Sara Gerardo, madre por una violación
Mi historia es
larga, no obstante, para abreviar, permítanme decir que tuve una infancia
normal hasta que cumplí los diez años. Fue entonces cuando mi madre enloqueció
y no lo digo como una exageración o hipérbole sino literalmente.
Las fiestas de
cumpleaños, las películas, la música e incluso la escuela desaparecieron de mi
vida de la noche a la mañana. Ella se abasteció de alimentos para "el fin
del mundo", a pesar de que éramos una familia militar y nos mudábamos con
frecuencia. Crecí demasiado protegida y no tenía conocimiento de cómo
funcionaba el mundo. Imaginen mi sorpresa, entonces, cuando mi madre decidió
echarme de casa cuando fui mayor de edad.
Entre la suma
protección de la que había disfrutado y crecer en el ejército, no tenía ninguna
noción de lo que era un alquiler o los servicios públicos. Ella me había dado
hasta el final de año como plazo para mudarme, pero como había estado tan
aislada, también carecía de amigos. Al vivir en el norte, el final del año
significaba temperaturas bajo cero. Tenía que encontrar un lugar para vivir,
cualquier lugar.
Entra ahora en
escena un hombre al que llamaremos Robert. Robert era un oficial de seguridad
en proceso de unirse al ejército. Cuando se enteró de mi problema, me hizo una
oferta: mudarme con él, y él me enseñaría cómo vivir por mi cuenta. Él estaba a
punto de irse destinado al extranjero y quería que lo acompañara. Me dijo que
no sería un matrimonio real. Una vez que aprendiera a vivir por mi cuenta y su
tiempo en ese país terminara, regresaríamos a los Estados Unidos y nos
divorciaríamos discretamente. Parecía tener sentido, y sin ninguna otra opción
para mí, acepté. Mi madre no se opuso a la idea de que su hija se casara con un
desconocido.
Cuando llegué,
había un grupo de personas esperando para saludarme. Fue incómodo, pero lo
aproveché al máximo. Me informó de que me había conseguido una habitación de
hotel. Como no era un matrimonio real, no tenía sentido vivir juntos. En lugar
de ir a la habitación del hotel, nos dirigimos directamente a la capilla.
Estaba contrariada; llevaba mallas y una camisa ancha, ropa cómoda para viajar,
no algo para casarme. Dijo que no quería arriesgar mi reputación, y de esta
manera nadie podría decir que nada.
Después, él
trajo mi equipaje a mi habitación de hotel. Viajando al extranjero, no pude
mantener muchas de mis pertenencias, así que era principalmente ropa y un par
de libros. Cansada del largo vuelo, fui a bañarme y me preparé para acostarme.
Cuando salí, me sorprendió verlo en la cama, viendo una película. Dijo que se
iría si yo quería que lo hiciera, pero que había una película que realmente le
interesaba. Estaba tan cansada que no me importaba. Me metí en la cama.
Me desperté
cuando comenzó el asalto. Te ahorraré los detalles, pero perdí mi virginidad en
la noche de bodas con mi esposo extraño que me violó. Su argumento consistía en
que, como era su noche de bodas, se merecía tener sexo. Estaba indefensa.
Cuando todo
terminó, pensé en llamar a la policía, pero en realidad, ¿quién me escucharía?
"¡Ayuda, mi marido quería sexo en la noche de bodas!". Me culparían
por no querer dárselo. Lloré largo tiempo. Él estaba detrás de mí,
acariciándome el pelo. Justo cuando ya había terminado de llorar y me dispuse a
dormir, comenzó de nuevo. Como no denuncié el primer asalto, pensé que no
podría denunciarlo la segunda vez. Preguntarían: "¿Por qué no lo dijiste
antes? ¿Por qué le permitiste hacerlo otra vez?
Él me violó
durante tres días seguidos y sólo se detuvo porque mi período había comenzado. Me
explicó que no podía permitirse el lujo de mantenerme en el hotel y nos mudamos
juntos. Las violaciones ocurrieron casi a diario de una forma u otra. Se
extendió a otros tipos de abuso. Estaba muerta de hambre, atada y abandonada durante
días, descuidada, golpeada y torturada. Lo soporté casi un año.
Lo inevitable
finalmente había sucedido. Mi estómago se estaba hinchando y mi período no
había llegado. Me llevó al hospital y lo confirmaron: estaba embarazada. Aunque
no quería a su hijo, estaba convencido de que esto cambiaría todo. Había
llegado a creer firmemente que todo esto era culpa mía, y me lo merecía. Sin
embargo, el bebé era inocente. Él no lastimaría al bebé.
