Por Robert Kollar
“¿Está embarazada Kristi?”. Esta
es una pregunta que jamás esperé oír de boca de mi pastor y amigo, al hablar
por teléfono una tarde de Domingo al llegar de la iglesia. Era la mañana del 22
de abril de 2018. Si mi hija de 18 años hubiera estado embarazada, él lo habría
escuchado de mi boca, o de nosotros, ¿cierto?
Le contesté con un lento y
dubitativo: “No... no lo sé... Deja que te devuelva la llamada”. Mis palabras
parecían sonar como si hubieran sido editadas con efectos sonoros especiales
para una película. Sentí como si mi cabeza se hubiera vaciado completamente. El
único pensamiento que había en ella era como una sirena lejana que sonaba
“Kristi está embarazada, Kristi está embarazada, Kristi está embarazada.” ¿Cómo
podía ser posible? Y de repente, supe que lo estaba. Era una batalla más con la
cual lidiar.
Mi madre acababa de fallecer un
mes atrás a causa de un cáncer. Unos meses antes, mi padre se cayó de unas
escaleras que tenían hielo, en la puerta de un restaurante en Munich,
rompiéndose el lado derecho de su cuerpo: hombros, brazo, cadera, rodilla y
pierna. Después de salir del hospital, fui a Munich a ayudarlo y cuidarlo
algunos meses. Antes de eso, habíamos tenido un año muy duro, habíamos
estrenado nuestra primera película en nuestro pueblo. Habíamos producido,
escrito, dirigido y actuado en ella: una historia verdadera de nuestros
testimonios personales de servicio a Dios. Hace 15 años supe que tenía una hija
de 3 años llamada Kristi y había sentido una gran alegría, aunque no sabía nada
de ella, de su madre, o siquiera si era realmente mi hija, hasta que estuvieran
listos los exámenes de ADN.
Pasamos un año sin parar,
filmando una película con un equipo más o menos de 40 personas que usaban
nuestra casa como oficina de producción a tiempo completo.
El día siguiente al estreno, nos
notificaron que íbamos a tener que mudarnos de nuestra casa rural que
rentábamos en Montana, donde había vivido 19 años. Yo amaba esa casa, una
propiedad de 4 acres al lado del bosque y cerca del río, 6 millas fuera del
pueblo. Como padre soltero crié a Kristi ahí la mayor parte de su vida.
La propiedad era vieja y la iban
a tirar para construir un complejo comercial. A 12 horas de habernos mudado a
nuestra casa nueva, encendí la chimenea, y después de quedarme dormido, las
vigas del ático se prendieron en llamas. Todo estaba arruinado e inhóspito,
pero gracias a Dios Kristi estaba en danza y lejos esa tarde. El bombero
capitán me dijo que el detector de humo salvó mi vida. Lo poco que nos quedó,
lo pusimos en un almacén y durante los siguientes meses, entrábamos y salíamos
de moteles, de casas de amigos, hasta un pequeño campo de casas rodantes donde
nuestra casa tenía una puerta que no cerraba del todo.
Con todo lo que estaba pasando,
no es sorpresa que no supiera que Kristi estaba embarazada.
Ella era de complexión muy
delgada y no se le notó durante los primeros 6 meses y medio, especialmente con
su ropa de invierno.
Después de la llamada de mi
pastor, colgué el teléfono, esperé un momento, respiré hondo, miré a Dios
diciéndole en mi corazón: “Te necesito de nuevo, por favor” y entré en el
cuarto de Kristi.
De inmediato, sentí una ráfaga
emocional y comencé a abrazarla y a decirle cuánto la amaba y lo orgulloso que
estaba de ella. Aunque no mencioné nada más, ni sabía los detalles, ella se dio
cuenta que yo sabía que estaba embarazada y los dos lloramos juntos. Mis
lágrimas eran de alegría.
Lloramos y hablamos un largo rato
mientras me decía que estaba casi en su séptimo mes de embarazo. Le hablé al
bebé que estaba en su vientre y me presenté como "Papa". Kristi no me
contó que había sido violada y fue muy vaga al hablar acerca del padre. A pesar
de eso, recuerdo haber sentido que algo no estaba del todo bien, pero no quise
arruinar el momento. Me alegraba de saber que Kristi criaría a su bebé sin
importar las circunstancias.
Después, me dijo que ella quiso
contármelo desde un principio, pero con todo lo que estaba ocurriendo en
nuestras vidas, no quería decirlo apresuradamente. Kristi todavía estaba
pendiente de su graduación de preparatoria y no encontraba el momento para
decírmelo. Era una de las estudiantes con mayor rendimiento y la única en una
escuela pequeña cristiana que se graduaría embarazada. Pero ellos la apoyaron.
