Por Yohanka
Reyes.
Las dificultades
son una forma de glorificar el nombre de Dios. Me llamo Yoi Reyes y mi marido
Pete y yo somos los fundadores del centro de ayuda a mujeres embarazadas Mary's
Pregnancy Resource Center en Fort Lauderdale, Florida. Le pido a Dios que al leer mi historia y lo
que el Señor ha hecho, te
animes. La razón por la que fui llamada a servir a este segmento específico de mujeres que experimentan embarazos no
planeados se debe a que yo, al igual que ellas, tuve que afrontar muchas de las dificultades que ellas afrontan
ahora.
Nací en La Habana, Cuba. Mi padre era capitán de la Marina y mi madre era profesora de Inglés en la Escuela Naval. Si Cuando yo tenía sólo 3 años, mis padres se divorciaron. Esa fue la primera herida de muchas. Mi padre era mi héroe, recuerdo estar sentada en la puerta de mi casa, llorando,
mientras esperaba a que volviera a casa del trabajo, y cuando lo hacía, yo lloraba para que él se quitara la camisa como signo de que iba
a quedarse. Siempre lo hizo, pero la
pesadilla empezaba de nuevo cada vez que me despertaba, y él no estaba ahí.
Mi madre no pudo
aceptar el divorcio y terminó en un centro psiquiátrico militar donde conoció a mi padrastro que era capitán del Distrito Oeste de la Policía en La Habana. Él también había sido ingresado en ese centro psiquiátrico porque tenía depresión crónica como resultado de su propio
divorcio. No mucho tiempo después de que ambos fueran dados de alta, se
casaron y se fueron a vivir con nosotros.
Yo tenía más o menos 4 años de edad.
Poco después, mi padrastro empezó a abusar sexualmente de mí. Siendo tan pequeña, no podía entender qué estaba sucediendo. Yo era muy niña para darle mucha importancia y él fue lo suficientemente astuto para saber cómo confundirme, haciéndome pensar que me
amaba como padre. Era "padre" en otra área, por lo que en mi mente, esa era la forma
en que debía ser, aunque me sentía incómoda y temerosa. Como si eso
no fuera suficiente, en la misma época un vecino y amigo cercano de la familia también abusó sexualmente de mí.
Pasaron los años y los abusos continuaron, por lo que escapé a un mundo que creé donde los libros eran lo único que importaba. Leía todo tipo de libros y estudiaba tanto como
podía. Año tras año, recibía el informe de notas
con la puntuación más alta de mi clase, por lo que todo el mundo
asumía que yo estaba
"bien". Tampoco demostraba mucho interés en jugar con otros niños, pero también pensaban que era
sociable porque me gustaba hablar y pasar tiempo con los adultos.
A los 9 años de edad, mientras mi padrastro abusaba de
mí, me enojé y le dije que se lo iba a contar a mi
padre y que no me gustaba lo que me
estaba haciendo. Como respuesta, me puso
su pistola en la cabeza y me dijo que, si alguna vez le decía a alguien, iba a matar a mi familia y luego
se suicidaría. A partir de ese momento, me sentí responsable del bienestar de mi familia,
poniendo en mí una carga imposible de
llevar a esa corta edad.
Mi madre, por
otra parte, me pidió no testificar o más bien que mintiera y le dijera al juez que
no recordaba el abuso por parte de mi vecino.
Ella pensó que era mejor
"perdonar". Claro que, ¿qué mensaje me llegó de eso? Así que pensé, "¿Para qué molestarse en decirle a nadie lo que mi padrastro me estaba
haciendo? A nadie le importa." Después de todo, mi propia madre me había forzado a perdonar el mismo crimen al mentirle al juez.
Llegó mi adolescencia y con ella, lo pueden
adivinar: mucha rebeldía.
Estaba enojada, era irrespetuosa y comencé a fumar cigarrillos. Por ese
entonces, entendí completamente lo que
me estaban haciendo, y no sabía cómo lidiar con eso. Ya tenía 13 años y así, mi padrastro decidió subir el nivel. El abuso pasó de abuso sexual a violación incluyendo coito. Como fue continuo, finalmente quedé embarazada.
Yo tenía un novio con el que
estaba teniendo relaciones sexuales, también. Mi padrastro no estaba
seguro de quién era el padre del bebé, y no quería correr el riesgo de ser descubierto. Así que convenció a mi madre, y me
llevaron a una clínica para hacerme un
aborto. Funcionó - nadie supo que había estado violándome. El aborto lo protegió, y la violación continuó.
