Por Nina
Llevábamos muy poco tiempo
casados cuando mi esposo empezó a
golpearme. No mucho tiempo después, también a violarme. Me tenía encerrada en
casa para que no me vieran los golpes que me
propinaba y sólo me dejaba estar con mi mamá a quien no le importaba verme
con el ojo morado y me decía que no tenía su apoyo para dejarlo.
Quedé embarazada en esas
circunstancias y no por eso cesaron los abusos. Me seguía manteniendo encerrada y, ante las violaciones, yo sólo
cedía, no quería resistirme para que no
me golpeara en exceso ya que me daba miedo que pudiera hacerle daño a mi bebé con tanto golpe. Ése fue mi
aliciente para encontrar la forma de dejar esa vida..
Supongo que pensó que ya estaba
completamente sometida y que no escaparía pero lo hice. Mientras él trabajaba
tomé lo que me cupo en una maleta y me fui pero no tenía a dónde ir. Hubo un
momento en que, parada a un costado de una carretera sin saber dónde pasaría la
noche, pensé en lanzarme frente a un
autobús. Pero me alejé de la carretera y le supliqué a mi papá que me recibiera
en su casa, cosa que finalmente aceptó.
Cuando mi hijo nació y mientras
aún me recuperaba del parto en una pequeña maternidad, por un instante vinieron a mi mente todos los
malos momentos que había vivido con su papá. Recuerdo que incluso ahí en la
cama del hospital me sentí muy herida y le dí la espalda a mi bebé. Pero
reaccioné rápido. Él era incluso más víctima que yo y por culpa de una mala
persona su madre lo estaba castigando. Me giré y lo abracé, me arrepiento tanto
de eso que cada que lo recuerdo llamo a mi hijo para abrazarlo fuerte y poder
compensarlo.
Como no pude terminar mi carrera,
no conseguía trabajo así que tuve que encontrar la forma de explotar mis
talentos. Los mismos que un día pensé que eran tan inútiles hoy me permiten ser
el sustento de mi hogar. Estuve un año en terapia psicológica y hoy me doy
cuenta de que ese embarazo me salvó la vida porque si no fuera por eso no sé si
hubiera juntado la fuerza necesaria ñ para escapar y quizás un día mi marido me
hubiera matado a golpes. Mi hijo me salvó.
Hoy, después de mucho esfuerzo y trabajo, me
siento plena y feliz. Aún hay días malos, a veces tengo pesadillas pero acepté
el hecho de que hay cosas dentro de mí que no sé si un día se reestablecerán completamente pero también
sé que muchas otras han florecido,
cualidades que no pensé que tenía.
No tengo la vida que soñé tener,
en realidad tengo una mucho mejor, es increíble que lo diga pero agradezco todo
lo que he vivido porque amo la mujer que soy ahora y jamás lo hubiera logrado
sin todas esas experiencias que me hicieron fuerte.
Bio: Nina es mexicana, madre de
un niño concebido en situación de violación conyugal y redactora de
investigación.
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