Shirley Carvajal, Nicaragua
Sólo tenía 16 años y cursaba el
cuarto año de Educación Secundaria. En casa siempre hemos sido personas de
escasos recursos económicos así que, cuando mi mamá y mi papá trabajaban y mis
hermanos iban a clases por la mañana, yo me quedaba sola en casa.
Un día estaba haciendo la
limpieza de las puertas cuando alguien en quien teníamos muchísima confianza
puesto que era el esposo de mi hermana mayor, llegó de repente. Él era taxista
y siempre se había relacionado muy bien con nuestra familia. Me dijo que mi
papá le prestaba una llave para poder reparar el carro que no andaba muy bien.
Yo me excusé y le comenté que no podía entrar en casa porque yo estaba sola
allí, pero él insistía en que le corría prisa porque se tenía que ir a
trabajar.
Entonces, le abrí la puerta y
seguí caminando al patio cuando escucho que se cierra la puerta detrás de
nosotros y noté que me cogía por detrás. Yo me defendí increpándolo y pidiendo
que me dejara ir, pero él sólo decía: "Tu día ha llegado".
Yo gritaba, pero mi vecina al
otro lado de la casa tenía un bar y ponía la música muy fuerte. Me arrastró,
prácticamente, porque yo hacía fuerza para que me soltara. Incluso lo rasgué
con mis uñas por todos lados. Me tiró en la cama, me subió la falda y me
penetró fuerte, fue lo más horrible que sentí, pero yo seguía luchando rasguñando
y de todo.
Pero no pude con él y allí pasó
todo. Me quedé todo el día encerrada en el cuarto. Él me amenazó con que si yo
contaba algo se llevaría a mi sobrina (la hija que tiene con mi hermana) que en
aquel entonces tenía unos 4 años y que nunca más la volveríamos a ver.
Los siguientes tres meses lo
evitaba cada vez que venía a casa o intentaba no estar. También empecé a tener
fuertes dolores de espalda y de vientre. Posteriormente, entré en estados
depresivos y ya mis padres y familiares empezaron a notar que no salía de casa
y se preguntaron qué ocurría. No podía ir a clase, empecé a tener desmayos, mi
mamá preguntaba sin cesar qué ocurría. Y yo, cobardemente, un día decidí tomar
un montón de medicinas juntas y me intoxiqué. Entonces, me llevaron al médico y
en el chequeo descubrieron que estaba embarazada. Fue raro porque a mí el
período me había bajado puntual esos meses.
Recuerdo que mi hermana, la
esposa del pendejo que me hizo eso, fue la que llegó a verme, pero yo me di la vuelta
porque andaba con él. Poco tiempo después, la abandonó y se largó de casa.
Después de esto, no pude aguantar
más y le conté todo a mi mamá.
Al día siguiente, fuimos a
policía y a muchos sitios más. Yo estaba como en otro mundo; mi hermana no me
creía, me gritaba y me echaba en cara que su marido se había ido por mi culpa.
Pero parece que regresó después y entonces, desaparecieron todos llevándose a mi
sobrina y la policía no los encontró. Nos decían que, cuando lo ubicásemos les llamáramos
para así ir a prenderlo, pero nosotros no somos policías, los policías son
ellos, ni somos tampoco investigadores privados. Me dolía más no saber de mi
sobrina porque cualquier cosa le podía ocurrir. Con una persona así, no se
sabía que podía pasar...
Pasaron los meses y llegó el
momento de dar a luz. Cómo yo no estaba mentalizada y no quería al bebé no
había preparado ni un pañal. Y mi mamá que estaba liada con abogados y demás,
tampoco. Pero a la hora del parto sobró quién me regalara pañales, cupones,
alfileres, leche, de todo...
Cuando mi hijo nació, me llevaron
a la sala post parto. A mi bebé lo sacaron para que mi mamá lo viera. Ella me
animaba y decía que lo mirase, pero yo no quería porque tenía miedo de que se
pareciera a él....
Pero entonces el niño me
respondió llorando. Cuando escuché su llanto, me eché a llorar, lo abracé y lo
abrigué y es lo más hermoso que tengo.
Su hijo Bryant
En cuanto a mi agresor
conseguimos localizarle, pero sobornó a policías y jueces para que no
pudiéramos hacer nada contra él.
Seis años después me casé, pero
mi esposo murió cuando nuestra niña tenía apenas seis meses, casi a los dos
años de casados.
Cuatro años después, me volví a
casar, pero mi esposo me abandonó y ahora tengo tres bebés, mi hijo de 15
concebido en la violación, mi hija de 8 de mi primer esposo y mi bebé de 2
años.
Trabajo en el Ministerio de
educación de mi país, saco a mis hijos adelante como puedo y, aunque a veces no
tengo para todo lo que queremos, me hacen muy feliz.
Nota: Shyrley Carvajal tiene tres
hijos, uno de ellos de 15 años concebido
en una violación incestuosa, trabaja en el Ministerio de Educación de Nicaragua
y se alegra de que pongamos letras a una historia que siempre ha querido contar en un país en que las
víctimas de violaciones y los hijos
nacidos de ellas no se tienen en cuenta.
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