecerlo a él, y porque ama muchísimo a su nieta.
 Mi hija sabe que ella es un regalo de Dios. Se lo digo cada vez que tengo oportunidad. Se parece mucho a mí, y cuando veo su sonrisa, veo cuán bueno es Dios y cómo convirtió esa terrible experiencia en algo hermoso.
Aunque mi hija no conozca a su padre biológico, y probablemente nunca lo haga, tiene un padre adoptivo que la ama mucho y moriría por ella, un abuelo biológico (mi padre) que ahora está loco por ella y orgulloso (finalmente, superó sus reticencias y nos sentimos ahora más unidos que nunca), y muchos tíos, tías y primos por mi parte y también de la parte adoptiva. Ella se ha dado cuenta de lo maravilloso y sorprendente que es Dios y cómo Él es capaz de hacer algunas cosas realmente increíbles y milagrosas cuando nos fiamos de él. Es una adolescente muy feliz que está descubriendo el mundo: le encanta el baile, la fotografía y el canto.

¿Cómo lo superé? Principalmente, cuando entendí que Dios por algún motivo quería que las cosas sucedieran así. Compartir mi historia para ayudar a los demás me ayuda, también, porque la vergüenza desaparece cuando hacemos partícipes s los demás. Con el tiempo, la atención psicológica, mis familiares y el apoyo de amigos, fui capaz de superar las contradicciones. Con ayuda  y la oración, perdoné al hombre que me violó. ¿Por qué? Porque, después de todo, él también es humano. Alguien probablemente le hirió también en alguna ocasión y pensó que desquitarse no estaba mal.

Sé que la mayoría de las personas no entienden que yo aceptase a esa niña fruto de una violación. He sufrido mucho y tuve que entregar a mi único hijo en adopción después de llevarle nueve meses en mi seno. Fue, sin duda, difícil. Estuve a punto de sucumbir y, no pocas veces, quería hacerme daño porque me sentía avergonzada. Durante muchos años, lo odié, le culpabilicé, sentía que el mundo había sido injusto conmigo, y yo estaba enojada con Dios. Me sentía débil, como si estuviera loca, sucia, y pensaba que mi hija no merecía vivir. Ahora, después de este largo viaje, tengo paz y veo como mi testimonio impacta a muchas personas día tras día. Espero que mi historia pueda ser también un estímulo para cuantos la escuchen.

Por lo tanto, cuando la gente pregunta por qué estoy a favor de la vida, es principalmente por dos razones:

En primer lugar, porque siento pasión por defender esos pequeños corazones palpitantes que Dios espera que  nosotros protejamos, les atendamos y seamos lo suficientemente fuertes para traerlos a este mundo, porque cada vida importa. En segundo lugar, estoy a favor de la vida por aquellas mujeres y niñas que tan a menudo se han quedado solas, abandonadas, sintiendo lástimas de sí mismas, y con la sensación de que no son capaces. Se les ha dicho habitualmente que la violación les ensucia, y que es impensable llevar adelante el embarazo.Pero los pecados del padre, no son los pecados del hijo – tampoco mis pecados te pertenecen, o viceversa. Si los violadores no merecen la pena de muerte (por ser considerada demasiado dura), ¿por qué sí deberían recibirla los bebés no nacidos por un crimen que no han cometido?

Todas las vidas importan. Cada uno de nosotros  tenemos la oportunidad de vivir la vida que nos ha tocado. Quiero que todos los bebés no nacidos tengan también su oportunidad, no importa cómo  fuera su concepción ni el daño que ocasionara el hombre que me violó.
Quiero que todos nosotros tengamos  nuestra propia oportunidad de ser amor,  vida e inspiración para este mundo. Quiero que estemos dispuestos a proteger a los demás, y ayudar a las chicas que han recibido algún tipo de abuso – ayudarlas a no sentirse sucias ni avergonzadas  para que luego no tengan que arrancarles literalmente de su interior aquel pequeño que es su propia carne y sangre.

