Saturday, December 30, 2017

Lo amo. Él no sabe nada (sobre la violación de su madre) y es un regalo y una bendición de Dios.



Una sobreviviente de violación de 12 años en Sudáfrica rechazó valientemente el aborto después de ser presuntamente violada por su abuelo en 2014.


Independent Media publicó recientemente la historia de la joven para crear conciencia sobre la violencia cometida contra mujeres y niñas.

Nombuso (no es su nombre real), de Diepkloof, Soweto en Sudáfrica, fue atacada mientras estaba a cargo de su abuelo. Según el reportaje, su padre los había abandonado y su madre, Busisiwe, estaba en el hospital recuperándose de un accidente automovilístico.

Busisiwe relató que volvió a casa del hospital para descubrir que su hija estaba embarazada de ocho meses.

"Mi hija es delgada y cuando su barriga comenzó a mostrarse, ya estaba embarazada de ocho meses. Recuerdo el día en que me enteré", recordó Busisiwe. "Estaba sirviendo comida un domingo y vi su barriguita grande. Le pregunté si estaba embarazada y ella dijo que sí.

"Pregunté quién la había embarazado y ella dijo que su abuelo. Dijo que se había acostado con ella en varias ocasiones", continuó.

El abuelo fue arrestado y está en la cárcel por cargos de agresión sexual, según el artículo. Está previsto que comparezca ante los Tribunales de primera instancia de Protea el próximo mes.

Busisiwe y su hija eligieron la vida para el bebé, un niño que nació el 16 de julio de 2015. Él trajo alegría a las vidas de ambas.

"Lo amo. Él no sabe nada (sobre la violación de su madre) y es un regalo y una bendición de Dios", dijo.

Más sobre el reportaje:

Reflexionando sobre el momento en que tomó la decisión de quedarse con su nieto de 2 años, Busisiwe dijo que no fue difícil.

"Después de poner al descubierto que su abuelo la había violado, la llevé a la clínica para asegurarme de que ella y el bebé estuvieran perfectamente bien. Luego denuncié el asunto a la policía. Los médicos me preguntaron qué quería hacer con el bebé. Les dije que quería que mi hija se lo quedara. Mi hija entiende lo que le sucedió y que su hijo nació de una violación. No podemos cambiar eso. He visto la forma en que lo mira. Ellos tienen un vínculo especial. La terapia también la ayudó a aceptar a su hijo".
Dijo que su 
nieto, quien actualmente vive en un lugar seguro, era inocente.

Algún día, Busisiwe  le contará a su nieto cómo fue concebido, pero en este momento, sólo quiere que sepa que es amado.

"Cuando tenga edad suficiente para entender cómo fue concebido, pediré ayuda a trabajadores sociales y psicólogos para que se lo podamos contar", continuó. "... Lo único que quiero que sepa es que lo amamos y haber nacido fruto de una violación no cambia nada".

El valor de un bebé no depende de cómo fue concebido. La violación es un crimen terrible de violencia cometido contra una mujer o niña, pero un aborto no borra la violencia, ni cura el dolor. Simplemente, acaba con la vida de una segunda víctima del crimen.

Una investigación del Instituto Elliot descubrió que entre el 75 y el 85 % de las víctimas de violación embarazadas no  abortan. De las que sí lo hicieron, muchas se sintieron presionadas o forzadas a abortar a sus bebés no nacidos. Y en muchos casos, las mujeres que  abortaron se sintieron victimizadas nuevamente por el aborto.

Para la mayoría, como en el caso de esta familia sudafricana, que eligen la vida, es una decisión de la que nunca se arrepienten. Muchas mujeres dicen que su hijo es una bendición, a pesar de las terribles circunstancias en las que fueron concebidos.

Traducido de Lifenews

Saturday, December 23, 2017

Cuando miro a mi hijo nunca le veo como el fruto de una violación.




Alisha Weiler

Creo que estoy preparada para contar mi historia: cómo quedé embarazada por una violación. Pienso que cuantas más contemos lo que nos pasó más conseguiremos que nos escuchen. Esto resulta muy duro para mí, pero en algún momento hay que dar la cara.

Alisha y su hijo recién nacido

Cuando tenía 18 años acudí a una cita a ciegas con mi mejor amiga y su novio. Ella estaba embarazada. Se suponía que debíamos encontrarnos en la bolera, pero el vehículo del chico con el que debía citarme no arrancó y quedé con él en el bar de su padre adoptivo. Ahí bebimos bastante: mi amiga no lo hizo, pues estaba embarazada, pero sí su novio, el chico a quien acababa de conocer y yo misma. Nunca antes había bebido de aquel modo, era bastante ingenua en este sentido. Aquel muchacho siguió sirviéndonos alcohol. Yo estaba por debajo de la edad legal que permite beber, pero no hice caso alguno.

Acabé sintiéndome fatal, vomitando en el suelo del baño. Recuerdo que alguien me llevó hasta el vehículo del novio de mi amiga y me dormí. Me desperté en el apartamento del muchacho con el que había acordado la cita a ciegas. Había solo un sofá y nada de luces. Me pareció muy raro. Aquel chico me colocó en el suelo de la habitación y yo me dormí de nuevo. Me desperté más tarde, desnuda y dolorida, con él encima de mí. Estaba absolutamente aturdida, pero aun así comprendí lo que estaba sucediendo y le dije que parase. Intenté echarle a un lado, pero era más fuerte que yo y no pude. Empecé a chillar. No entendía por qué me habían dejado ahí sola y tampoco que nadie me oyera gritar.