Lo más significativo, es que
estaba embarazada por una violación, de un joven que conocíamos, cuya familia
asistía a nuestra pequeña iglesia. Por supuesto, nadie más sabía que Kristi
había sido violada o que estaba embarazada. Kristi tenía miedo de contar los
detalles porque temía que yo le hiciera algo malo a ese joven y me metiera en
problemas y quizás tenía razón. Como podrán imaginar, había malos pensamientos
rondando mi cabeza una vez que supe lo que él le había hecho a mi hija. Después
de algún tiempo, mi hija me contó cómo a los 17, había sido obligada a tener
sexo encerrada en el coche de este joven de 19. Kristi había tenido miedo de ir
a la policía por la presión social, lo cual puedo comprender. Este joven
supuestamente era muy querido y popular y vivíamos en una comunidad muy pequeña
de un pueblo en una montaña.
Yo hablé de este asunto con los
pastores de nuestra iglesia. El violador, sus padres, dos de los pastores,
Kristi y yo tuvimos una reunión en la oficina de la iglesia una tarde en la que
el joven admitió lo que había hecho.
Aunque apreciaba que dijera la
verdad y esperaba encontrar dentro de mí la manera de perdonarlo, no mostraba
señales de arrepentimiento. Lo que verdaderamente me sorprendía era que uno de
los pastores (no el que me había llamado), le recomendó a Kristi y a su
violador asistir a terapia matrimonial “¡sólo para ver si eran compatibles para
criar un bebé juntos!” Por supuesto que Kristi se negó y yo estuve de acuerdo
con ella, pero nos dijeron que, si no seguíamos la recomendación de los líderes
de la iglesia, ella sería egoísta y no seríamos bien recibidos en su iglesia.
Al principio estábamos
devastados. Habíamos asistido y servido en esa iglesia más de 12 años. Fue mi
primera iglesia. Había sido nuestra familia. Amábamos a todos y ellos a
nosotros, hasta ese momento. Habíamos estado ahí cada vez que se abrían las
puertas, involucrándonos con varios de sus ministerios. Incluso yo había
precedido varios de sus ministerios y había comenzado un ministerio de prisión
ahí.
Pero ahora querían que
ocultáramos un crimen, un crimen contra mi hija que cambiaría su vida para
siempre. Así que nos marchamos. El 27 de Julio de 2018, fui testigo del
nacimiento de Adeline Marie Kollar, quien nació temprano, a las 6:31 a.m.
Yo fui la primera persona que vio
cuando abrió los ojos y me sonrió al reconocer mi voz. ¡Me enamoré en un segundo! Era mi regalo de
Dios, después de no haber sabido de la existencia de Kristi y de haberme
perdido los primeros tres años de su vida. El violado rehusó a firmar el acta
de nacimiento de Adeline, así que gracias a Dios le dimos nuestro apellido. Sin
embargo, sus papás abrieron un caso por custodia, mientras yo convencía a
Kristi de pedir pensión alimenticia.
Después de que nuestro abogado
escuchara la historia de Kristi, nos recomendó que ella fuera a los Servicios
para Víctimas. El amable joven consejero convenció a Kristi de denunciar el
crimen a la policía -aunque habían pasado 10 meses- para que la policía pudiera
mantener al joven vigilado para que no cometiera más crímenes.
En la estación de policía, me
entrevistó una detective que parecía quería arrestar al joven después de saber
la historia, pero eso dependería del Estado. Mientras tanto, la detective
entrevistó a los pastores de nuestra antigua iglesia, al joven y a sus padres.
Ella nos llamó más tarde para decirnos que todos negaron que el joven hubiera
confesado, así que, si no teníamos a otro testigo, tendrían que retirar los
cargos. Por supuesto, no hubo ningún testigo. Amaba mi iglesia y al pastor
superior, pero habían mentido para proteger al violador y la imagen pura e
inmaculada de la iglesia.
Por ese tiempo, Kristi tenía una
depresión severa, vergüenza y hasta culpa, que más tarde supe era algo común
entre sobrevivientes de violaciones. Lo único que podía hacer era ayudar a
Kristi a criar a mi nieta. La alenté para que continuara con su sueño de
asistir a una universidad de teatro del conservatorio de Nueva York. Había
trabajado muy duro para ser aceptada.