Es mi objetivo ahora decir a cada muchacha que es valiosa, decir a cada mujer que es lo suficientemente fuerte para sobreponerse a cualquier problema, y que hay muchas  personas dispuestas a ayudarlas a pesar de todo el entorno hostil. Quiero animarlas a elegir la vida y, si no se ven capaces de ser madres, que opten por la adopción, porque hay personas ansiosas de tener un bebé. Yo me siento tan afortunada cuando pienso en mi hija. Dios no nos deja cuando le llevamos nuestras preocupaciones para que pueda convertirlas en una obra maestra.


Espero que si llegas conocer a alguien que se encuentre en una situación parecida y dude sobre la vida de su bebé (independientemente de las circunstancias), que pienses en mí, y la animes a superarlo porque saldrá adelante. Hazle saber que nunca estará sola, que hay gente deseosa de ayudar, que ella tiene toda la fortaleza para superar cualquier situación por dura que parezca. Y si es generosa, todo su sacrificio se convierte en algo hermoso. Incluso si tuvo un embarazo no deseado, y sobre todo, si fue fruto de una violación, que piense que no debe cargar con el trauma que supone un aborto, ni tampoco debe castigar a su bebé con la muerte.

Nota: Crystal Blount es una conferenciante pro vida y blogger para Save The 1. Su página web es www.CrystalBlount.com.

Saturday, May 16, 2015

Niña de 11 años embarazada rechaza el aborto

En Uruguay, una niña de 11 años embarazada por una violación rechaza el aborto. Se ha dado a conocer que la menor puede presentar una discapacidad de tipo intelectual y que fue violada por el abuelo de su hermanastra, un hombre de 41 años.

Afortunadamente, en Uruguay el aborto es ilegal a partir de las 12 semanas de gestación (14 en caso de violación) y la niña se encuentra actualmente en la semana 16 de su embarazo. De todos modos, exámenes médicos dicen que la pequeña no está capacitada para entender las consecuencias del embarazo ni de la maternidad. Esto ha motivo que algún grupo por abortista del país siga defendiendo la posibilidad de esta medida aun habiendo expirado el plazo legal.
Marisa Linder, directora del Instituto para la Infancia y la Adolescencia de Uruguay (INAU) ha comentado que “aunque el plazo legal para abortar ya ha transcurrido, si determinamos que el embarazo pone en peligro la salud de la niña, podría conseguirse una autorización judicial para la intervención”. La directora de Salud del mismo Instituto respondió que la niña se encuentra en un buen estado de salud. Y añadió: “No ha riesgo para la vida de la pequeña ni del bebé, así que no podemos hacerla abortar”.
En el país vecino, Paraguay, se dio un caso similar cuando una niña de 10 años quedó embarazada como consecuencia de una violación. Su madre quiso que abortara. Pero la petición cayó en saco roto porque en este país latino, mayoritariamente pro vida, el aborto sólo es posible cuando haya riesgo para la vida de la madre.
El ministro de salud de Paraguay, Dr. Antonio Barros, arguyó que el aborto no tenía lugar alguno en este caso pues la niña se encontraba en la semana 23 de gestación. Y dijo: “Si hubiera habido necesidad de aborto, éste debería haber tenido lugar antes de la semana 20”. Según ABC news la niña dará a luz a través de Cesárea, para evitar complicaciones. El director del hospital que la atiende comentó a los medios que 14 niñas entre 9 y 15 años dieron luz a bebés durante el pasado año y que todos los partos tuvieron lugar sin ningún problema.
Aunque algunos abortistas han argumentado sobre los peligros del parto en menores, hay que constatar que el aborto es mucho peor, tanto a nivel físico como emocional. Un estudio del British Medical Journal revela que las menores que han sufrido un aborto son 10 veces más propensas al suicido que otras que no lo han hecho.