Después de violarme abandonó la habitación y me dejó allí, sola. Me puse unos pantalones que encontré en el apartamento. Me senté, las rodillas tocando mi pecho, cabeza gacha entre mis manos, balanceándome adelante y atrás, llorando y confusa. Después de unos minutos, él regresó e intentó violarme de nuevo. Agarró mis brazos y trató de forzarme, pero yo luché con renovadas fuerzas. Se puso histérico y se marchó, dando un terrible portazo.

Me incorporé rápidamente, abrí la puerta y grité con todas fuerzas, esperando que alguien me oyera. Temía que aquel hombre regresara. Entonces, descubrí que mi amiga estaba en la habitación contigua. Le conté lo que me había pasado y me dijo que también la había intentado violar a ella. Estaba hundida porque su novio y aquel muchacho lo habían planeado todo. Afortunadamente, a ella no la consiguió violar, pero en la lucha por intentarlo la maltrató de tal modo que acabó perdiendo el bebé que llevaba en su vientre.

Su novio no estaba en la habitación en esos momentos así que nos hicimos compañía durante un rato. Poco después, su novio apareció y decidió llevarnos a casa.

Nos dejó cerca de la casa de mi amiga; tuvimos que caminar un pequeño trecho. El novio de mi amiga me dijo que el muchacho que me violó sentía mucho lo que me había hecho.

A la mañana siguiente mi amiga se dio cuenta de que había perdido el bebé que esperaba. Yo sentía una enorme vergüenza por lo sucedido y no me atrevía a contar a mis padres y a nadie que había sido violada.

Ocho semanas después me di cuenta de que estaba embarazada. Cuando los médicos y enfermeras supieron que había sido por una violación intentaron convencerme de que lo mejor para mí era que abortara el bebé o lo diera en adopción. ¡No me lo podía creer! Estaba traumatizada y querían que lo estuviera todavía más. ¿Más violencia? ¿Más dolor? ¿Por qué iba yo querer matar a una inocente criatura? ¿Por qué Dios iba a concederme ese regalo y yo negarme a recibirlo y arrancarlo de mi vientre como si fuera basura? ¡Mi bebé era un ser humano y merecía vivir!

Mis padres supieron de mi violación y embarazo cuando me oyeron hablar por teléfono con una amiga mía. Se entristecieron porque en aquellos dos meses no les había contado nada, pero me dieron todo su apoyo y comprensión, para mí y para el bebé que esperaba. Me habían educado en el respeto a la vida y yo sabía que no estaba bien matar a esa inocente vida que crecía en mi interior.

Cuando mis padres tuvieron noticia de la violación procedieron a denunciar el crimen cometido. También mi amiga emprendió acciones legales por el intento de violación sufrido y la pérdida de su bebé. Ambas conseguimos órdenes de alejamiento de nuestro agresor. Todo aquello había sucedido en Florida. Luego, con mis padres, nos trasladamos a Texas cuando mi hijo cumplió cuatro meses; sin embargo, el ritmo de la justicia se iba desarrollando muy lentamente.

Mi mayor preocupación era lograr que el agresor no tuviera derechos algunos sobre mi hijo. Pero, en aquel momento, la ley de Florida no nos protegía ni a mí ni a mi bebé. Con todo, poco tiempo antes se había propuesto en aquel estado la ley sobre la custodia de los hijos de los supervivientes de una violación, para terminar con los derechos paternos de los violadores. Así que, para conseguir la protección esperada, conseguí un acuerdo con su abogado por el cual mi agresor renunciaba a sus derechos como padres siempre que yo levantara cargos contra él.

Me sentí culpable de no continuar con la acusación porque pensaba que aquel hombre podía continuar sus fechorías con total impunidad; pero mi objetivo primordial en ese momento buscaba mi protección personal y la de mi hijo. Fue muy duro negociar toda aquella situación, incluso el solo hecho de pensar que debía regresar a Florida y encontrarme con él en el juzgado.



Cuando miro a mi hijo nunca le veo como el fruto de una violación. La vida ha sido generosa conmigo y con mi niño. Es inteligente y buen estudiante. Ahora está cursando Séptimo grado en la escuela. Sabe lo que sucedió y está enormemente agradecido de haber podido vivir. Algún día se hará mayor, se casará, tendrá hijos y nietos.

Él sabe que mucha gente piensa que si una persona ha sido concebida como resultado de una violación no merece vivir y debe ser abortada. Me ha dicho muchas veces cuán feliz está de que yo no lo hubiera hecho y lo contento que está de vivir. Mi hijo no ha hablado todavía con nadie sobre su historia personal. Estoy convencida que evita hacerlo para que nadie pueda burlarse de él.

Le he comentado que nuestro mundo puede ser un lugar frío y duro, pero que yo debía contar mi historia para que la gente sea consciente que esos bebés como él no merecen morir por el crimen de otra persona. Quiero promover el mensaje de que hay muchas mujeres que, como yo, aman a sus hijos concebidos en violación y que, como mi hijo también, merecen vivir y hacerlo sin avergonzarse.

¿Por qué hay gente que piensa que está bien arrebatar a esos niños inocentes su derecho a la vida? Es el momento de hablar alto y claro en defensa de esas criaturas que ningún mal han hecho y que merecen que su vida no les sea negada, nunca.