Estuve soñando
todo el camino a casa, preguntándome si se trataba de un niño o una niña, cómo
sería la habitación del bebé, si le gustaría practicar deportes o las ciencias o
si le gustaría el ballet o sería una marimacha. Siempre quise ser madre, nada
más. No quería ir a la Universidad o ser una estrella de cine. Yo quería ser
madre.
Cuando llegamos,
dijo que pediría cita para encargarse del problema. Por un breve momento, lo
malentendí, pensando que se refería a un ultrasonido o algo por el estilo.
Continuó hablando, diciendo que ninguna esposa suya se pondría gorda y
arruinaría su piel con estrías; un aborto lo solucionaría. Estaba disgustada y
protesté. Apenas dije una palabra antes de que me golpeara en el estómago.
"De una
forma u otra", me susurró al oído, "esa cosa se va". Se marchó y
me desplomé en el suelo, llorando.
Cuando se fue al
trabajo, finalmente pedí ayuda. Como estaba en el extranjero, no tenían el 911,
así que llamé a la Cruz Roja Americana. Me informaron que no "hacían cosas
así" y me colgaron. Me llevó un tiempo ganar el coraje para volver a
intentarlo. De nuevo, me dijeron que no me ayudarían y que no debía llamar a la
Cruz Roja. Sintiéndome derrotada, lo intenté por última vez. Finalmente,
alguien estaba interesado en ayudarme. Enviaron a la policía militar para que
me recogiera. Todo el tiempo que di el informe y pasé por el examen de
violación, todos hablaron sobre el aborto. Dado que era un "producto de
violación", no lo querría, dijeron. Si me quedaba con el bebé, entonces
eso era una señal de que realmente no era una violación. Asustada, dolida y confundida,
escuché las palabras de personas que habían estado en el mundo más tiempo que
yo, aquellas en las que creía y podía confiar. Acepté el aborto.
Primero, tenían
que hacer un ultrasonido para ver si el niño estaba donde se suponía que debía
estar. Me quedé allí, tratando de no pensar en lo que iba a suceder. El técnico
de ultrasonido hizo su trabajo y terminó con una frase que salvó la vida de mi
hijo. "Bueno, tu bebé parece estar bien". Tu bebé. Mi bebé. No es mi
producto de violación, ni una cosa, ni una bola de tejido. Mi bebé.
No me practiqué el aborto. Mantener a mi hijo fue lo mejor que me ha
pasado. Ser madre soltera me hizo hacer cosas que antes era demasiado tímida
como luchar por un ascenso y un aumento
de sueldo. Fui a la Universidad y obtuve una Licenciatura en Negocios,
convirtiéndome en la primera persona de mi familia en obtener un título.
Después de hacer terapia, me volví a casar, tengo dos hijos más e incluso tengo
mi propia empresa de marketing. Viajo por el país, compartiendo mi historia. Robert
no tiene derechos sobre mi hijo y nunca lo ha visto. Mi esposo lo adoptó,
convirtiéndolo legalmente en su hijo. En cuanto a mi hijo, él es increíble. Ha
sido diagnosticado con un coeficiente intelectual apenas por debajo de un ‘genio’.
Comenzó a leer a los tres años, ganó en el ajedrez a los cinco, se saltó un
grado, asiste a una de las mejores escuelas del país y está en su programa de
Dotados y Talentosos. Después de mucho debate, la escuela lo puso a prueba y él
salió por encima de la mayoría de niños en preparatoria. Se graduará con un
título universitario. Mi hijo es más que inteligente; él tiene un corazón
maravilloso. Cuando sólo tenía cinco años, supo que había niños enfermos en el
mundo e insistió en ayudarles. Comenzó a recaudar fondos, cada año para una
organización diferente.
William con el actor Patrick Dempsey
Cuando tenía siete años, sus esfuerzos de recaudación
de fondos le valieron el reconocimiento del actor Patrick Dempsey. Su sueño ha
sido convertirse en astronauta e ir a Marte, y hasta ahora está bien
encaminado. Tuvo la oportunidad de conocer a un astronauta, quien lo condujo a
través de un simulador. Me dijeron que es natural y que debo hacer todo lo
posible para asegurarme de que vaya al espacio. La gente a menudo me pregunta
si me recuerda a mi violador.
Honestamente, sí, de vez en cuando, especialmente
si expresa interés en algo en lo que Robert estaba realmente interesado.
También me recuerda a mí misma, a mis hermanos y a mis hermanas. Él me recuerda
que el mundo es un lugar increíble, lleno de cosas maravillosas. Él me recuerda
que la vida vale la pena vivirla y que no estaría donde estoy hoy si no fuera
por él.
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