Hola, me llamo Sofía, tengo 30 años y soy de
Argentina.
Hace 5 años, en una noche de invierno,
fui golpeada y violada al salir de mi trabajo.
Al recuperarme del golpe, unos vecinos de la
zona me ayudaron a regresar a casa. Después de las revisiones, nada fue igual.
Me sentía muerta en vida, no podía dormir, tenía pesadillas, tenía miedo a
salir sola de casa.
Seis meses después, en una revisión de rutina,
descubrieron que estaba embarazada y me dieron la opción de abortar, pero
no me parecía correcto terminar con una vida que no tenía la culpa de lo que
había ocurrido.
Después de eso, pensé en dar al bebé en
adopción, pero cuando hubo nacido y tuve al bebé en mis brazos no lo
pude hacer.
Ese bebé se convirtió en mi motivo de
vida, en el amor de mi vida y en mi vida. Mi hijo ahora tiene 4 años
y se llama Ian que quiere decir "enviado del cielo". Él es el milagro
que Dios me regaló después de una desgracia y mi fortaleza para seguir
adelante. Aún estoy en tratamiento para superar lo qué pasó, pero con él mi
vida pasó de ser una pesadilla a ser un sueño.
Las cosas no se olvidan, pero se superan poco
a poco.
Terminar con una vida no te va sanar la
herida de una violación, sino que además se sumará la herida de la muerte de un
ser humano en la conciencia. La vida de un ser humano que no tiene la culpa de
nada de lo que ha ocurrido ni es responsable del mal actuar de su
"padre".
Mi consejo a una muchacha que atraviese una
situación similar a la que yo pasé, es que el aborto no es
una solución no va a cerrar la herida de la violación, sino que va a abrir
una nueva en su mente. Que apuesten por la vida y no se van a arrepentir como
no me arrepentí yo.
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