Durante muchos años me he sentido como la única mujer que ha sido violada y que ha educado sola a su bebé. No puedo describir la soledad que sentí entonces. Pero ahora, a través de Salvar El 1, he contactado con decenas de otras madres. Quiero que otras mujeres sepan que no están solas, que las apoyamos y las comprendemos.

BIO: Alisha Weiler trabaja en cuidados infantiles, es madre de dos niños y reside en Florida. Es bloguera de Salvar El 1 (Save The 1)

Sunday, December 17, 2017

¿Te imaginas saber desde muy pequeña que tres doctores trataron de matarte?



Rachel Mary Guy
Pro vida, sin excepciones.

No puedo recordar un momento de mi vida en el que no supiera mi historia, pero a medida que fui creciendo Dios comenzó a crear una inquietud en mi corazón que me impulsó a la acción.

¿Te imaginas saber desde muy pequeña que tres doctores trataron de matarte? Era difícil pensar  que alguien me hubiera querido matar pero me era aún más difícil saber que ellos eran médicos. Estaban en una posición de poder para insistir y presionar a mis padres para que terminaran con mi vida. De mi historia aprendí que los médicos tienen un gran poder no sólo para hacer el bien  sino también para causar un tremendo mal y, lamentablemente, existen médicos que sólo valoran algunas vidas y desprecian otras y que no creen que merezca la pena luchar por TODAS las vidas ya que no toda vida es digna...

Rachel Mary Guy en Uganda

A los 14 años, Dios me inspiró para escribir a los seis médicos involucrados en mi nacimiento. Escribí a tres de los médicos para agradecerles que lucharan por mi vida y escucharan las súplicas de mis padres. Y llena de un profundo perdón y compasión, escribí a los otros tres médicos que les sugirieron  que me abortaran. Les dije que los perdonaba y les hablé sobre el Evangelio y de cómo nuestro asombroso Salvador, Jesús, los ama apasionadamente y anhela que usen su poder para bien y no para mal.

Mientras miraba la cara de uno de los doctores que quiso acabar con mi vida en internet, lloré, porque está perdido y cree que el asesinato intencional de un bebé que va a nacer podría ser una "solución" para los padres de un niño enfermo.

Hasta el día de hoy, me desconcierta hasta qué punto ha llegado nuestra sociedad, donde las personas en posiciones de poder por ser médico pueden llegar a pensar que destruir vidas es salida para una vida inocente cuyo único crimen es su mal estado de salud.

En el ultrasonido de las 22 semanas de embarazo de mi madre, el técnico vio algo que no estaba bien y se lo notificó al médico. El médico entró, diciéndole frenéticamente a mi mamá que tenía que  abortar porque de lo contrario ella y yo moriríamos y que yo debía tener alguna anomalía cromosómica no compatible con la vida ya que a mi madre le faltaba la mitad del líquido amniótico. Mi madre dijo que nunca abortaría y que me amaba.

Mi madre (esta vez acompañada de mi padre) volvió a las 24 semanas y sucedió lo mismo, pero esta vez todo el líquido amniótico ya había desaparecido. Este mismo médico les dijo (una vez más) que tenían que abortarme porque tenía una anomalía cromosómica que no era compatible con la vida. Cuando mis padres rechazaron el aborto, fueron enviados a hablar con otro médico en la misma clínica. Mis padres me dijeron que este médico con toda la calma del mundo -lo que hizo que esta conversación fuera aún más escalofriante y molesta por la manera en que se hablaba con respecto a mi vida- les dijo que debían abortar porque su hijo no tendría "calidad de vida". A lo que mi madre respondió: "Nuestro hijo tendrá calidad de vida porque este bebé conocerá el amor incondicional de Dios". El médico continuó diciendo: "Bueno, tendrá muchos otros hijos". Mi madre dijo: "Incluso si tenemos otros 100 niños, nosotros queremos a éste. Este bebé es valioso ". La conversación duró unos 20 minutos más, hasta que mi padre dijo:"No abortaremos, entonces, ¿qué harás para ayudarnos?". El médico respondió: "En todos mis años de práctica, nadie en su posición no ha abortado, así que todo lo que puedo recomendarles es ir a casa y esperar a que su bebé muera y usted regrese y dé a luz a un niño muerto". Mis padres se fueron a casa con el corazón destrozado, no sólo porque estos doctores menospreciaron mi vida y me dieron por muerta, sino también por la idea de que a otros padres se les convenza de que deben abortar. Mis padres no se dieron por vencidos y querían luchar por mi vida, pero no sabían cómo.


Cuando mis padres llamaron a mi abuela, ella dijo estas palabras que cambiarían todo: "Si todavía hay latido en el corazón, entonces hay esperanza". Dios usó las palabras de mi abuela para darles esperanza a través de Jesús. Mi padre habló con una ginecóloga de la iglesia y le contó mi situación. Y como ella conocía al doctor de mi mamá dijo que lo llamaría. Pero ni siquiera podía creer la repugnante respuesta que obtuvo del doctor. El médico afirmó que la única prueba que haría para mis padres sería una autopsia. La doctora que conocieron en la iglesia nos puso en manos de dos médicos de otro hospital que dijeron que respetarían los deseos de mis padres de luchar por mi vida.

