Como primera generación de inmigrantes de
las islas del Caribe, he soportado muchas cosas en la vida desde muy joven. En
noviembre de 2010, a los 17 años, después de una vida de abuso físico y
emocional en manos de mis padres, decidieron librarse de la carga de tener que
vivir conmigo. Yo era estudiante de último año de secundaria en Florida.
En ese momento – a seis meses de graduarme, ya había conseguido una beca
completa en la Universidad de Howard en Washington, D.C. Mi futuro estaba
más o menos claro, o eso pensaba yo. Fue entonces cuando mis padres tomaron la
fatídica decisión, dos semanas antes de mi cumpleaños número 18, de mandarme
a vivir con dos parientes varones, ambos conocidos por historias de
violencia contra mujeres.
Les rogué y supliqué que me aceptaran de
vuelta en casa. Busqué recursos externos de refugio; pero el destino hizo
que terminara viviendo cuatro meses en total con estos hombres.
Al cabo de dos meses de vivir allí,
ocurrió lo impensable: mi virginidad fue brutalmente violada, fui abusada
sexual y físicamente en todos los sentidos imaginables. Los dos parientes
me dijeron que si se lo contaba a alguien, me matarían. Ni que decir que estaba
horrorizada, deshumanizada, aterrorizada y completamente traumatizada.
En el verano de 2011, durante un examen
físico de rutina para la universidad, supe que estaba embarazada de seis
semanas como consecuencia directa de la violación incestuosa.
Yo era virgen cuando me violaron y nunca
había estado con otro hombre. Mi médico estaba tan devastado como yo.
Recuerdo que el médico y la enfermera me repetían: "Siento mucho que
esto haya ocurrido".
Inmediatamente, mi doctor me dijo que
tenía tres opciones: 1. Abortar al bebé, 2. Darlo en adopción y 3.
Quedarme con mi bebé. No fue una decisión difícil para mí. Soy y
siempre he sido pro vida. Lo que alentó mis convicciones fue que mi médico
ordenó una ecografía a las seis semanas de embarazo. Tan pronto como vi
la ecografía, me di cuenta de que llevaba una vida humana dentro de mí.
A pesar de todo, no había en mi corazón un
motivo para poner fin a esta vida humana, independiente del delito atroz y
bárbaro que había sido perpetrado en mi contra. Nunca pensé en mi bebé
nonato como responsable.
Por supuesto el violador exigió que
abortara y mi familia exigió dar al bebé en adopción. La adopción no era
una opción para mí porque yo ya estaba empezando a apegarme profundamente con
la bebé que llevaba dentro. Como fuera, ¡ésta era MI hija! Ésta era
mi carne y mi sangre y yo era su madre.
En febrero de 2012 di a luz a mi hija
Valencia Marie. Tuve a mi hija sola a los 19 años de edad y, a pesar de
que estaba aterrada, confundida y estremecida, cuando la matrona trajo a mi
hija, fue un amor a primera vista.
El 2012 se llevó a cabo una investigación
criminal completa para conseguir condenar al violador por los crímenes que
cometió contra mí. Después de una inmensa presión de mi familia, lo
demandé para que me pasara una manutención. En represalia, el violador
pidió la custodia parcial de mi hija y, luego, la custodia completa.
Peleé muy duro para proteger a mi hija de
ese monstruo. Por suerte, los tribunales no concedieron al violador
ningún derecho de visita y nunca ha pasado tiempo con mi hija, a pesar de que
todavía está peleando conmigo en los tribunales. En todo este tiempo, nunca
jamás me he arrepentido de no elegir el aborto o la adopción. La crianza
de mi hija ha valido la pena completamente. Nunca he asociado la
violación con mi hija.
¡Estoy tan agradecida de ser madre!
Primero y ante todo, mi mayor bendición en la vida es mi hija. Esta niña
inteligente y preciosa nunca deja de sorprenderme. Todos y cada uno de
los días me enamoro más de su personalidad, su encanto y su energía luminosa.
Ser madre, de todas maneras, es el regalo que sigue regalando.
Aprendo más de mi hija cada día y ella aprende más de mí. Soy, sin
lugar a dudas, una cuidadora amorosa, por lo que ser madre es innato a mí.
De verdad, es algo por lo que me levanto agradecida todos los días,
porque sé que hay personas que no pueden tener hijos. Así que el hecho de
tener la oportunidad de experimentar este gran hito en la vida es una tremenda
bendición. Espero algún día ser bendecida con más hijos en un futuro lejano.
El hecho de que mi propia madre fuera horrible conmigo y que nunca me
quisiera, me enseñó que el amor de una madre es sin duda una de las formas más
importantes de amor en la vida de una persona.
El verdadero amor lo siento cuando miro a
los ojos de mi hija. Valencia es el amor de mi vida. Y cuando tenga
más hijos, siempre serán el amor más maravilloso de mi vida. Ser madre te
muestra el amor del que eres capaz. Feliz, daría mi vida por mi hija.
Sólo quiero que mi hija Valencia sienta el amor infinito de mi corazón
por ella y que tenga toda la felicidad del mundo. Quiero criar a mi hija
para que sepa que no importa lo lejos que estemos, nuestras almas están
conectadas y que nada puede romper nuestra unión. No hay nada que mi hija pueda
hacer que limite mi amor porella. Éste es el tipo de amor maternal que
siempre tendré para mis futuros hijos, también.
Continué asistiendo a la escuela técnica y
me gradué con un diploma en Administración Médica. Ahora estoy estudiando para
obtener mi Licenciatura en Administración de Servicios de Salud.
Después, planeo sacar una Maestría en
Administración. Actualmente, trabajo en educación médica en la escuela de
medicina más grande del país. Más adelante, querría ser administradora de
hospital o trabajar en gestión de emergencias ya que tengo un muy buen manejo
de crisis. Así que, como puedes ver, tener un embarazo no planeado de una
violación, de ninguna manera arruinó mi vida o mi educación.
Nunca he amado menos a mi hija debido a su
padre biológico. A menudo, la gente me pregunta qué siento respecto a mi
hija porque su padre es un monstruo que me violó brutalmente. Les hago
una pregunta retórica: "Si el padre biológico de un niño fuera Hitler,
Saddam Hussein, o Bin Laden, ¿eso los hace menos dignos de amor sin fin?"
La respuesta es: ¡NO, absolutamente no!
Como seres humanos, no elegimos a nuestros
padres biológicos. Ya se trate de un asesino en serie o un violador, ese
niño es puro, y ese niño es inocente. Ese niño es una vida nueva.
Creo que la concepción es el inicio de una
nueva vida. En el futuro, cuando tenga más hijos, sé a ciencia cierta que
no miraré a Valencita, que fue concebida en una violación, de un modo distinto que
a mis hijos concebidos dentro del matrimonio.
BIO: Wedencise "Wendi" Lubin
vive en Florida y es madre, estudiante universitaria, y blogger de Save The 1,
así como miembro activo en Esperanza Después de la Concepción por Violación
Terrible historia de desamor que tiene un desenlace hermosísimo.
ReplyDeleteEs una chica muy madura e inteligente. Ojalá Dios le tenga reservado un excelente futuro marido amoroso y bueno.