Yo estaba muy
confundida cuando me llevaron a
abortar. Lo único que recuerdo es una profunda ansiedad y el deseo de saber si
era un niño o una niña, y ese deseo en realidad nunca desapareció. Me
pusieron bajo anestesia, pero recuerdo estar deprimida después y tener horribles pesadillas - siempre las
mismas, donde caía en un agujero oscuro
y profundo a una velocidad muy rápida.
A los 15 años, quedé embarazada de nuevo. Esta vez, los médicos no quisieron realizar otro aborto porque yo era demasiado
joven y tenía bajo peso. Cuando mi hijo estaba creciendo dentro de mí, yo era feliz y no hallaba la hora de
conocerlo. Tenía miedo de que él se parecería a mi padrastro, pero cuando nació el 21 de noviembre de 1990, todo eso pasó, y me enamoré locamente de él.
Pasaron los años y siempre me pregunté quién era el verdadero padre, siempre temerosa de que pudiera ser mi
padrastro. Hasta hoy, no he hecho una
prueba ADN de paternidad, aunque muchas similitudes genéticas me llevan a creer que es biológicamente de mi padrastro. Pero no importa - ¡sé quién es su madre y amo a
mi hijo con todo mi corazón!
Los siguientes años fueron duros; estaba prácticamente fuera de control, pasando muy poco
tiempo en mi casa, de fiesta, bebiendo, y todo lo que viene con eso. A los 18 años me involucré con un hombre 15 años mayor que yo y cuando cumplí 19, me fui del país en una balsa con él. Por la desesperación, me fui dejando todo atrás, incluyendo a mi hijo de 4 años. Este fue sólo el comienzo de una nueva etapa llena de
dolor y abuso. El hombre era un
traficante de drogas y yo fumaba mucha marihuana, pero a pesar de todo, siempre
me las arreglé para trabajar y ayudar
a mi familia en Cuba.
Esta relación abusiva de 7 años dejó muchas cicatrices físicas, emocionales y psicológicas.
Yo no tenía a nadie en este país y tenía más miedo del mundo
exterior que del abuso que estaba sufriendo.
Después de todo, desde que
tenía memoria, el abuso
siempre había sido parte de mi
vida. No podía resistir más y empecé a tener pensamientos suicidas
recurrentemente, así que decidí dejar
a este tipo, pero tenía miedo porque era muy
peligroso y agresivo. Sin embargo,
encontré ayuda para salir, y
conocí a mi marido Pete
durante ese proceso.
Debido a
nuestras historias, mi marido y yo decidimos que necesitábamos ayuda y buscamos consejería. Dos
años de terapia y 60
semanas de Clases Habilidades para la Vida nos dieron la sanación y la comprensión de que las cosas no tenían por qué seguir como estaban, y
que podíamos usar nuestras
propias experiencias y convertirlas en testimonios - permitiendo que aquellas
experiencias sirvieran para la gloria de Dios, para ayudar a otros a entender
que con ayuda, ellos también pueden superar sus
historias dolorosas. Es sólo una cuestión de ser humilde y reconocer que necesitamos ayuda.
Mientras estaba
en terapia, trabajaba como asesora en un albergue y recibí una subvención para ayudar a mujeres con embarazos no planificados. Me asignaron
ese programa y me sentí como en casa. Sin embargo, cuanto más hacía, más quería poder hacer por estas mujeres, pero no pude extender mis
alas. Fue a través de la oración que sentí este impulso. No podía cambiar mi pasado, pero podría convertirme en el futuro en algo que yo muchas veces deseaba -
alguien que se preocupara, a quien le importara. Decidí que sería ese alguien.
Hablé con mi esposo y pastor de la posobilidad de
abrir un Centro de Acogida para Embarazadas en Crisis en nuestra iglesia y me
apoyaron. Mi marido trabajó largas horas en un cuarto de nuestra iglesia
transformándolo en un hermoso
centro y comenzamos a ayudar a las mujeres de nuestra comunidad, pero la
situación financiera era
apretada. Financiamos el ministerio
principalmente con nuestra cuenta de ahorro personal. Varios meses más tarde, postulamos y recibimos un subsidio del Programa de
Servicios de Apoyo al Embarazo de Florida.
Puedo compartir con ustedes testimonio tras testimonio de vidas que se
han salvado y la sanación que hemos logrado.
Ahora, hemos
arrendado un lugar de 4.3 acres donde aconsejamos y asesoramos a mujeres,
educamos, derivamos y proporcionamos muchas herramientas. Hemos celebrado bodas, baby showers, partos e
incluso prestado servicios funerarios a bebés nacidos muertos. Puedo
entender el dolor de estas mujeres.