Mientras que mi madre y yo estábamos al cuidado de estos nuevos médicos, nos vieron a AMBAS como sus valiosas pacientes. Pusieron a mi madre en reposo absoluto en el hospital y nací por cesárea el primer día de mi semana 26. Los doctores advirtieron que no sabían si yo nacería viva, y que sería como sacar el hueso de un durazno debido a la falta de líquido amniótico y en caso de nacer viva, estaría demasiado enferma como para hacer ruido. El amable doctor que me trajo al mundo dijo que nací “graznando”. Nací a las 26 semanas y pesé 1 libra 2 onzas.

Estuve en la NICU 5 meses y medio y le agradezco a Dios que mis padres nunca se dieran por vencidos en la lucha por mi vida. No sabían si yo viviría, ¡Pero afrontaron cada día y lo dejaron todo en manos de Dios!

Dios ha usado mi historia para abrir los ojos a la realidad de que vivimos en un mundo que devalúa y deshumaniza algunas vidas y que dentro del campo médico, e incluso dentro de la comunidad provida, "algunas" vidas, como la mía, son considerada como una "excepción". Mi historia me ha llevado a ser una voz no sólo en un mundo que despoja a las personas de su humanidad, sino también dentro de la comunidad pro vida para combatir por la dignidad de bebés con "anomalías fetales, anormalidades cromosómicas, concebidos en violación o incesto,  embriones humanos destruidos de las FIV. Son seres humanos creados por Dios con el mismo valor intrínseco que cualquier otro niño. Cuando comenzamos a clasificar a los seres humanos en categorías de quién es valioso y quién no, ¿En qué nos  diferenciamos de las personas que en el pasado deshumanizaron a diferentes grupos de personas?

 Rachel y su madre

Desde que el mundo es mundo, ciertos grupos de personas han sido deshumanizados y despojados de su personalidad. ¿No es hora de que aprendamos de nuestra horrible historia y veamos nuestra humanidad a través de la lente de Dios? TODA vida es igualmente valiosa y todas somos personas, sanas o enfermas, sin importar cuán concebidas, hechas a la imagen de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo. Nuestra opinión acerca de una persona no cambia su / nuestra humanidad. La sociedad NO define nuestro valor. Dios sí lo hace. Si pudiéramos comprender esa verdad, ninguna vida sería marginada, considerada desechable y deshumanizada. Debemos fomentar  leyes que protejan TODA la vida desde la fecundación hasta la muerte natural porque el hombre en su humanidad, como hemos visto históricamente, quiere redefinir lo que Dios ya ha definido. Nuestras leyes deben proteger a TODAS LAS PERSONAS y reconocer la dignidad inherente de toda la vida.

¡Toda la vida es valiosa! La sociedad ve la capacidad de una persona como lo que le da "valor", pero nunca reconoce que TODA la vida es innatamente valiosa porque TODOS somos creados por Dios.


Sunday, December 10, 2017

Él es mi bebé, el hijo de una víctima de violación y mi pequeño héroe


Por Kelly Dautel
traducción Gaby A. García

La frase que viene a continuación me molesta y enoja:  “Soy pro-vida, excepto en casos de violación”. No puedo soportarlo y, al mismo tiempo, tampoco la típica respuesta: “Todavía es un bebé...”.  Para que me comprendan, voy a extenderme un poco en este punto.


Me gusta la serie “Doctor Who”. He visto los capítulos completamente en desorden y varios episodios varias veces, simplemente porque me gusta.  Uno de ésos es “The Long Game”  (El Juego Largo) y en ese episodio el “Editor” ha mantenido eficazmente a toda la población humana como esclavos anulando su voluntad y demuestra que fue muy fácil: “Solamente es cosa de énfasis.   La palabra correcta, difundida en la forma correcta y repetida las veces suficientes, puede desestabilizar una economía, inventar un enemigo y cambiar un voto”.  Ésta es la razón por la que el término, “Hijo de un Violador”, existe.

Todos conocemos los diversos argumentos del aborto, tanto a favor como en contra y éste no es el debate al que me refiero hoy.  Mi enfoque está en las víctimas de violación.  Ahora, el argumento que a menudo se esgrime es: “Ellas deberían escoger si desean o no estar embarazadas del hijo de un violador”. ¿Lo han  escuchado? Independientemente del significado que tengan las palabras, el uso  en sí mismo de esa frase: “El hijo de un violador” desvirtúa el significado.

La violación es un acto horrible en contra de otra persona y cuando una mujer resulta embarazada, muchas suposiciones entran en  escena, muchas de ellas crueles y dolorosas.  Primero, tengamos un panorama completo de lo que se dice de las mujeres embarazadas víctimas de violación:  “Una mujer no debería ser obligada a estar embarazada de un hijo al que no quiere.  Ella no pidió ser violada.   Ella no debería ser victimizada teniendo que pasar un embarazo con el hijo de un violador o teniendo que criar el recuerdo de su propia violación.  Necesitamos pensar en la mujer y su estado mental.  Sería muy difícil para ella criar a ese niño por su cuenta y tener que pasar por los nueve meses de gestación y el parto para traer al mundo algo de lo que no puede hacerse cargo o que le costaría mucho dolor, es horrible”.