Por supuesto, el embarazo no es lo deseable en esta etapa de crecimiento de la vida pero tampoco lo es el aborto. La verdad es que el aborto solamente traumatizará incluso más a la pequeña y añadirá otra tragedia a la horrible situación ya sufrida.
Via Livenews

Wednesday, May 13, 2015

Testimonio de Darlene Pawlik en Religión en Libertad
para leerlo en Inglés -- savethe1.com

http://www.religionenlibertad.com/nacio-de-una-violacion-su-padre-abuso-de-ella-fue-prostituta-42380.htm


Monday, May 11, 2015

La cuarta Marcha por la Vida de Roma reúne a más de 40.000 participantes.
Via CNA
Mary Rathke da su testimonio en la Marcha por la Vida.
10 de Mayo 2015

Una de las ilustres participantes que se lanzó a las calles de Roma el pasado 10 de Mayo fue Mary Rathke, testimonio de que las personas que han sido concebidas en un acto de violación también tienen derecho a la vida y que su destino no puede ser el aborto.

"Mucha gente justifica el aborto en los casos de violación y piensan que ésta es motivo para abortar", declaró esta americana de Míchigan a la cadena CNA.

Mary, de 35 años, fue concebida en una violación cuando su madre volvía a casa después del trabajo.

"La gente argumenta que el bebé fruto de una violación es el hijo de un monstruo y que nadie puede amar a un niño así", dice la activista provida.

"Pero no es cierto. Yo no soy la hija ni de un violador ni de un monstruo. Sí la hija de mi madre y de Dios y estoy hecha a su imagen y semejanza". 

Rathke, ferviente activista provida, fue una de las más de 40.000 personas que, según el recuento de los organizadores del evento, participaron en la cuarta Marcha por la Vida de Roma. La cuarta en Roma y la quinta en Italia en favor de la vida.

La Marcha de este año que coincidió, además, con el Día de la madre tuvo como lema: "Por la vida, sin concesiones".

Durante su habitual alocución después del rezo del Regina Caeli, el Papa Francisco se dirigió a los peregrinos desplazados a Roma para el acontecimiento por la vida. "Es importante aunar esfuerzos en la defensa de la vida", les dijo.

Mary Rathke está casada y tiene cuatro hijos. Es vicepresidenta de la Beacon of Hope Pregancy Care Center's Board of Directors y presidenta en HELPeople, Inc.

La madre de Rathke que sufría esquizofrenia la dio en adopción a los cinco años cuando se vio incapaz de hacerse cargo de ella. Rathke enseguida descubrió su fe y empezó a preocuparse por la gente que sufría.

Hasta hace tres años ignoró cómo había sido concebida. A la muerte del marido de su madre ésta le contó el secreto que había guardado celosamente tantos años.

Como resultado de este descubrimiento empezó a viajar por todo el mundo defendiendo la causa provida de los niños concebidos en una violación y intentando cambiar las leyes que permiten abortarlos al ser considerados una "excepción".

"También los niños concebidos en una violación merecemos vivir".

La activista provida afirmó que muchas mujeres se ven abocadas a abortar tras la violación y después son incapaces de vivir con la culpa.

"Represento a todas las mujeres que sufren en silencio el dolor de la violación. Cuando leen mi pancarta y oyen mi testimonio me dan las gracias y me dicen que ya no están avergonzadas por lo sucedido porque también ellas están creadas a imagen de Dios".

El consejo que da a todas las personas que han concebido un hijo en una violación es que no aborten porque el aborto no va a solucionar el dolor de la violación ni la experiencia traumática.

"El aborto no conseguirá esfumar el recuerdo de las violación y terminará con la vida del bebé. Él y tú sois las víctimas. Dale el mejor regalo que le puedes dar: la vida".

"La vida del niño es un don maravilloso. No es el recuerdo amargo de la violación. Dios te da algo maravilloso que te ayuda a seguir adelante después del trauma de una violación".