Es una de las mejores escuelas de
teatro en el mundo y la aceptaron. Sin embargo, con la bebé no se le permitiría
ir, a menos de que yo me mudara a Nueva York también para cuidar a la bebé. En
un par de meses, habíamos empacado todo en un camión grande y manejamos a
través del país, desde las montañas de Montana hasta Nueva York. Ciertamente
sería una nueva aventura y no teníamos idea de qué tenía preparado Dios para
nosotros. No ha sido para nada fácil, pero sobrevivimos a nuestro primer año y
medio. Kristi ha sanado gran parte de la herida y como siempre, le ha ido muy bien
en la escuela. La mudanza ayudó a sanar la depresión, salirnos del pequeño
pueblo fue la mejor decisión para nosotros. Adeline tiene 18 meses, está feliz,
saludable y sabe que es amada.
Pero hay más- un profundo secreto
que había guardado hasta ahora por vergüenza. En la década de los 70, cuando
era un adolescente, criado en las playas del sur de California, mezclado con la
atracción y tentación al sexo, drogas y rock and roll de Hollywood, tuve muchas
novias. Debió haber sido justo en el tiempo de Roe vs Wade, cuando a los 16,
embaracé a mi novia del bachillerato. En ese momento y sin discusiones, su mamá
la obligó a abortar y le prohibió verme de nuevo hasta que fuera adulta.
Recuerdo la vergüenza, la culpa y el dolor de saber que se había acabado con
una vida.
Yo sabía entonces que habíamos
experimentado una tremenda pérdida que nos afectaría por el resto de nuestras
vidas. Nunca volvimos a ser novios, pero seguimos siendo amigos hasta hoy. Sin
embargo, rara vez hablamos de esa experiencia.
En los 20 años que siguieron de
la pérdida de mi primer hijo, hubo otras cinco mujeres de las que creí haber
estado enamorado y en cada caso había vivido con ellas y planeado casarme.
Aunque usamos varios métodos de anticoncepción, a cada una la embaracé y a pesar
de mis esfuerzos, acabaron teniendo abortos en contra de mi voluntad y la
relación se acabó.
Esto es muy difícil de compartir
porque me siento como una horrible ramera y responsable por cada una de esas
muertes por mi comportamiento irresponsable.
Siempre quise ser padre y nunca
creí en los abortos, pero tenía miedo al matrimonio porque no quería
divorciarme. Me rompió el corazón el divorcio de mis padres cuando era un
adolescente. Desde que empecé a criar a Kristi como padre soltero, he elegido
la vida de celibato y le hice una promesa a Dios que haría todo lo que pudiera
para hacer un bien en las vidas de al menos 6 niños en mi vida, en memoria de
los hijos que perdí.
Algunos años después obtuve la
custodia completa de Kristi y estudié y recibí una Licencia de Padre Adoptivo
en Montana y juntos, Kristi y yo hemos podido ayudar a varios hijos con
custodias temporales. Incluso hemos servido en Myanmar (Burma) en varios
orfanatos donde hay una historia para otra película que espero hacer algún día.
Tanto a Kristi como a mí, nos han
pedido que demos pláticas. Kristi comparte su historia y habla en contra del
aborto - sin excepciones y yo hablo acerca de la paternidad. Yo creo que, si
hubiera más énfasis en el respeto a las mujeres y la paternidad del que hay,
habría menos abortos.
Estoy detrás de mi trabajo y
lográndolo, por la gracia de Dios. Mudarme a Nueva York tuvo un coste, así que
las finanzas no son lo que solían ser, pero aparte de eso, me siento
verdaderamente bendito. Tengo tanto una bella hija como una hermosa nieta. ¡Mis
Chicas!
BIO: Robert Kollar es padre
soltero, abuelo, y conferencista / bloguero para Salvar El 1. También hace
películas, es escritor, ministro de la prisión y conferencista sobre
paternidad. Para más información de sus proyectos de películas visita
mwmcornerstone.com
¿Eres una mujer que busca el fruto del útero ?, quieres oír las voces de los niños en tu casa pero no has podido quedar embarazada, no te preocupes más porque el Dr. Ajayi te ayudará a tener un bebé, estaba enfrentando situación similar cuando un hombre testifica cómo el gran lanzador de hechizos, el Dr. Ajayi, lo ayudó a recuperar a su amada esposa de vuelta a casa después de 9 meses de separación, me acerqué al Dr. Ajayi, me explicó mi condición, me dijo que no llorara más y preparó una hierba bebí para mí lo que tomé y en tres meses estaba embarazada de gemelos, ahora soy una madre orgullosa contacte al Dr. Ajayi, el lanzador de hechizos para cualquier situación de la vida, es un buen hombre y creo que lo ayudará a restaurar la paz en su hogar. Viber o WhatsApp: +2347084887094 o correo electrónico: drajayi1990@gmail.com
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