Esto es algo que escucho todo el tiempo y suena creíble.  Muchas personas están de acuerdo y es fácil pensar: ¿Quién no lo haría? ¿Por qué causarle a una mujer un dolor tan grande? Bien, veamos la verdad. El fundamento se encuentra en la idea de que el hijo de un violador no es un descendiente que cuente de entrada con una bendición.  Pero estamos olvidando algo;  ese niño tiene dos padres, genéticamente hablando, la mujer que fue violada, es ahora una madre.  Estamos hablando del hijo de una víctima de violación, pero hacemos que suene bien la idea de matarlo porque es el hijo de un violador—según su ADN.

Al mismo tiempo, estamos quitándole importancia a la víctima de violación –ella no puede ser  madre.  Tenemos claro que ahora ella se encuentra dañada por la violación, que no se encuentra mentalmente estable y no tiene la capacidad de cuidarse a sí misma o de cuidar a un hijo. Ella, simplemente, no puede; y eso es total y completamente una gran mentira.

No es cuestión de decisión, es cuestión de percepción.  Le estás diciendo a una mujer  que porque alguien la violó ella no puede ser  madre.  Que porque alguien la violó no puede buscar terapia y que ahora debe aislarse y pretender que nada pasó; que porque alguien la violó ella debe olvidarlo y además ella no puede seguir adelante.  Esto no es para nada saludable.

Yo que soy una víctima de violación, te digo que una mujer embarazada víctima de violación necesita ser motivada, necesita buscar ayuda para su depresión, ansiedad y posiblemente, para afrontar el síndrome post traumático. En lugar de ignorar lo ocurrido. Ella necesita aprender a aceptarlo, denunciarlo, comprender que lo ocurrido no la define y que puede vivir su vida sin miedo.

Yo digo esto por una simple razón: Yo fui violada. Viví una vida de abusos y traumas horribles, demasiado para poder explicarlo aquí.  Me lastimaron siendo una pequeña niña, sin manera de protegerme a mí misma y sin el deseo de hacerlo. Fui abusada la primera vez a la edad de seis años y siguió durante años por parte de mi padre, mi hermano y un amigo de mi padre, un novio en la secundaria y extraños.  Adicionalmente, me encontraba en una relación de pareja violenta que originó que necesitase una cirugía para colocar mi ojo en una nueva órbita y precisó que tuvieran que injertarlo dentro de mi cráneo porque el mío se encontraba tan dañado que ni siquiera podía repararse.

Para hacer más corta la historia, después de todas las veces en las que fui violada, después de todos los años de abuso, me encontraba sentada en la camilla de un hospital y me dijeron que estaba embarazada.  No tenía un trabajo formal, no tenía un carro; ni siquiera tenía licencia de conducir.  Era anoréxica, había días en los que estaba sin comer o solamente hacía una  comida.  Me encontraba en proceso de recuperación de autolesionarme (cortarme) y tenía pensamientos suicidas.   No tenía mi propia casa ni nada.  Traté de estudiar en la universidad, pero no podía  obtener ayuda financiera porque era menor de edad y tenían que hacer un estudio financiero de mi padre a pesar de que no vivía con él y que no me ayudaba económicamente en nada.  No podía cuidarme a mí misma, no quería cuidarme; solamente quería que mi dolor terminara y deseaba morir, pero era tan cobarde como para tomar la decisión de suicidarme y ahora estaba embarazada.

En este punto comencé a escuchar las dos diferentes historias sobre mí y mi hijo que aún no había nacido. La más fuerte era que yo estaba destruida, que no valía la pena, que no podía criar a este hijo y que iba a destruirme y que era mi decisión y que sería lo mejor para mí matar a mi bebé.

La otra versión que escuché fue que yo era valiosa,  que yo no merecía lo que me ocurrió y que podía hacer lo que me propusiera y que si en eso planes se encontraba ser madre, entonces, SÍ; YO PODÍA.  Escuché estas palabras de boca de mi predicador, de mi doctor, de mi terapista y de parte de algunos amigos y familia.  Mientras que el mundo gritaba que yo era un desastre y que este bebé sería una carga, aquellos en quienes más confiaba decían que yo podía y que este bebé era una bendición.

Simplemente, veía a mi hijo como “mi hijo”.  Fui a la Universidad por mi hijo. Empecé  a comer correctamente y a seguir los consejos de un nutricionista por mi hijo.  Denuncié y le di seguimiento con el Abogado de Distrito a los cargos presentados contra mi violador, por mi hijo. Estuve en terapia, en escuela padres y trabajé muy duro para ser una mejor persona, por mi hijo. Yo no decidí salvar del aborto la vida de mi hijo –mi hijo salvó mi vida-.  Porque cuando me dijeron años atrás que estaba embarazada en aquella habitación, me dijeron que estaba embarazada de mi hijo.


Las palabras son tan fuertes y mi hijo no es el hijo de un violador.  Él es mi bebé, el hijo de una víctima de violación y mi pequeño héroe.  Mi hijo me ha mostrado lo que el amor incondicional es, lo que la familia debe ser y lo que se siente cuando alguien te dice: “Te amo” y lo dice con el corazón y sin condiciones y aún más, lo que se experimenta cuando eres tú quien dice “te amo” y saber que podría caminar sobre vidrios rotos por él.  Por mi hijo.

