Es un gran honor que me hayan
invitado a hablar en Perú en el Primer Congreso Internacional DEFIENDE LA VIDA
PERU. Soy abogada, esposa, madre de cinco hijos, conferencista pro vida
internacional, escritora y Presidenta de Save the 1 (Salvar El 1), una
organización pro vida internacional con una red de más de 525 personas que
fueron concebidas en una violación (como yo) y madres que quedaron embarazadas
como consecuencia de una violación y que, o bien han criado a sus propios hijos
concebidos en violencia, son madres biológicas que los entregaron en adopción o
abortaron en su momento y ahora lamentan haberlo hecho. Además, tenemos cientos
de padres en nuestra red a los que se les recomendó abortar debido a
diagnósticos pre-natales incompatibles con la vida, u otros también cuyos
padres fueron aconsejados con la opción del aborto. Valoramos nuestras vidas y
las vidas de nuestros hijos. Y por eso animamos a la gente del Perú a continuar
protegiendo la vida humana, ¡SIN EXCEPCIÓN!
Estoy segura que habrán oído a los
que promueven el aborto decir que es una atrocidad forzar a la víctima de una
violación a llevar en su seno “al hijo de un violador”. En primer lugar, no soy
la hija de un violador, soy la hija de una víctima de una violación. A mi madre
y a mí nos parece muy desagradable cuando se me describe de otro modo. ¡El
violador no tiene ningún derecho sobre mí! Digan a todos aquellos que piensen
tales cosas que no me insulten, ni tampoco a mi madre con este tipo de
palabras.
En segundo lugar, es simplemente
una monstruosidad castigar a un bebé inocente por el crimen de otra persona. La
justicia determina que, en una sociedad civilizada, hemos de castigar a los
violadores, no a los bebés. ¡Aquellos que quieren matar a niños inocentes son
unos bárbaros!
Yo no merecía la pena de muerte
por el crimen de mi padre biológico. Mi propia madre biológica intentó matarme
en dos abortos ilegales, y ella era pro aborto cuando nos conocimos hace unos
29 años, pero hoy, ambas agradecemos que la ley nos protegiera del horror que
supone el aborto, así como en la actualidad las mujeres y los niños de Perú
cuentan también con esta protección. Mi madre relata que, en aquel momento, el
aborto era la única opción que le ofrecían. No había centros de ayuda familiar
para mujeres embarazadas y nadie le daba ninguna esperanza.
En Perú tienen legisladores que
han puesto su punto de mira en niños como yo. A ellos les pido que rectifiquen
y que no nos utilicen como anzuelo. Yo no quiero ser parte de ese juego en el
que debo ser cazada y abatida. Soy una persona y merezco todo el respeto y el derecho
a vivir tanto como ellos. Este estigma con el que se pretende marcarnos es
deshumanizador y carente de toda moral, no sólo para aquellos concebidos no
nacidos, sino también para aquellos que ya lo hicieron y son consecuencia de
una violación. El dolor que provoca su odio es enorme y duradero.
Legalizar el aborto en caso de
violación y otras excepciones es dejar claro a personas como yo que nuestras
vidas son menos valiosas que cualquier otra por la manera en que fuimos
concebidas. Imaginen que una nación prohibiera el aborto, pero lo permitiera en
casos de bebés concebidos en hogares judíos, de familias católicas o de madres
latinas, por poner ejemplos.
Un mensaje así daría a entender que estas
personas tienen menor dignidad y no merecen la misma protección que las demás.
Sin duda, habría un clamor internacional si la legalización de un perjuicio tal
llegara incluso a proponerse, porque todo el mundo se daría cuenta de su enorme
carga discriminatoria. Y, sin embargo, sucede lo mismo con mi asociación, donde
sufrimos por la maldad y el desprecio constante hacia nuestras vidas. Las
madres que han sobrevivido a una violación se lamentan al ver como sus hijos
son sistemáticamente marcados y denigrados. Sufren incluso más porque, en
ocasiones, se las acusa de no decir la verdad puesto que, si hubieran sido
violadas, se da por supuesto que habrían abortado y también porque son mujeres
que aman a sus hijos.
Nos reconforta la preocupación por
las víctimas de una violación pero estas mujeres tienen mayor probabilidad de
morir en el año siguiente a la agresión si han abortado que aquellas que
optaron por dar a luz a sus hijos. El Dr. David Reardon, en su libro ‘Víctimas
y Victoriosas: Sobre los embarazos, abortos e hijos nacidos de una agresión
sexual’, cita los estudios que se han realizado sobre este punto. Después de un
aborto, las víctimas de una violación tienen un índice más elevado de suicidio,
drogadicción, etc. Los violadores, los pederastas y proxenetas promueven el
aborto, porque destruye la evidencia de su crimen y les da vía libre para
continuar sus fechorías y abusos. Incluso, en ocasiones la propia madre de una
muchacha la ha explotado sexualmente o la ha abandonado a su suerte.
El bebé es siempre el héroe de la
historia, por dejar la violación al descubierto, liberando a la madre de una
situación abusiva, protegiéndola y sanándola. Así que, si se preocupan de las
víctimas, deben proteger a las mujeres de su violador y del aborto, pero no del
bebé. El niño no es el enemigo que deba asustarlas. Es absurdo sugerir que una
mujer debe sentir miedo de un inocente bebé.
En relación al diagnóstico
pre-natal que determina “incompatibilidad con la vida”, es imposible
aplicárselo al bebé concebido cuando, en realidad, ya es un ser humano vivo.
