Milagros Pedretti, Argentina
Hace 2 años hablé por primera y única vez con mi mamá biológica. Una mujer que vivió en la pobreza, que sigue siendo muy humilde. Una mujer reiteradamente abusada, no solo por mi padre. Una nena, de 13 años cuando le tocó parirme. Soy hija de una "niña-madre".
Soy hija de una madre abusada.
Soy hija de un padre abusador. Nieta de un abuelo abusador. Nieta de una abuela
alcohólica y maltratadora. Soy todo eso, pero no soy abusadora, ni alcohólica,
ni maltratadora.
Soy Milagros… Soy hija; soy
madre; soy esposa; soy hermana; soy sobrina; soy prima; soy madrina; soy
ahijada; soy tía; soy amiga; soy compañera; soy profesora de Educación Física;
soy huertera; soy cocinera; soy música; soy montañista… Soy porque alguien veló
por mí y me dieron la oportunidad de vivir.
Aquel día en que hablamos, mi
madre biológica sólo pedía perdón. Un perdón que tuvo guardado durante 38 años.
¡Perdón, perdón, perdón! Perdón
hasta el llanto. Hasta quebrarse su voz.
Pero, ¿por qué me pedís perdón?
“Tengo que estar agradecida contigo, que me diste la oportunidad de tener una
hermosa y digna vida”, le dije yo.
Su perdón dejaba de lado su edad
de ese momento, dejaba de lado su pobreza y los abusos de mi padre. Nada de eso
la detuvo para pedir perdón.
Perdón, ni si quiera por algo que
había hecho.
Pedía perdón por haber tenido “la
idea de abortarme”.
“Yo quise lastimarte, quise
hacerte cosas malas, yo quise matarte”, me decía entre sollozos.
Imagínense, vivir 38 años con una
carga de dolor tan grande; que olvidó la pobreza, el abuso y la edad en la que
le tocó vivirlo…
Ella misma me dijo: gracias a una
señora llamada Silvia, hoy puedo pedirte perdón. Silvia me ayudó. Y yo nunca
dejé de amarte.
Silvia, ayudó a mi mamá a tomar
otra decisión que no fuera la de matarme. Y así fue que nací y luego me dieron
en adopción. Ése es otro capítulo, que no es necesario contar y les aseguro que
tengo hermosos padres y hermanos.
Deseo que “muchas Silvias”,
podamos apreciar tanto la VIDA, más que a la pobreza, a los abusos y a las
miserias del mundo. Deseo que nadie más tenga que cargar por años, el peso de
la idea o el accionar de matar a un inocente. Deseo que a ninguna mujer le
toque lo que le tocó a mi mamá…Pero si así fuese; que “Las Silvias” estemos ahí
para ayudar.
El aborto no mete al violador, ni
al abusador preso. El aborto no practica la igualdad de género. El aborto no es
inclusivo. No soluciona la pobreza.
El aborto jamás te va a liberar.
Y aunque nos maten y nos descarten, ya dejamos huella. Ningún abuso, ningún
golpe, ninguna pobreza me hizo menos persona.
Soy y somos personas, igual que vosotros. Y doy gracias a Dios porque
puedo compartir mi vida con vosotros.
TE PERDONO MAMÁ Y TE AGRADEZCO
QUE ME HAYAS DEJADO VIVIR.
Nota: Milagros Pedretti está casada y es madre de cuatro hijos y está esperando a su quinto que será una niña. Vive en San Carlos de Bariloche, Argentina. Escribió su testimonio el día de su 39º cumpleaños para celebrar la vida, su vida, y hacer que su historia pueda ayudar a otras personas que se encuentren en una situación parecida. Con esta breve reflexión personal quiere sumar una nueva aportación en defensa de la vida.
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