Publico ésto y animo a todos los que lo lean a dejar de darle fuerza al enemigo y dejar de llamar a estos niños preciosos lo que no son y llamarles como se debe: víctima conjunta de un crimen, no casos de violación.   Llámenlos los hijos de víctimas de violación, no los hijos de violadores.  Díganle a la víctima de violación que ella puede, que ella tiene un valor incalculable y que puede superar cualquier cosa.  El dolor, la culpa; las noches sin dormir, puede que no desaparezcan completamente pero si pueden disminuir.  De la misma forma que yo,  estas mujeres pasarán por esto.  Ellas estarán mejor, ellas pueden cuidarse a sí mismas y ser una buena madre.  ¡Díganle a una mujer que ella puede criar a su propio hijo!

Biografía:  Kelly Dautel, vive en South Carolina (Carolina del Sur) junto a su esposo Steven, tres hijos y un precioso hijo que se encuentra en el cielo, a quien perdió durante el embarazo.  Kelly es bloguera de Save The 1.


Saturday, December 2, 2017

Toda vida comienza con Dios


IMPACTANTE TESTIMONIO DE MADRE CUYO HIJO FUE CONCEBIDO EN UNA VIOLACIÓN

(Salvar El 1/LifeNews/InfoCatólica)

Traducido del original por InfoCatólica

Paula K. Peyton cuenta como desde el primer momento amó profundamente a su hijo, a pesar de haber sido concebido en un momento horroroso.

Durante mi embarazo, leí historias de otras mujeres que quedaron embarazadas por violación, a veces dos veces al día. Esas historias fueron una fuente de esperanza, me hicieron sentir que no estaba sola y me reafirmaron que era normal amar a mi hijo. Estoy escribiendo mi historia ahora con la esperanza de que otras mujeres sepan que no están solas, pero también siento que le debo a mi hijo abogar por otros bebés como él.

Hace seis años, a través de algunos amigos que trabajaban allí, tomé un puesto voluntario en Planned Parenthood como asesora y evaluadora de VIH de alcance comunitario, así que estaba en la comunidad y nunca pasé tiempo en la clínica, a excepción de la capacitación de certificación. Permanecer en la clínica de aborto me hacía sentir incómoda al saber que en la otra habitación, al final del pasillo, había un bebé muriendo. Tomé el puesto porque quería ayudar a las personas a conocer su estado con el VIH.

Políticamente «correcta»

En ese momento, me describía a mí misma como una «personalmente pro-vida, pero políticamente pro-elección». Nunca habría alentado a alguien a abortar, pero ahora me doy cuenta de que mi silencio sobre el tema tenía un impacto real. Un día, cuando hablé con una víctima de violación que vino a mí para una prueba de VIH y pensó que podría estar embarazada, guardé silencio. Años más tarde, supe que había sido cómplice de lo que ocurrió después cuando ella se fue con el personal de la clínica. Solía ​​pensar en ella de vez en cuando. Sabía lo que era ser violada porque me había convertido en una víctima a la edad de 16 años. Pero no sabía cómo era, como solía pensar, «llevar el fruto de una violación dentro de ti».


En aquel entonces, incluso como alguien que estaba «personalmente a favor de la vida», pensé que debía ser horrible estar en una posición similar: elegir usted misma y su cordura, o este niño nacido por medio del horror. Pensaría: «¿Cómo podría alguien decidir qué hacer allí?» En mi opinión, ciertamente podría entender a alguien que hace una cita para un aborto. El recuerdo de esa mujer me duele ahora, ya que puedo ver mi propia necedad con claridad.

Abriendo los ojos

Mi claridad mental comenzó en el verano de 2016 cuando, como mujer soltera, inesperadamente quedé embarazada. Este carrete de desafortunados eventos comenzó con un chico y una decisión estúpida y terminó con un aborto involuntario y un corazón roto. Pocas personas en mi vida saben sobre el bebé que perdí. La escondí en mi corazón y traté de seguir adelante con mi vida. Después de todo, tengo un problema de infertilidad diagnosticado. El embarazo era algo para lo que se suponía que debía trabajar y ganar con años de visitas al médico y oración, en mi opinión de todos modos.

Perder a ese bebé, por un tiempo, se sintió como una retribución por mi participación previa en Planned Parenthood y por mi pertenencia a una posición política que defendía el «derecho a elegir».

Mi familia me ayudó a tener un pequeño servicio conmemorativo para la niña que llevo en mi corazón, y las cosas comenzaron a hacer clic para mí en mi cabeza. Si creía que la vida de mi hija merecía ser recordada a pesar de que no había respirado, ¿no todos los bebés perdidos en el útero merecen lo mismo? Y si los considerara vivos (lo que significaría abortarlos era una forma de asesinato), ¿cómo podría seguir siendo cómplice en el asesinato de bebés?

Pero, ¿qué pasa con aquellas mujeres que «NECESITARON» abortar? ¿Qué hay de las mujeres que no deberían ser «obligadas a llevar bebés de violadores», que «definitivamente necesitaban el procedimiento»? Tuve que expresar mis pensamientos y estar de acuerdo con que eso era para su beneficio. ¿Quién mejor para hablar por ellos que alguien que no tenía idea de lo que estaba hablando? Ahora en cambio, me río de mi arrogancia producida por mi ignorancia.

En enero de 2017 llegó el momento, y comencé el año con la esperanza de regresar a la universidad para terminar mi carrera de cuatro años en el otoño. Pasaría los meses entre tratando de averiguar si quería prepararme para la facultad de derecho o tratar de estudiar un seminario. Sí, tengo un trasfondo religioso. Tomé la decisión de bautizarme cuando tenía 10 años, pero siempre había separado mis creencias religiosas de mi política.