Puedo ver que hay más que una joven y
rebelde, o una mujer perezosa, o promiscua.
Comparto con ellas las tribulaciones, pero también la victoria.
Mi marido y yo
llevamos casados 14 años ya.
No había visto a mi hijo por
12 largos años, pero, con la ayuda
de mi marido, pude traer a mi hijo a Estados Unidos cuando obtuve la ciudadanía americana.
Pudimos comprar nuestra propia casa hace varios años y hemos trabajado para Dios y el
ministerio durante los últimos 10 años. He
superado, y visto que, compartir mi historia con nuestras clientas, les da
esperanza y les anima a seguir luchando y convertir sus vidas en algo
hermoso. También me gusta compartir mi historia porque muchas personas se apresuran
a juzgar la vida de otros sin saber la raíz del problema o las heridas que esa persona ha sufrido. De hecho, muchas veces estos problemas tienen
su origen en la infancia y son responsables de sus estilos de vida poco
saludables.
Soy cristiana y
nunca me avergonzaré del Evangelio de
Cristo porque fue Jesús quien trajo la luz a
mi mundo de oscuridad y toda la gloria es para Él por cada logro. Cada alma
lastimada que está viviendo un embarazo
no planeado es nuestra responsabilidad.
Cada bebé merece vivir y
buscamos dar testimonio de Jesús a través de nuestros servicios incondicionales a sus
madres. Como conozco el dolor de las
madres, puedo compartir la buena nueva de la esperanza que hay en Cristo. A través de mi vida, ellas pueden ver que no importa lo que hayamos pasado
en la vida, somos capaces de sobreponernos y convertirnos en algo nuevo y
hermoso.
He podido llorar
la pérdida del bebé abortado cuando yo era niña y no vivir más en la culpa y la vergüenza. En vez de eso, hablo
con valentía y abiertamente acerca
de mi vida - sí, con dolor, pero también con la esperanza de que otros vean cómo no es imposible salir del pozo en el que
se encuentran en la actualidad.
Por desgracia,
nunca pude concebir de nuevo; mi hijo es mi único hijo vivo y sin él, no habría tenido la oportunidad
de saber lo que se siente al ser madre. No puedo imaginar mi vida sin él desde el momento en que nació hasta ahora que tiene 25 años. No
puedo imaginar mi vida sin las noches en el hospital con sus ataques de asma, o
su cirugía de hernia o todas las
otras cosas que experimentamos como madres.
Nadie puede imaginar el dolor que sentí cuando tuve que dejarlo atrás para no arriesgar su vida en el océano, al venir a los
EE.UU. Experimenté la alegría al recogerlo en el aeropuerto cuando lo trajimos aquí, al verlo entregarse a Cristo y siendo
bautizado por mi marido, que lo llevaba a los partidos de fútbol y a actividades de los jóvenes, y cuando lo ayudó a conseguir su primer empleo y
vivienda.
La vida no es fácil y no ha sido fácil para él tampoco. Él tiene muchas cosas con las que lidiar, como la sociedad que avergüenza a los niños concebidos en violación, y él no es la excepción.
Pero nada evitará que su padre (mi
marido) y yo sigamos rezando y apoyándolo en el doloroso camino de sanación. Mi hijo no es perfecto,
pero es un joven que trabaja duro, es, sin duda, una creación admirable, es una obra maravillosa de
nuestro Señor y Salvador.
Yo nunca había oído hablar de la prohibición de aborto "excepto en los casos de violación" en Cuba. Supe de esto aquí en los EE.UU, me enoja que alguien pueda
pensar que sería mejor para mí que mi hijo no viviera por cosas que no son
culpa suya. No debe haber excepciones
porque mi hijo es todo lo que quisiera en un niño; no hay excepciones porque él no es el hijo de un estigma, si no que es el hijo de una madre que
haría cualquier cosa en
este mundo por él y de un padre
adoptivo que lo ama como si fuera suyo; no hay excepciones porque él no es un pedazo de basura, si no que es mi
tesoro más preciado; no hay
excepciones porque su vida es importante!
Biografía: Yohanka Reyes es una blogger pro-vida para
Save The 1. Bilingüe. Bloggera de Salvar El 1. Trabaja como Directora Ejecutiva del Centro
de Acogida para Embarazadas en Crisis, Mary's Pregnancy Resource Center, es
esposa y madre. Ella estará en Washington, DC en la Marcha por la Vida
2016. Por favor, vengan al stand de
Salvar El 1 en la Expo, o salúdenla cuando la vean
con su letrero de color rosa - MADRE POR VIOLACIÓN AMO A MI HIJO!
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