Friday, January 22, 2016

MI HIJO ES MI TESORO MÁS PRECIOSO

Por Yohanka Reyes.



Las dificultades son una forma de glorificar el nombre de Dios. Me llamo Yoi Reyes y mi marido Pete y yo somos los fundadores del centro de ayuda a mujeres embarazadas Mary's Pregnancy Resource Center en Fort Lauderdale, Florida.  Le pido a Dios que al leer mi historia y lo que el Señor ha hecho, te animes.  La razón por la que fui llamada a servir a este segmento específico de mujeres que experimentan embarazos no planeados se debe a que yo, al igual que ellas, tuve que afrontar  muchas de las dificultades que ellas afrontan ahora.

Nací en La Habana, Cuba.  Mi padre era capitán de la Marina y mi madre era profesora de Inglés en la Escuela Naval.  Si Cuando yo tenía sólo 3 años, mis padres se divorciaron.  Esa fue la primera herida de muchas.  Mi padre era mi héroe, recuerdo estar sentada en la puerta de mi casa, llorando, mientras esperaba a que volviera a casa del trabajo, y cuando lo hacía, yo lloraba para que él se quitara la camisa como signo de que iba a quedarse.  Siempre lo hizo, pero la pesadilla empezaba de nuevo cada vez que me despertaba, y él no estaba ahí.
Mi madre no pudo aceptar el divorcio y terminó en un centro psiquiátrico militar donde conoció a mi padrastro que era capitán del Distrito Oeste de la Policía en La Habana.  Él también había sido ingresado en ese centro psiquiátrico porque tenía depresión crónica como resultado de su propio divorcio.  No mucho tiempo después de que ambos fueran dados de alta, se casaron y se fueron a vivir con nosotros.  Yo tenía más o menos 4 años de edad.
Poco después, mi padrastro empezó a abusar sexualmente de mí.  Siendo tan pequeña, no podía entender  qué estaba sucediendo.  Yo era muy niña para darle mucha importancia y él fue lo suficientemente astuto para saber cómo confundirme, haciéndome pensar que me amaba como padre.  Era  "padre" en otra área, por lo que en mi mente, esa era la forma en que debía ser, aunque me sentía incómoda y temerosa.  Como si eso no fuera suficiente, en la misma época un vecino y amigo cercano de la familia también abusó sexualmente de mí.
Pasaron los años y los abusos continuaron, por lo que escapé a un mundo que creé donde los libros eran lo único que importaba.  Leía todo tipo de libros y estudiaba tanto como podía. Año tras año, recibía el informe de notas con la puntuación más alta de mi clase, por lo que todo el mundo asumía que yo estaba "bien". Tampoco demostraba mucho interés en jugar con otros niños, pero también pensaban que era sociable porque me gustaba hablar y pasar tiempo con los adultos.
A los 9 años de edad, mientras mi padrastro abusaba de mí, me enojé y le dije que se lo iba a contar a mi padre  y que no me gustaba lo que me estaba haciendo.  Como respuesta, me puso su pistola en la cabeza y me dijo que, si alguna vez le decía a alguien, iba a matar a mi familia y luego se suicidaría.  A partir de ese momento, me sentí responsable del bienestar de mi familia, poniendo en mí una carga imposible de llevar a esa corta edad.
Mi madre, por otra parte, me pidió no testificar o más bien que mintiera y le dijera al juez que no recordaba el abuso por parte de mi vecino.  Ella pensó que era mejor "perdonar".  Claro que, ¿qué mensaje me llegó de eso?  Así que pensé, "¿Para qué molestarse en decirle a nadie lo que mi padrastro me estaba haciendo?  A nadie le importa."  Después de todo, mi propia madre me había forzado a perdonar el mismo crimen al mentirle al juez.
Llegó mi adolescencia y con ella, lo pueden adivinar:  mucha rebeldía.  Estaba enojada, era irrespetuosa y comencé a fumar cigarrillos.  Por ese entonces, entendí completamente lo que me estaban haciendo, y no sabía cómo lidiar con eso.  Ya tenía 13 años y así, mi padrastro decidió subir el nivel.  El abuso pasó de abuso sexual a violación incluyendo coito.  Como fue continuo, finalmente quedé embarazada.  Yo tenía un novio con el que estaba teniendo relaciones sexuales, también.  Mi padrastro no estaba seguro de quién era el padre del bebé, y no quería correr el riesgo de ser descubierto.  Así que convenció a mi madre, y me llevaron a una clínica para hacerme un aborto.  Funcionó - nadie supo que había estado violándome.  El aborto lo protegió, y la violación continuó.