Comienzo de una pesadilla

Estaba conociendo a un chico que parecía lo suficientemente bueno. Iba a ser un año productivo. A mediados de enero, salí a tomar un par de copas con una amiga un sábado. Participamos en un evento de recaudación de fondos para apoyar a los activistas de derechos de agua para los nativos, lo que involucró hacer una donación para obtener tatuajes de Standing Rock. Con mi brazo cubierto con una envoltura de plástico para proteger el nuevo tatuaje mientras comenzaba a sanar, me detuve en el apartamento de este nuevo hombre para una breve visita. Hizo lo que a veces hacen los muchachos: hizo un movimiento. Me dolía el brazo y, después de mi aborto involuntario, no quería volver a pasar por eso. Así que rechacé sus insinuaciones y le dejé claro que no estaba interesado en eso y comencé a ir hacia la puerta para irme.

Estaba completamente conmocionada y congelada cuando su compañero de cuarto salió de su habitación con una pistola en la mano y se interpuso entre la puerta y yo. El hombre con el que había estado me dijo: «No creo que te vayas ahora». Estaba aterrorizada. Pensé: «Todo se acabó. Mi vida va a terminar». «Todo el tiempo estuve orando a Dios para que yo viviera cuando los dos me violaron a punta de pistola esa noche».

Cuando todo terminó, el chico me dijo que podía irme, y cuando salí me dijo: «Gracias por pasar un buen rato». En ese momento, me sentí como un gran pedazo de basura. Mientras manejaba a casa, llegué al punto en el que realmente no sentía nada de nada, como si fuera una simple existencia y simplemente entumecida.

Fui a casa y me duché, me duché y me duché. Intenté llamar a amigos, pero no pude contactar a nadie y no iba a dejar un mensaje.

En la iglesia esa mañana, hablé con mi pastora quien me apoyó mucho como víctima de violación. Pero ella en realidad me llevó a Walgreens para comprar el Plan B,que nunca tomé porque no era algo con lo que me sentía cómoda. No tomo anticonceptivos porque no me siento cómoda con eso. Ya sabía que Plan B podría tener el efecto de prevenir la implantación si ya se hubiera creado un embrión. Estaba preocupada por las enfermedades de transmisión sexual, y por supuesto, estaba preocupada por el embarazo, ya que sabía que podría estar ovulando. Había conversado con amigos en el pasado sobre el Plan B y habíamos hablado sobre no saber si hubieras perdido un bebé o no, y ya había llegado a la conclusión de que sería horrible no saberlo.

Supongo que me di cuenta de lo que sucedió, sucedió, y que si estaba embarazada, este ERA MI BEBÉ. No sé quién es mi padre biológico, entonces para mí, ¿cuál es la diferencia? Tus padres genéticos no son quienes te definen y yo ya lo sabía.

Una luz al final del tunel

Dos semanas después, volví a Walgreens y le devolví el Plan B a cambio de pruebas de embarazo.

«¿Qué pasa si estoy embarazada?», Pensé una y otra vez. Veinte minutos después, viendo una prueba positiva en mi baño, pude responder a esa pregunta: estaba teniendo un bebé. . . . ¡Y estaba rebosante de alegría!

En los días y semanas que siguieron, poco a poco compartí mis noticias con mis amigos más cercanos, y la mayoría de las veces, me ofrecieron caras llenas de piedad y una pregunta hecha de una manera que parecía como si pensaran que la respuesta era obvia: «¿Qué vas a hacer?» Supongo que asumieron que respondería con una cita, un nombre de clínica o describiendo algún plan de aborto cuidadosamente planeado.

«Estoy eligiendo la alegría», decía, y era instantáneamente claro que mi respuesta era lo más alejado de lo que se esperaban. Parecía que todos pensaban que estaba loca, pero nada sobre querer a mi hijo me parecía extraño. No entendieron que en el momento en que había visto la prueba de embarazo positiva, me di cuenta de lo fiel que es Dios para con nosotros.

Me sentí tan muerta por dentro por la totalidad de esas dos semanas entre mi victimismo y el descubrimiento de mi maternidad pendiente. Todo lo que hice en esas dos semanas parecía un acto de luto. La violación es devastadora. Es la muerte del espíritu de una persona de una manera profunda y física. Por el contrario, ¡el embarazo fue un renacimiento revolucionario! El Señor tomó una de las peores cosas de mi vida, algo tan oscuro y dañino, y de ella creó una vida. Después de semanas de esa oscuridad empañando todo lo que hice, de repente hubo una luz.

En un giro del destino que la «viejo yo» nunca vio venir, la única opción que yo, como víctima embarazada de violación, necesitaba hacer era abrazar esa luz, y lo hice. Tardé aproximadamente un segundo y medio para que mi corazón se llenara de amor por el pequeño que crecía dentro de mí,tanto amor que mi corazón no podía contenerlo y comenzó a derramarse en todas partes. Sonreí por primera vez en dos semanas, y no pude parar.

Entonces comenzó el sangrado. . . .

Estaba embarazada de aproximadamente 4,5 semanas y fui al baño en la fiesta de cumpleaños de un amigo solo para descubrir que había sangre. Mi corazón se hundió. ¿Estaba teniendo otro aborto espontáneo? El sangrado no fue grande. No tenía calambres. Una rápida búsqueda en Google desde el baño me llevó a un lugar lleno de esperanza: a veces esto puede suceder y no es el final. A medida que la hemorragia continuó, rezaba mucho mientras esperaba que llegara el día de mi primera consulta por ultrasonido. A las 6 semanas y 5 días, mi pequeño tuvo un latido del corazón y mi sonrisa regresó.

