Concibió un bebé a los 13 años como consecuenciade una violación y, aún con todo, estaba encantada con aquella niña. Entonces, sucedió lo peor.
Por Rebecca Kiessling
Hace unos años compartí mi testimonio en un evento para recaudar
fondos en una localidad de Indiana. Cuando terminé mi discurso, se
acercó a mí una dulce mujer y, entre llantos, me confió su historia
personal. Desde aquel momento, hemos mantenido una estrecha amistad.
Se llamaba Sheryl y ella y su hermana fueron objeto de las
reiteradas violaciones de su propio padre y de su abuelo desde su más tierna infancia. Cuando se lo contaron a su madre, no las creyeron, y el
abuso continuó durante unos cuantos años más. Finalmente, a los 13 años,
fueron enviadas a sendas familias de acogida. Sin embargo, Sheryl
volvió a ser violada por un muchacho de 18 años mientras se encontraba
en ese hogar tutelado. De nuevo, sintió miedo de denunciar la violación,
pensando: “No se lo contaré a nadie… Mi madre no se lo creyó y ahora,
ocurrirá lo mismo. Todo esto, va a aparecer totalmente absurdo”.
Entonces, sigue explicando Sheryl, “fui enviada a otra casa
de acogida, donde empecé a encontrarme mal”. La nueva madre adoptiva le
preguntó si no estaría embarazada y Sheryl quedó traumatizada por la
pregunta ya que nunca había considerado siquiera aquella posibilidad. El
joven muchacho que la había violado fue interrogado al respecto pero él
lo negó todo, incluso haber tenido ninguna relación sexual con ella,
lo cual sorprendió completamente a Sheryl. Pero, entonces, pensó:
“¿Sabes qué? Con él o sin él, yo puedo seguir adelante con esto”.
Ella explica cómo empezó a sentir unos estrechos lazos
afectivos con su bebé: “Mientras avanzaba el embarazo, notaba como me
pataleaba, y podía sentirlo hasta el punto de decir: “Ok, lo he notado”.
Estaba emocionada pensando en el hecho de convertirme en madre. En mi
interior, aquello era algo grande que nadie podía arrebatarme. Soy yo,
es una parte de mí. Estaba emocionada…".
Sin embargo, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos
cuando su madre adoptiva la llevó a realizar lo que ella pensaba sería
una simple revisión. “Aquello resultó ser un aborto. No recuerdo,
incluso, de quién fue la decisión. No recuerdo nada de aquello. Sólo una
mesa y a mi misma encima de ella. No recuerdo siquiera que me llevaran
en coche. Creo que ni siquiera entendía a dónde me habían llevado”.
Sheryl afirma que se sintió desesperada, como “si yo no importara. Mi
voz no significaba nada. Mis pensamientos, sentimientos, no importaban
nada en absoluto”. Después del aborto, las cosas fueron de mal en peor
para ella: “Me sentía sola, abandonada, y me quedé del todo bloqueada”.
Mientras imagina cómo habrían podido ser las cosas si todo
se hubiese desarrollado de un modo diferente, Sheryl explica: “Desearía
que, en lugar de haberme “ayudado” del modo que hicieron, me hubieran
proporcionado consejo. Me hubiera gustado poder explicar llanamente:
‘Mirad, esto es lo que sucedió’ y que me hubiesen escuchado y creído,
también. Pero, para mí, no existía ese entorno de comprensión y
seguridad.
Sheryl quiere que otras mujeres sean conscientes de algo
muy importante: “Tenéis otras opciones distintas al aborto, y si no lo
dais en adopción, al menos dádselo a una tía o a un familiar. No
abortéis porque esto os perseguirá toda la vida”.
Cuenta, también, cómo ha cambiado su vida desde aquel
momento. Canta en el coro de su iglesia, donde encontró a su marido. Su
matrimonio la ha ayudado a ver el auténtico rostro de Dios. Dice que
aprendió a comprender que “podemos ser como Dios mismo. No hacer daño a
la gente. Ayudar”. Sheryl dice que su marido representaba todo aquello, y
que supuso su camino de sanación.
Pero Sheryl todavía lucha buscando el perdón por el aborto
llevado a cabo. Sabe que Dios perdona y quiere que nosotros lo hagamos
también. “Pero, entonces, me di cuenta que debía perdonarme también a mí
misma, y no lo había hecho. Sólo quiero que la gente se dé cuenta del
enorme impacto emocional y psicológico que esta tesitura supone para una
mujer y que el aborto no debería ser nunca una opción, incluso en el
caso de violación. Pasar por todo aquello me traumatizó y no quiero que
nadie tenga que pasar por algo parecido”..
Sherly asistirá este año por primera vez a la Marcha por la
vida, en Washington, DC. Si quieren conocerla y saludarla personalmente
o agradecerle su testimonio pro vida, estará en nuestro stand de Save
the 1. Y si desean visualizar los vídeos con su historia, pueden hacerlo
aquí en inglés http://www.rtl.org/compassion/index.html
Rebecca Kiessling es abogado, escritora, conferenciante pro vida, fundadora y presidenta de Salvar El 1.
No comments:
Post a Comment