Rowena Slusser y el poder sanador del Amor de Dios

Fui concebida en un acto de incesto padre-hija. Mi madre, Becca, sufrió los abusos sexuales de su padre durante toda su infancia y tenía 15 años cuando yo nací. Le propusieron el aborto y el médico que tenía que practicarlo la inquirió y le preguntó con sorna si había sido "una chica mala" a lo que ella respondió que no, pues no era consciente de lo que su padre había estado haciendo con ella. Este médico no consiguió sacar nada en claro por lo que poco pudo hacer para librarla de los abusos sexuales. Tampoco los Servicios de Protección infantil fueron más eficientes y, aunque se personaron en el colegio a requerimiento de las autoridades y mi madre les relató qué estaba sucediendo, la enviaron a casa con su progenitor como si nada ocurriera y siguió abusando de ella unos años más. A pesar de la presión que mi madre tuvo para abortarme, se resistió. Sabía que si estaba embarazada llevaba dentro de ella una nueva vida que crecía y se desarrollaba y por nada del mundo se desharía de ella.


Cuando nací no sabía cómo cuidar de mí pues era tan jovencita que me veía como a una muñeca, así que sus padres, Rubén y Rosa, me criaron como si fuese su hija. A los cuatro años mi madre me explicó que ella era, realmente, mi madre y, como no me lo creí, se lo pregunté a Rubén y Rosa que me lo confirmaron. Me quedé muy confundida y, para aclararme a mí misma, decidimos que llamase a Rosa, "mamá"o "mami" y a Becca, "Becky"o madre. Estaba confundida porque todo el mundo pensaba que Becca era mi hermana y mi amiga y, aunque sabía que era mi madre, no conseguía verla como tal.

La primera vez que Rubén abusó de mi yo era un bebé de un año y este comportamiento se prolongó en el tiempo hasta que cumplí los 10 años. En una ocasión mi abuela Rosa lo pilló in fraganti y le amenazó con el divorcio si volvía a hacerlo nuevamente. Yo estaba lo suficientemente asustada como para no reclamar su ayuda. Era consciente de que lo que estaba haciendo no era correcto pero no sabía el nombre. Él me molestaba y yo lo detestaba pero era un hombre muy violento y enorme (más de 120 kilos), así que me tenía aterrorizada. Me sentía culpable y sucia. Tengo tantos recuerdos horribles de los abusos sexuales y me es tan doloroso relatarlos...

Mi madre, Becca, era muy joven e intentó todo para protegerme de mi agresor. Recuerdo a los 8 ó 9 años que no había hecho bien una tarea y mi padre estaba muy enfadado. Becca me sugirió que me escondiera debajo del fregadero hasta que se tranquilizara y el temporal hubiese pasado. Lo hice, aun sabiendo qué ocurriría. Él golpeó a Becca en lugar de a mí y yo pude presenciarlo a través de un agujero apostada en mi escondite. Becca me preguntaba, a veces, si él me estaba molestando. Finalmente, el 16 de noviembre de 1988 me recogió en la escuela y, con la ayuda de nuestra hermana Rachel, nos fugamos lejos a casa de unos amigos de la familia que vivían en Plainview, Texas. No volví a ver a mi padre y a mi abuela hasta siete años después.

A los dos meses de la fuga, mi madre me confesó que su padre había abusado sexualmente de ella y que yo era fruto de esa relación incestuosa. No me exclamé porque tuve la sensación de haber estado haciendo las mismas cosas que ella pero sí que estaba confundida y me sentía avergonzada y sucia, con la autoestima por los suelos y me planteaba una y otra vez cómo mi madre podía amar a alguien como yo.

Plainview tenía que ser un nuevo comienzo para mí pero allí empezó, otra vez, la vorágine de abusos. Mi madre conoció en la iglesia a un señor que parecía encantador y llegó a ser mi padrastro. Yo me resigné y dejé que mi madre fuera feliz con él aunque notaba que me estaba distanciando de ella. Acababa de cumplir 11 años cuando convenció a mi madre para que me dejara pasar la noche con él y sus niñas y se llevara al niño más pequeño. Ella, accedió y esa misma noche abusó sexualmente de mí. Se lo conté a mi madre pero en la iglesia no le aconsejaron bien y consideraba que yo era la culpable así que tuve que soportar los abusos durante los 5 siguientes años.