Mi ginecólogo me remitió a un obstetra y una semana después me hice otro ultrasonido en su consultorio. El sangrado había aumentado entre las dos citas, pero el bebé todavía estaba bien. Mi nuevo médico me dijo que el sangrado ocurre a veces en el primer trimestre. No es normal, pero tampoco es poco común. Ella dijo que no debería preocuparme a menos que se volviera más pesado. Lo hizo, una y otra vez.

Cada vez siguió el mismo patrón: el descubrimiento de sangrado extragrueso, lágrimas, una llamada al médico, instrucciones para acudir a la sala de emergencias para un ultrasonido, una espera que siempre fue demasiado larga, luego un fuerte latido de corazón y una llorosa oración de acción de gracias.

Incomprensión de amigos y familiares

Recé todos los días durante meses para que mi hijo sobreviviera. Mientras tanto, lentamente informé a una selección de personas sobre mi embarazo. En un minuto, estaría suplicando a Dios que proteja a mi hijo por nacer de la muerte en el útero. Al siguiente, recibiría esa pregunta («¿Qué vas a hacer?»), seguida poco después por los consejos no deseados para abortar «antes de que sea demasiado tarde». A veces se ofrecían a pagar por ello, como si las finanzas pudieran ser la única razón por la que no estaba asesinando a mi hijo. Los comentarios empeoraron a medida que pasaba el tiempo:

«¿Entonces vas a dar a luz al engendro de Satanás? ¡Abortarlo!».

«Esa cosa es malvada».

«Deberías deshacerte del bebé diablo».

Escuché eso y mucho más, palabras que quedaron impresas permanentemente en mi mente. Eliminé completamente a algunas personas de mi vida. Ya había tenido suficiente dolor durante e inmediatamente después de mi violación. El dolor de escuchar sus comentarios, algunos hechos incluso tan tarde como a las 26 semanas de mi embarazo (mucho después de llamar a mi hijo por su nombre), era demasiado difícil de soportar. Ver que la gente te diga que tu bebé debería ser asesinado y compararlo con Satanás era mil veces peor que ser violada. ¡Mi hijo no había hecho nada malo! ¿Cómo podría haberlo hecho? ¡Ni siquiera había tenido la oportunidad de aspirar aire a sus pulmones!

Continúa el peligro

Alrededor de la época en que tenía 16 semanas y media, mi obstetra se estaba más preocupado por la hemorragia constante, ya que no se podía culpar a la rareza del primer trimestre. Hizo más pruebas y descubrió que tenía una infección articular de transmisión sexual que contraje durante la violación que no había sido cubierta por los tratamientos preventivos que recibí en los días posteriores al asalto. Había causado que mi cuello uterino se irritara e inflamara increíblemente y, si no se lo trataba, podría provocar un parto prematuro y la muerte de un bebé demasiado pequeño para sobrevivir fuera del útero.

El diagnóstico tardó aproximadamente una semana, pero el tratamiento posterior no eliminó por completo de mi cuerpo la infección. Volvió nuevamente, y la hemorragia no se detuvo para nada hasta un par de días antes de que yo tuviera 20 semanas de embarazo, después de dos rondas más de píldoras. La paz fue efímera porque, a las 20 semanas tuve un virus estomacal que me llevó al hospital por una deshidratación severa. Sin embargo, de alguna manera, los fuertes latidos de mi hijo prevalecieron.

A través de todos los momentos terroríficos, estaba casi completamente sola porque demasiadas personas simplemente no entendían cómo podía dejar que este niño siguiera viviendo, creciendo y pateando en mi vientre. El embarazo es difícil, pero definitivamente es más difícil cuando tus amigos están inmersos en la cultura que nos rodea y no valoran la vida.

Los movimientos de mi hijo se hicieron más fuertes y comencé a sentir hipo y giros. En poco tiempo, tenía 39 semanas y me registré para ser tener un parto inducido en el hospital. No acepté ofertas para una epidural. Las enfermeras siguieron diciéndome que era «una estrella de rock» para lidiar con las contracciones sin medicamentos para el dolor.

La verdad es que ninguna contracción es tan dolorosa como la experiencia de personas que me dicen cuánto odiaron a mi perfecto e inocente hijo antes de que naciera. Pensaron que vería a mi violador en mi hijo. No lo hice y no lo hago. (En realidad se ve exactamente como yo lo hacía a su edad.) Pensaron que no podría amarlo. ¡Absolutamente! Pensaron que las dificultades financieras temporales eran demasiado para manejar. No lo son. Pensaron que nacería malvado. Ningún bebé le ha dado a mamá alguna tanto gozo como él ha traído a mi vida.

Mi hijo fue concebido en violación, pero su vida, como la de cualquier otro ser humano, comenzó con Dios. Y como cualquier otro bebé, la gente se enamora fácilmente de él, incluso algunas de las personas que se ofrecieron a pagar a un médico para asesinarlo. Él le muestra a la gente lo equivocados que estaban todos los días.

Esa lista incluye a su madre porque una vez pensé de la misma manera.

Paula K. Peyton, es escritora, madre de Caleb y ahora bloguera provida en Save The 1. Vive en Memphis, Tennessee.