Mientras haya un latido del corazón, hay vida y hay esperanza. Los médicos que
aconsejan el aborto en estos casos son los que realmente tienen un corazón
enfermo y demuestran su falta de humanidad cuando se niegan a tratar a esos
bebés cuyos padres no quieren abortar. Una mentalidad eugenésica se impone
cuando se permite el aborto por cualquier razón.
Veo el lenguaje que usa el lobby
abortista internacional y cómo intenta menospreciar a las naciones pro vida
como Perú, tachándolas de anticuadas o “tercermundistas”, como si la
eliminación de los más vulnerables fuera algo “progresista”. La verdad es que
Perú es una nación moralmente superior porque han establecido los rasgos más
importantes que una cultura debe tener, una cultura donde la gente es amada,
respetada, protegida y aceptada. El sacrificio de un niño, eso sí es anticuado.
Peruanos, por favor, no empiecen a favorecer una cultura de discriminación y de
muerte.
Hace unos pocos años, empezamos SalvarEl 1, la sección española de Save the 1, porque nos dimos cuenta de que América
Latina estaba en el punto de mira de los partidarios del aborto. De hecho,
están usando el supuesto de la violación para intentar legalizar el aborto a la
carta por cualquier razón durante los nueve meses de embarazo, a expensas del
contribuyente, tal y como sucedió en los Estados Unidos. Sabemos lo importante
que son nuestros testimonios porque son historias de vida que impactan
emocionalmente más que cualquier argumento que pueda aportarse.
En los Estados Unidos la decisión
de la Corte Suprema en el caso Roe vs Wade supuso un hito importante en la
historia del aborto en mi país porque lo hizo legal en todo el territorio
nacional. Norma McCorvey –su nombre real era Jane Roe- era una mujer embarazada
cuyo abogado le aconsejó mentir sobre el hecho de haber sido violada por una
banda. Años más tarde, ella misma buscó revocar el signo de su causa judicial,
sintiendo sobre su conciencia el peso de los millones de almas que cada año
eran abortadas por culpa de aquella sentencia de muerte. Alrededor de 60
millones de niños y niñas han sido asesinados sobre la mentira de una violación
que nunca existió. Los defensores del aborto lo saben y por eso explotan el
supuesto de la violación para abrir la puerta que ha de permitir el exterminio
de cualquier ser humano concebido y todavía no nacido.
En cualquier lugar donde hablo,
hago mención a ustedes los peruanos, y su VALIENTE Y FIRME defensa de la vida;
de cómo luchan día a día a favor de la vida, como si su propia vida dependiera
de ello; como hace un año y medio, el pueblo de Perú dijo NO a los muchos
intentos por legalizar el aborto en casos de violación, y como un mes después,
más de 500.000 personas participaron en la Marcha por la Vida en Lima. En
Estados Unidos tuvieron que pasar 40 años desde la legalización del aborto para
poder congregar a tanta multitud en una marcha por la vida.
Todas las personas con las que
hablo se muestran impresionadas de cómo en Perú han conseguido reunir a tanta
gente y también por el hecho de luchar por la vida de la persona concebida en
una violación. ¿Saben ustedes cuánta gente asistió a la Marcha de la Vida en
Estados Unidos cuando se empezó a legalizar el aborto por violación en los
estados sureños a finales de los años 60? ¡Ninguna! No hubo ninguna marcha
porque apena hubo alguien que se preocupara por esos niños. No fue hasta que el
aborto se legalizó bajo cualquier circunstancia que se empezó a organizar
concentraciones por la defensa de la vida. Eso no ha sucedido en Perú. ¡La
gente de este pueblo son más sabias y cuidadosas! ¡LOS FELICITO!
Cuando me pidieron hablar en Perú
en el Primer Congreso Internacional DEFIENDE LA VIDA PERU, lo primero que pensé
fue que tendría la oportunidad de conocer a esas personas que son héroes para mí y que constituyen una fuente muy valiosa de
información y coraje. Perú demuestra al mundo entero cuán valiosa es toda vida
humana. Son modelos y ejemplos pro vida para todos.
Recientemente, los promotores del
aborto han intentado introducir un nuevo proyecto de ley en Perú para
legalizarlo en caso de violación. Los partidarios de la muerte y la destrucción
no van a cesar en su empeño. Por eso, les pido de corazón a la buena gente de
Perú a que no se rindan. Por favor, no dejen que vuestra nación se convierta en
un campo de exterminio como Estados Unidos, como Canadá y como tantos otros
países de Europa y Asia. No derramen la sangre de niños inocentes peruanos en
esta tierra de vida. Continúen protegiendo la vida desde el inicio de su
concepción, de cada una de ellas, ¡sin excepción!
BIOGRAFÍA: Rebecca Kiessling es la fundadora y
presidenta de Save The 1 (Salvar el 1). Es esposa, madre, abogado,
conferenciante internacional, escritora y activista. Ha hablado en los
Parlamentos de diversos países, incluyendo Brasil, Chile, Irlanda, Irlanda del
Norte, Polonia, Malta, Canadá y en el Congreso de los Estados Unidos; también
en muchos de los parlamentos de los Estados americanos. Ha colaborado en la
creación e introducción de proyectos de ley para proteger a las víctimas de
violación y a sus hijos. Como abogado, ha litigado en numerosos casos
concernientes a mujeres víctimas de violación y a sus hijos. Es también
co-fundadora de Defensa del Embrión.
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