A los 13 años me quedé embarazada de mi padrastro. No sabía que estaba embarazada y me preguntaba qué estaba sucediendo con mi cuerpo. Hoy, que he sufrido cuatro abortos espontáneos, sé que estaba embarazada de él y que terminó en aborto. Él siempre me amenazaba y me decía que si engendraba un hijo me obligaría a abortar.

Hasta que cumplí 16 años estuve atrapada en una relación totalmente viciada con él. Me hacía promesas extrañas, como que se casaría conmigo y que viviría con mis hermanas menores y su hermano pequeño. Yo rezaba e intentaba no ahogarme en mi propia agonía. En aquel momento, no sabía que el final de mi pesadilla estaba tan cerca.

Mi familia empezó a frecuentar otra iglesia y este fue el camino del que Dios se valió para liberarme de mi tortura. En junio de 1994 mi madre sorprendió a mi padrastro violándome. Pensé que mi madre me echaría de casa y el mundo se me vino encima pero lejos de hacerlo, habló con el pastor de la nueva iglesia que, esta vez, le pidió que lo denunciara, llamó a la policía y, finalmente, ¡me vi liberada! 

Mi madre y mi padrastro se divorciaron, él fue acusado y condenado por el gran jurado a ir a la cárcel pero pactaron con el fiscal y redujeron la pena a sólo 10 años de prisión. Algunos llamarán a esto justicia pero a mí no me lo parece. Yo era la víctima y quería dar mi testimonio en la Corte, sin embargo no me dejaron, yo no tenía ni voz ni voto allí. Por eso, ahora que puedo ser escuchada, no me callaré y seguiré dando mi testimonio.

He superado abusos desde que era un bebé, la violación de mi padre, padrastro, tío, medio hermano y otros hombres. Mi proceso de sanación empezó cuando pedí ayuda y asesoramiento. A la edad de 19 años conocí a mi futuro marido. Él ha sido el único hombre que me ha tratado con respeto y dignidad. Salimos durante dos años y nos casamos en octubre de 1999 y él ha sido mi gran apoyo.

Una noche en que mi marido estaba ausente en un curso de formación para la Marina de los Estados Unidos un desconocido entró en mi domicilio, me encontró durmiendo y me violó. Tenía 22 años. Hice todo lo recomendado en estos casos. Fui al hospital, allí se presentó la denuncia a la policía, me suministraron el llamado "kit de violación" y me ofrecieron la píldora del día después. Yo no la acepte porque era consciente de sus riesgos. Mi marido regresó a las 48 horas y, por razones obvias, nos cambiamos de domicilio. El agresor nunca fue encontrado.

Al mes aproximadamente me hice una prueba de embarazo y dio positiva. Me sentí perdida y sola. Mi marido estaba otra vez de vuelta a sus entrenamientos en la Marina. Fui a una clínica de embarazos pero no me encontré con una clínica provida en la que iban a ayudarme sino con una que ofrecía abortos "amigables". En ésta me exhortaron a que me hiciera un aborto ¡ya! porque el hijo que esperaba había sido concebido en una violación. Yo estaba horrorizada y aterrada. Les dije que no pensaba abortar y me marché. Llamé a mi marido y se lo conté y le pregunté si se quedaría para criar al bebe conmigo. Tenía pánico a que se enfadase y me abandonara pero me dijo que, al igual que yo era una bendición también ese hijo lo era y que estaría encantado de subirlo como si fuese su propio hijo. En ese momento me sentí feliz y segura aunque no me sentía digna de ese amor incondicional. Pero Dios tenía otros planes para nosotros y, al siguiente mes, empecé a sangrar. Aún no sé si la prueba de embarazo no fue certera o si tuve un aborto. El caso es que el niño no nació y yo me sentí triste por la pérdida de esa nueva vida.