Yo estaba muy confundida cuando me llevaron  a abortar.  Lo único que recuerdo es una profunda ansiedad y el deseo de saber si era un niño o una niña, y ese deseo en realidad nunca desapareció.  Me pusieron bajo anestesia, pero recuerdo estar deprimida después y tener horribles pesadillas - siempre las mismas, donde caía en un agujero oscuro y profundo a una velocidad muy rápida.
A los 15 años, quedé embarazada de nuevo. Esta vez, los médicos no quisieron realizar otro aborto porque yo era demasiado joven y tenía bajo peso.  Cuando mi hijo estaba creciendo dentro de mí, yo era feliz y no hallaba la hora de conocerlo.  Tenía miedo de que él se parecería a mi padrastro, pero cuando nació el 21 de noviembre de 1990, todo eso pasó, y me enamoré locamente de él.
Pasaron los años y siempre me pregunté quién era el verdadero padre, siempre temerosa de que pudiera ser mi padrastro.  Hasta hoy, no he hecho una prueba ADN de paternidad, aunque muchas similitudes genéticas me llevan a creer que es biológicamente de mi padrastro. Pero no importa - ¡sé quién es su madre y amo a mi hijo con todo mi corazón!
Los siguientes años fueron duros; estaba prácticamente fuera de control, pasando muy poco tiempo en mi casa, de fiesta, bebiendo, y todo lo que viene con eso.  A los 18 años me involucré con un hombre 15 años mayor que yo y cuando cumplí 19, me fui del país en una balsa con él.  Por la desesperación, me fui dejando todo atrás, incluyendo a mi hijo de 4 años.  Este fue sólo el comienzo de una nueva etapa llena de dolor y abuso.  El hombre era un traficante de drogas y yo fumaba mucha marihuana, pero a pesar de todo, siempre me las arreglé para trabajar y ayudar a mi familia en Cuba.
Esta relación abusiva de 7 años dejó muchas cicatrices físicas, emocionales y psicológicas.  Yo no tenía a nadie en este país y tenía más miedo del mundo exterior que del abuso que estaba sufriendo.  Después de todo, desde que tenía memoria, el abuso siempre había sido parte de mi vida.  No podía resistir más y empecé a tener pensamientos suicidas recurrentemente, así que decidí  dejar a este tipo, pero tenía miedo porque era muy peligroso y agresivo.  Sin embargo, encontré ayuda para salir, y conocí a mi marido Pete durante ese proceso.
Debido a nuestras historias, mi marido y yo decidimos que necesitábamos ayuda y buscamos consejería.  Dos años de terapia y 60 semanas de Clases Habilidades para la Vida nos dieron la sanación y la comprensión de que las cosas no tenían por qué seguir como estaban, y que podíamos usar nuestras propias experiencias y convertirlas en testimonios - permitiendo que aquellas experiencias sirvieran para la gloria de Dios, para ayudar a otros a entender que con ayuda, ellos también pueden superar sus historias dolorosas.  Es sólo una cuestión de ser humilde y reconocer que necesitamos ayuda.
Mientras estaba en terapia, trabajaba como asesora en un albergue y recibí una subvención para ayudar a mujeres con embarazos no planificados.  Me asignaron  ese programa y me sentí como en casa.  Sin embargo, cuanto más hacía, más quería poder hacer por estas mujeres, pero no pude extender mis alas.  Fue a través de la oración que sentí este impulso.  No podía cambiar mi pasado, pero podría convertirme en el futuro en algo que yo muchas veces deseaba - alguien que se preocupara, a quien le importara.  Decidí que sería ese alguien.
Hablé con mi esposo y pastor de la posobilidad de abrir un Centro de Acogida para Embarazadas en Crisis en nuestra iglesia y me apoyaron.  Mi marido trabajó largas horas en un cuarto de nuestra iglesia transformándolo en un hermoso centro y comenzamos a ayudar a las mujeres de nuestra comunidad, pero la situación financiera era apretada.  Financiamos el ministerio principalmente con nuestra cuenta de ahorro personal.  Varios meses más tarde, postulamos y recibimos un subsidio del Programa de Servicios de Apoyo al Embarazo de Florida.  Puedo compartir con ustedes testimonio tras testimonio de vidas que se han salvado y la sanación que hemos logrado.
Ahora, hemos arrendado un lugar de 4.3 acres donde aconsejamos y asesoramos a mujeres, educamos, derivamos y proporcionamos muchas herramientas.  Hemos celebrado bodas, baby showers, partos e incluso prestado servicios funerarios a bebés nacidos muertos.  Puedo entender el dolor de estas mujeres.  Puedo ver que hay más que una joven y rebelde, o una mujer perezosa, o promiscua.  Comparto con ellas las tribulaciones, pero también la victoria.