He tenido cuatro abortos espontáneos. Los médicos dicen que la peculiaridad en mis progenitores hace que tenga una composición genética que me predispone a tener abortos. Con muchas dificultades hemos conseguido tener dos hijos juntos que están sanos. Mi proceso de asunción de mi pasado y mis circunstancias ha sido duro pero pienso que ha merecido la pena ¡Dios ha sido bueno conmigo! Me reconcilié con mi padre biológico antes de su muerte y lo perdoné. También me he acercado a mi madre para reconstruir nuestra relación rota y edificar de nuevo. Yo soy cristiana y creo en Jesucristo. Por fin he conseguido dar un sentido a la manera en que fui concebida y me he encontrado a ni misma en mi identificación como Hija de Dios que quiso que empezara así.

Ahora soy oradora provida y doy mi testimonio en iglesias, grupos de jóvenes universitarios y en los medios de comunicación. También he declarado en la Legislatura estatal. Deseo que mi testimonio transmita que la vida es un don maravilloso y que también lo es en las personas que han sido concebidas en un acto de violación o por incesto. Asumo mi vida como un don maravilloso y deseo que cualquier niño por nacer en cualquier circunstancia pueda disfrutarla. Quiero luchar para que se proteja a los niños tanto del aborto como del abuso sexual.

Pronto cumpliré 16 años de matrimonio con mi marido Casey. Tenemos dos hijos estupendos, un niño y una niña. Este otoño me matricularé en la Universidad de la Libertad donde cursaré la carrera de tradiciones jurídicas que me permitirá la entrada en la Facultad de Derecho. Quiero ser abogada constitucional y así poder luchar por los derechos de los no nacidos incluidos los que han sido concebidos en una violación o por incesto. Estamos potenciando un grupo de apoyo a través de un correo electrónico de Yahoo al que pueden escribir todas las personas que han sido concebidas en una violación o incesto, las madres violadas o mujeres que esperen un hijo fruto de estas circunstancias. Sé que Dios me pide que a través del testimonio de mi vida que ayude a estas personas con circunstancias similares a las mías para que ellas también puedan superar.

Mi blog personal es slussers41999.wordpress.com 
También podéis visitar #SaveThe1 o #SalvarEl1

Sunday, May 10, 2015

Cuando supe que habían violado a mi madre y que yo era el bebé que engendró, sólo tuve una respuesta: Gracias.

Este domingo se leerá en muchas publicaciones:"la mejor madre del mundo". Me parece bien pero yo nunca sería capaz de utilizar estas expresiones pues se me antojan convencionales y estereotipadas.


No puedo demostrar que mi madre sea la mejor. Sin embargo, el amor que siento por ella y el que ella me ha dado no se puede explicar en palabras. Fui concebido en una violación. A ella la violó el chico con el que salía y mi admiración hacia ella por el sacrificio que le supuso tenerme ha ido creciendo desmesuradamente desde que supe la verdad sobre mi origen.
Simplemente quiero darle las gracias.

Gracias por tu valor y fortaleza al seguir con tu embarazo, alumbrarme y educarme a costa de sacrificios personales. Gracias por enseñarme que la decisión correcta aunque no sea popular o fácil acaba revirtiendo positivamente en uno mismo y los demás. Gracias por fomentar siempre en mí el respeto por la mujer. Gracias por haber sabido llevar con alegría las dificultades que se han presentado a lo largo de tu vida sin queja alguna. Gracias por enseñarme a amar a las personas y no lo material y por recordarme que el servicio a los demás hace más feliz que el provecho personal.

Sé que muchas veces se me pasa todo lo que me has enseñado y no lo hago pero, igualmente, te lo agradezco de corazón. Aunque no siempre te lo demuestre, te aseguro una cosa: Te quiero mamá y nunca dejaré de hacerlo. Al final, aprendí de ti a hacerlo.

Nick es un conferenciante provida de New York y colabora en Save the 1. Se graduó con Summa Cum Laude en mayo de 2013 por la Universidad de Búfalo, en Administración de Empresas en su triple especialidad.




Testimonio de Rebecca Kiessling en Religión y Libertad

http://www.religionenlibertad.com/mi-madre-no-deseaba-abortarme-tras-la-violacion-la-policia-la-42307.htm