Mi marido y yo llevamos casados  14 años ya.  No había visto a mi hijo por 12 largos años, pero, con la ayuda de mi marido, pude traer a mi hijo a Estados Unidos cuando obtuve la ciudadanía americana.  Pudimos comprar nuestra propia casa hace varios años y hemos trabajado para Dios y el ministerio durante los últimos 10 años.  He superado, y visto que, compartir mi historia con nuestras clientas, les da esperanza y les anima a seguir luchando y convertir sus vidas en algo hermoso.  También me gusta compartir mi historia porque muchas personas se apresuran a juzgar la vida de otros sin saber la raíz del problema o las heridas que esa persona ha sufrido.  De hecho, muchas veces estos problemas tienen su origen en la infancia y son responsables de sus estilos de vida poco saludables.
Soy cristiana y nunca me avergonzaré del Evangelio de Cristo porque fue Jesús quien trajo la luz a mi mundo de oscuridad y toda la gloria es para Él por cada logro.  Cada alma lastimada que está viviendo un embarazo no planeado es nuestra responsabilidad.  Cada bebé merece vivir y buscamos dar testimonio de Jesús a través de nuestros servicios incondicionales a sus madres.  Como conozco el dolor de las madres, puedo compartir la buena nueva de la esperanza que hay en Cristo.  A través de mi vida, ellas pueden ver que no importa lo que hayamos pasado en la vida, somos capaces de sobreponernos y convertirnos en algo nuevo y hermoso.
He podido llorar la pérdida del bebé abortado cuando yo era niña y no vivir más en la culpa y la vergüenza.  En vez de eso, hablo con valentía y abiertamente acerca de mi vida - sí, con dolor, pero también con la esperanza de que otros vean cómo no es imposible salir del pozo en el que se encuentran en la actualidad.
Por desgracia, nunca pude concebir de nuevo; mi hijo es mi único hijo vivo y sin él, no habría tenido la oportunidad de saber lo que se siente al ser madre. No puedo imaginar mi vida sin él desde el momento en que nació hasta ahora que tiene 25 años.  No puedo imaginar mi vida sin las noches en el hospital con sus ataques de asma, o su cirugía de hernia o todas las otras cosas que experimentamos como madres.  Nadie puede imaginar el dolor que sentí cuando tuve que dejarlo atrás para no arriesgar su vida en el océano, al  venir a los EE.UU.  Experimenté la alegría al recogerlo en el aeropuerto cuando lo trajimos aquí, al verlo entregarse a Cristo y siendo bautizado por mi marido, que lo llevaba a los partidos de fútbol y a actividades de los jóvenes, y cuando lo ayudó a conseguir su primer empleo y vivienda. 
La vida no es fácil y no ha sido fácil para él tampoco.  Él tiene muchas cosas con las que lidiar, como la sociedad que avergüenza a los niños concebidos en violación, y él no es la excepción.  Pero nada evitará que su padre (mi marido) y yo sigamos rezando y apoyándolo en el doloroso camino de sanación.  Mi hijo no es perfecto, pero es un joven que trabaja duro, es, sin duda, una creación admirable, es una obra maravillosa de nuestro Señor y Salvador.
Yo nunca había oído hablar de la prohibición de aborto "excepto en los casos de violación" en Cuba. Supe de esto aquí en los EE.UU, me enoja que alguien pueda pensar que sería mejor para mí que mi hijo no viviera por cosas que no son culpa suya.  No debe haber excepciones porque mi hijo es todo lo que quisiera en un niño; no hay excepciones porque él no es el hijo de un estigma, si no que es el hijo de una madre que haría cualquier cosa en este mundo por él y de un padre adoptivo que lo ama como si fuera suyo; no hay excepciones porque él no es un pedazo de basura, si no que es mi tesoro más preciado; no hay excepciones porque su vida es importante!


Biografía: Yohanka Reyes es una blogger pro-vida para Save The 1. Bilingüe.  Bloggera de Salvar El 1.  Trabaja como Directora Ejecutiva del Centro de Acogida para Embarazadas en Crisis, Mary's Pregnancy Resource Center, es esposa y madre.  Ella estará en Washington, DC en la Marcha por la Vida 2016.  Por favor, vengan al stand de Salvar El 1 en la Expo, o salúdenla cuando la vean con su letrero de color rosa - MADRE POR VIOLACIÓN AMO A MI HIJO!

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